Legislaturas de patas cortas

Legislaturas de patas cortas

La remuneración de los legisladores es una mentira que trasciende los gobiernos y los tiempos. A todos les ha costado asumir el blanqueo de la verdadera suma que reciben. Un sistema que promueve la lucha entre lo formal y lo real. La complicidad de los otros poderes y el miedo al cambio.

La Constitución de la provincia dice que lo único que pueden recibir los legisladores es aquello que se paga como dieta. En este caso 30.000 pesos. Perciben más, pero bajo el hipócrita título de gastos sociales.

Los legisladores perciben dinero aceptando una mentira institucional. No debe ser fácil redactar leyes que ayudan a ordenar la sociedad cuando una mentira es la rectora de la vida particular y pública de los que hacen esas leyes.

Los gastos sociales son la mentira preferida. Los más hipócritas, pero también los más avergonzados (hay muchos legisladores que se hacen los tontos sobre el tema) sostienen que ayudan a la gente con ese dinero. En el supuesto de que sea cierto y que no se guardaran la plata de gastos sociales en sus bolsillos estarían tergiversando y hasta malversando el dinero público. Es el Estado el que tiene la obligación de ayudar al ciudadano necesitado. Las carencias sociales son un problema que el Ejecutivo debe atender desde sus diferentes áreas. No es el legislador quien debe ocuparse de ello.

Hace menos de 10 días el legislador oficialista Reneé Ramírez dijo que cobra 150.000 pesos de gastos de bloque (además de la dieta). Chocolate por la noticia. Hace más de 20 años que vienen ocurriendo estos hechos. El monto se va actualizando, pero el sistema es el mismo. En ese tiempo la Justicia ha mirado para otro lado. No hace falta que el siempre atento denunciador Oscar López ponga bajo la lupa estas mentiras legislativas. Las palabras de Ramírez son exactamente las mismas que sostienen otros legisladores en voz baja. Son exactamente las mismas que hace más de 20 años viene denunciando la prensa. Pero, como “la prensa miente y tiene actitudes antidemocráticas” no se le lleva el apunte. Los hechos siempre fueron expuestos y los legisladores, oficialistas y opositores, siempre mintieron y ocultaron la verdad de estas remuneraciones. Cuando más acosados se sintieron lo único que hicieron fue cambiarle el nombre. Gatopardismo puro. Cambian y transforman todo para que nada se modifique.

Interpelación a opositores

Este monumento a la mentira viene interpelando a la oposición desde hace dos décadas. Las respuestas siempre han sido ambiguas porque los opositores han caído en la trampa y se han convertido en cómplices de la mentira.

En Tucumán, donde el oficialismo viene usando la camiseta peronista hace varios lustros, la oposición (bussista, radical, macrista y peronista) ha utilizado estas remuneraciones para hacer política y nunca ha podido cambiar nada. También ha servido para descubrir que en el palacio de las leyes, donde la igualdad debería ser uno de los valores principales, cohabita la discriminación. Eso a nadie le ha importado. Siempre los legisladores oficialistas han cobrado más (gastos de bloque o gastos sociales) que los opositores. En estos momentos hay dos legisladores (Luis Brodersen y Eudoro Aráoz, del Pro y de la UCR, respectivamente) que decidieron no ser cómplices y no llevan los gastos sociales a sus bolsillos. Pero no alcanza para salvar a la oposición que tiene más legisladores adorando el monumento a la mentira que repudiándolo. El macrismo tiene un discurso de pulcritud institucional que no tiene eco en la conducta de legisladores tucumanos.

El Tribunal de Cuentas no es ajeno a este proceso. Este organismo de control no ha puesto la lupa sobre estas cuestiones. Ha hecho lo justo y así la Legislatura no se ha enredado en su propia red. Pero lo formal está absolutamente divorciado de lo real. Son los propios legisladores los que confirman y ratifican el teorema de la mentira.

La Legislatura no puede andar repartiendo plata. Por eso este sistema ha contribuido al deterioro absoluto de la política. Se va deslegitimando y después los propios hombres y mujeres andan preguntando el porqué la sociedad los devalúa. Obviamente que siempre buscan responsabilizar a la prensa sin mirar cuánto les compete a ellos mismos.

Los cerrajeros


Tanto el gobernador Juan Manzur como el vicegobernador Osvaldo Jaldo han sido beneficiados con estas mentiras. Lo cierto es que los gastos sociales son la caja de la política. En la Legislatura siempre la han manejado los Presidentes de la Cámara, es decir los vicegobernadores. Los que han manejado estas cajas han rendido a los enemigos y han alimentado los sueños de los amigos. Con esa caja política se han hecho millonarias campañas en tiempos electorales. Ambos han contribuido, y lo hacen actualmente, a degradar aún más la política. Ayudan a que los legisladores no sean libres sino hombres y mujeres atados a las riendas que ellos manejan. Tanto el kirchnerista desencantado como el hombre que le juró a la Argentina que Alperovich fue el mejor gobernador de la historia podrían derribar el monumento a la mentira. La pregunta que no tiene respuesta es: ¿Quieren hacerlo?

Cara transparencia

Los legisladores son los 49 hombres y mujeres que el pueblo ha elegido para que los represente. Podría no cuestionarse que merezcan una remuneración más cercana a la que realmente tienen y no como la que mienten tener. La condición de ser ciudadanos elegidos les da ese privilegio. El problema es que lo han pisoteado.

La Legislatura ya no es la escribanía de Alperovich. Tanto es así que este año se han llegado a aprobar leyes hechas por opositores. Una verdad de Perogrullo, pero increíble para los tiempos que se vivieron. Hay 16 opositores que piensan independientemente y hay 33 oficialistas que responden a Alperovich, a Jaldo o a Manzur. Esa heterogeneidad contribuye a imaginar que un blanqueo de la dieta es posible. Lo que no quieren es afrontar los costos. Pareciera que decir la verdad es demasiado caro. Si se transparenta que la remuneración de un legislador llegaría cerca de los 130.000 pesos o de los 200.000, como un magistrado o como un ministro de la Nación, a más de uno le daría un soponcio. Les temen a los gremios más que a los fantasmas, ya que están seguros de que se les vendrán encima. Algo parecido les pasará con los jueces, ya que con el blanqueo se ratificará que algo no están haciendo bien.

Hay legisladores que añoran este blanqueo porque si bien disfrutan de los dulces no puede evitar estar acorralados por la ley y se convierten en verdaderos narcotraficantes que ni las tarjetas de crédito pueden usar, mientras tienen un embuchado de efectivo.

Hay una escena en la que el senador Roark se acerca con su arma hasta la cama del hospital en la que está postrado el detective Hartigan. “¿Crees que al poder lo da una placa? Al poder te lo da mentir, hacerlo bien y que todos comprendan que debe ser así”, le explica el senador.

Por suerte, ese diálogo es parte de la imaginación de Frank Miller y de Robert Rodríguez, los directores de la película “Sin City”.

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