Lo mejor de nosotros
Había algo guardado en el corazón de Tucumán. Un sentimiento, una pasión, un orgullo. Seguramente quería salir, pero no encontraba la oportunidad. Será porque la vida selecciona con cuidado los momentos. Al Bicentenario lo veíamos venir con indiferencia -en algún caso hasta lo ninguneamos- y anoche nos dio una lección, porque fue capaz de sacar lo mejor de nosotros. Semejante y maravillosa expresión de fervor y de unidad, todo un pueblo celebrando en la calle, es la voz de una sociedad que zamarrea a la historia, la toma de los hombros y le pide a gritos un nuevo comienzo.

Tucumán se apiñó en una plaza de todos, se abrazó al Himno, terminó empachado de fuegos artificiales y derramó tantas lágrimas que el 9 de julio nació navegando en un mar de emociones. Una noche mágica, redonda, cálida en pleno invierno. “Si somos capaces de estas cosas, ¿por qué no arreglamos el país de una buena vez?”, preguntan en la Redacción. Son tiempos difíciles, complejos, y a la vez fascinantes. El futuro está aquí, es ya mismo, nos interpela, nos obliga, nos motiva. Hasta que el pueblo, sincronizado por una fuerza invisible y poderosa, toma la calle y, con su presencia, lo dice todo.

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