Cosa e’ Mandinga: River fue superior pero cayó

Cosa e’ Mandinga: River fue superior pero cayó

El último campeón, le “cascoteó el rancho” a los ecuatorianos pero solo convirtió un gol y quedó eliminado. Video.

LO TUVO EN LOS PIES. Rodrigo Mora frente a la marca de Arturo Mina. El uruguayo contó con una de las chances más claras de River, pero definió mal. Reuters LO TUVO EN LOS PIES. Rodrigo Mora frente a la marca de Arturo Mina. El uruguayo contó con una de las chances más claras de River, pero definió mal. Reuters
05 Mayo 2016
Chau campeón. Cosa ‘e Mandinga. River resignó sus atributos de Rey de América en una noche inexplicable, en la cual hizo todo lo que tenía que hacer, salvo meter dos, tres, cuatro, seis goles, en las dos decenas de ocasiones de las que dispuso. Un arquero gigante, Azcona; el travesaño; quizá la suerte, si es que existe, y, sobre todo, la excursión fallida a Quito con el 0-2 de hace una semana, le negaron al “Millonario” lo que le dieron al modesto pero dignísimo Independiente del Valle: el pasaporte a cuartos de final.

El triunfo por 1 a 0, con una ventaja conseguida con un gol del sustituto Lucas Alario a 10’ del final, en un Monumental hecho caldera, fue derrota. Un partido maldito en definitiva, similar a aquel empate de hace año y pico frente a otro rival sin historia: Juan Aúrich.

De arranque, la carencia de efectividad del local se tradujo en varias conversiones (de rugby, remates por encima del travesaño). Y fue creciendo la ansiedad de origen, devenida en los primeros rasgos de desesperación, siempre enemiga de las ideas claras.

Claras, claras, en esa etapa inicial, hubo apenas una sobre ocho llegadas del local, ese jugadón que Mora definió por arriba, después de una de las varias pelotas que Alonso bajó con el pecho para sus compañeros. La visita tuvo la suya, 15 segundos en que se paralizó el corazón de los hinchas que observaban en el estadio y frente a la tele, cuando Balanta volvió a fallar y Angulo quedó mano a mano frente a un Barovero enorme que tapó el remate.

Abajo 2-0 -y con la regla del gol de visitante como una soga colgada al cuello esperando que alguien tire de ella- los segundos 45’ se asemejaban para River a un reloj enloquecido apurando los latidos del corazón.

El regreso del vestuario develó que Marcelo Gallardo seguiría un rato más -10 minutos- sin apostar por Alario. Y que el plan de Independiente del Valle se llamaba, lógicamente, aguantar. Y que las que antes entraban, ahora no: doble cabezazo en el área y Mercado por arriba; Rodrigo Mora quiso emular a Wanchope con una chilena para empezar a convertir en héroe a Azcona.

En solo tres minutos, Alario demostró por qué era inexplicable su ausencia: tuvo dos netas, se la sacó el arquero en el primer palo y el travesaño empezó a conspirar, al devolver su cabezazo.

Hubo más: remate de D’Alessandro, travesaño. Cabezazo de Alonso de pique al suelo y Azcona, que ya merecía ser rebautizado con el nombre del estadio Monumental, la sacó al córner. Balanta no la pudo meter en el área chica, y finalmente fue Alario -teléfono para Gallardo- quien levantó la persiana cerrada.

Había tiempo para un segundo gol que forzara los penales. Casi un cuarto de hora, con el tiempo añadido. Se volvió a nublar la mente de varios, Gallardo no aportó soluciones desde el banco y Azcona siguió haciendo merecimientos para que lo contraten en junio para reemplazar a Barovero.

En la postal del final, Independiente del Valle se abrazó a la historia y River dio un nuevo paso hacia un preanunciado fin de ciclo. Queda el aliciente de la Recopa que disputará en un par de meses frente a otro Independiente, el colombiano de Santa Fe.

Su gente, pese a la crónica de un final anunciado, se fue cantando y aplaudiendo a los jugadores que le dieron tantas alegrías en un tiempo no muy lejano.

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