Por LA GACETA
05 Mayo 2016
Se ganó la fama -no sin razón- de ser uno de los mejores amigos del hombre. Pero como suelen decir los abuelos, no todo lo que brilla es oro. Esta reputación del perro comenzó a opacarse en los últimos años, cuando algunas razas consideradas peligrosas se convirtieron en tristes protagonistas de ataques, varios de ellos mortales. El pitbull, el rottweiler, el doberman y el dogo figuran entre los más temidos. La reciente sentencia de un tribunal encendió nuevamente una polémica en torno de este tipo de canes.
El 25 de abril pasado, un tribunal oral de La Plata condenó a ocho años de cárcel al dueño de un pitbull, que había sido acusado de “homicidio simple” por la muerte de un niño de dos años, que en 2014 había sido atacado por este animal en la localidad bonaerense de Alejandro Korn. En más de una oportunidad, el dueño había recibido el reclamo de sus vecinos porque sus perros eran muy agresivos y habían asustado a varios de ellos. “Si la persona que educa al animal no evita esa agresividad, se potencia y un niño puede ser considerado una presa”, señaló un experto consultado por el tribunal. Otros testimonios indicaron que los animales del acusado ya habían protagonizado otros hechos violentos en el barrio.
En enero pasado, una tucumana de 67 años murió en Amberes, departamento Monteros, luego de ser atacada por un perro pitbull de propiedad de su hijo. El perro se abalanzó sin una razón aparente sobre la víctima.
En esa oportunidad, en el Hospital de Niños se informó que solo en enero pasado habían registrado 25 casos de ataques a menores de edad; el 70% necesitó de la intervención de cirujanos. De ese porcentaje, un 25% aproximadamente fueron casos de extrema gravedad. En el Hospital Avellaneda, la cantidad de casos era más elevada: entre 10 a 15 consultas diarias de pacientes adultos.
Una veterinaria, víctima de un ataque, le dijo a nuestro diario que en los barrios más humildes se crían pitbulls para riña. “Si el perro está acostumbrado a ver la agresividad de su amo hacia otras personas, es esperable que tenga ese tipo de reacciones”, afirmó Patricia El-Kadi.
En 2008 entró en vigencia en nuestra ciudad la ordenanza municipal N° 4046 por la cual se creaba un registro municipal de animales potencialmente peligrosos; desde entonces, apenas se inscribieron 50 propietarios.
La Ley de Profilaxis de la Rabia, vigente desde 1953, que establecía la creación de un registro provincial de perros, nunca se implementó. El 23 de octubre de 2008, la Legislatura sancionó la ley N° 8129 que regulaba la cría y la tenencia de canes potencialmente peligrosos. Se estableció que cuando esos animales fueran paseados, debían llevar bozal. El Poder Ejecutivo la vetó parcialmente porque no estaba de acuerdo con los órganos de aplicación, es decir que nunca entró en vigencia.
Si en ocho años solo se inscribieron en el registro 50 propietarios, significa que algo se hizo mal. ¿Por qué el Ejecutivo y los legisladores no revieron cuál sería el órgano de aplicación de la ley 8129? ¿Por qué dejar desprotegido al ciudadano? ¿Quién se responsabilizará si alguien es atacado por un perro callejero y peligroso? ¿Un legislador, un funcionario del PE? Tal vez esta condena sirva de ejemplo para que los propietarios de canes de estas razas acaten la normativa y para que la clase gobernante deje de ser una mala amiga del perro.
El 25 de abril pasado, un tribunal oral de La Plata condenó a ocho años de cárcel al dueño de un pitbull, que había sido acusado de “homicidio simple” por la muerte de un niño de dos años, que en 2014 había sido atacado por este animal en la localidad bonaerense de Alejandro Korn. En más de una oportunidad, el dueño había recibido el reclamo de sus vecinos porque sus perros eran muy agresivos y habían asustado a varios de ellos. “Si la persona que educa al animal no evita esa agresividad, se potencia y un niño puede ser considerado una presa”, señaló un experto consultado por el tribunal. Otros testimonios indicaron que los animales del acusado ya habían protagonizado otros hechos violentos en el barrio.
En enero pasado, una tucumana de 67 años murió en Amberes, departamento Monteros, luego de ser atacada por un perro pitbull de propiedad de su hijo. El perro se abalanzó sin una razón aparente sobre la víctima.
En esa oportunidad, en el Hospital de Niños se informó que solo en enero pasado habían registrado 25 casos de ataques a menores de edad; el 70% necesitó de la intervención de cirujanos. De ese porcentaje, un 25% aproximadamente fueron casos de extrema gravedad. En el Hospital Avellaneda, la cantidad de casos era más elevada: entre 10 a 15 consultas diarias de pacientes adultos.
Una veterinaria, víctima de un ataque, le dijo a nuestro diario que en los barrios más humildes se crían pitbulls para riña. “Si el perro está acostumbrado a ver la agresividad de su amo hacia otras personas, es esperable que tenga ese tipo de reacciones”, afirmó Patricia El-Kadi.
En 2008 entró en vigencia en nuestra ciudad la ordenanza municipal N° 4046 por la cual se creaba un registro municipal de animales potencialmente peligrosos; desde entonces, apenas se inscribieron 50 propietarios.
La Ley de Profilaxis de la Rabia, vigente desde 1953, que establecía la creación de un registro provincial de perros, nunca se implementó. El 23 de octubre de 2008, la Legislatura sancionó la ley N° 8129 que regulaba la cría y la tenencia de canes potencialmente peligrosos. Se estableció que cuando esos animales fueran paseados, debían llevar bozal. El Poder Ejecutivo la vetó parcialmente porque no estaba de acuerdo con los órganos de aplicación, es decir que nunca entró en vigencia.
Si en ocho años solo se inscribieron en el registro 50 propietarios, significa que algo se hizo mal. ¿Por qué el Ejecutivo y los legisladores no revieron cuál sería el órgano de aplicación de la ley 8129? ¿Por qué dejar desprotegido al ciudadano? ¿Quién se responsabilizará si alguien es atacado por un perro callejero y peligroso? ¿Un legislador, un funcionario del PE? Tal vez esta condena sirva de ejemplo para que los propietarios de canes de estas razas acaten la normativa y para que la clase gobernante deje de ser una mala amiga del perro.
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