03 Mayo 2016
“Las cocinas comunitarias tienen como antecedentes a los comedores. Entonces, cuando se enfrentaron con este nuevo programa (en 2008 comenzó a desarrollarse) algunas mujeres no sabían cocinar. Eso pasó quizás porque eran la segunda generación de familias que comieron gran parte de su vida en un comedor”, explica Carolina Nacher, directora de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. El área de Nacher está encargada de la coordinación técnica y metodológica del programa que trabaja con unas 74 cocinas distribuidas en toda la provincia.
“Nueva vida”, “Encuentro popular y solidario”, “Honrar la vida”, “Las luchadoras”, “Una luz de esperanza”, “Unidas por un futuro mejor”, “Nuevo amanecer”, “Nueva luz”. Esos son algunos de los nombres de las cocinas comunitarias que reflejan la necesidad de cambio y la decisión de grupos de mujeres de poner todo su empeño y potenciar la solidaridad, según analiza Nacher. “Ellas son un motor de cambio”, agrega.
Ramiro González Navarro, secretario de Estado de Articulación Territorial y Desarrollo Local, relató que el objetivo principal siempre fue que se recupere la comensalidad familiar y potenciar la solidaridad entre ellas. “El hecho de juntarse a cocinar genera un vínculo social muy fuerte. Las madres empiezan a convesar de todo lo que les está pasando en la comunidad y se forman asociaciones muy valiosas, que terminan en microemprendimientos (venta de comida, proyectos de tejidos). Y nosotros las apoyamos también en eso con la Dirección de Economía Social, con microcréditos, entre otras ayudas”, enumeró el funcionario.
Según mencionaron Nacher y González Navarro el programa no sólo se limita a organizarlas asesorarlas, acompañarlas y ofrecerles alimentos, sino también a facilitarles vínculos o capacitaciones con otras instituciones. Por ejemplo, recibieron capacitaciones con el Observatorio de la Mujer. “Las cocinas -resaltó González Navarro- son una referencia zonal importante. Y actualmente hay unas 30 cocinas para ser evaluadas, que quieren ingresar al programa”.
“Nueva vida”, “Encuentro popular y solidario”, “Honrar la vida”, “Las luchadoras”, “Una luz de esperanza”, “Unidas por un futuro mejor”, “Nuevo amanecer”, “Nueva luz”. Esos son algunos de los nombres de las cocinas comunitarias que reflejan la necesidad de cambio y la decisión de grupos de mujeres de poner todo su empeño y potenciar la solidaridad, según analiza Nacher. “Ellas son un motor de cambio”, agrega.
Ramiro González Navarro, secretario de Estado de Articulación Territorial y Desarrollo Local, relató que el objetivo principal siempre fue que se recupere la comensalidad familiar y potenciar la solidaridad entre ellas. “El hecho de juntarse a cocinar genera un vínculo social muy fuerte. Las madres empiezan a convesar de todo lo que les está pasando en la comunidad y se forman asociaciones muy valiosas, que terminan en microemprendimientos (venta de comida, proyectos de tejidos). Y nosotros las apoyamos también en eso con la Dirección de Economía Social, con microcréditos, entre otras ayudas”, enumeró el funcionario.
Según mencionaron Nacher y González Navarro el programa no sólo se limita a organizarlas asesorarlas, acompañarlas y ofrecerles alimentos, sino también a facilitarles vínculos o capacitaciones con otras instituciones. Por ejemplo, recibieron capacitaciones con el Observatorio de la Mujer. “Las cocinas -resaltó González Navarro- son una referencia zonal importante. Y actualmente hay unas 30 cocinas para ser evaluadas, que quieren ingresar al programa”.
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