La suciedad y la desidia en la zona de El Bajo

La suciedad y la desidia en la zona de El Bajo

Una ciudad que se autodenomina histórica, es aquella que está orgullosa de las joyas de su pasado. Protege y cuida su patrimonio, lo promociona y lo exhibe con orgullo. Sus habitantes y gobernantes son conscientes de que ese tesoro es clave a la hora de pensar en el desarrollo turístico. En muchos lugares de nuestro país y del mundo se lo ha entendido así desde tiempos, sin embargo, San Miguel de Tucumán se caracteriza por lo contrario. Las zonas que se asocian inmediatamente con el pasado provincial van desapareciendo y las pocas que aún quedan sufren la desidia de quienes deben preocuparse por mantenerlas, por lo menos, presentables.

En nuestra edición del sábado, mostramos el estado deplorable en que se hallan algunas partes de El Bajo. Nuestra crónica consigna que el mal olor en la zona se debe a las aguas servidas que brotan del adoquinado destrozado en la esquina de Charcas y pasaje Díaz Vélez, a un lado de la vía. La basura desparramada y barro que se mezcla con grasa alimentan ese paisaje de la suciedad. Los vecinos sostienen que ello es consecuencia del, aceite y la grasa que tiran los vendedores ambulantes de churros y choripanes, entre otros, que ocasionalmente se instalan en esos lugares.

Detrás de los baños públicos de la vieja Terminal, por el pasaje Sargento Gómez, se acumula basura; hay dos contenedores desbordados de desperdicios. A su alrededor se divisan bolsas de todos los tamaños, cajones de madera que alguna vez tuvieron verduras multicolores de los vendedores de la zona, retazos de tela, hasta residuos de animales muertos. Pese a ello, los automovilistas estacionan sus vehículos en ese lugar. “La empresa 9 de Julio debería pasar a las 6 de la mañana por acá, pero no lo ha hecho. Además, creo que tendrían que recoger la basura dos veces al día, porque acá se generan muchos desechos. Son de los puestos de la zona”, dice un cuidacoches. Cuenta también que cuando el sol se posa sobre esa montaña de basura el olor casi no lo deja trabajar y se ven ratas pululando de un lado a otro. Un vecino dice que las cloacas están rotas desde hace tiempo; las arreglan y se trancan de nuevo. “Después pasan unos meses hasta que vuelven los de la SAT. Es un tiempo largo. También la gente saca la basura sin importarle si viene el recolector... Hay que hacer pequeños actos para lograr un cambio. No hay problema de convivir, pero deberíamos pensar una mejor manera para hacerlo. Falta educación”, afirma.

En un reciente editorial recordamos que con el objetivo de revalorizar la pintoresca zona y en vista al bicentenario de la Independencia, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán lanzó en 2008 el programa “Renovación de áreas urbanas”, pero la loable iniciativa quedó trunca, como muchos otros proyectos. En ocho años -tiempo más que suficiente- se hubiera podido revalorizar la emblemática zona, así como reformular el Predio Ferial Norte, pero todo está como entonces, incluso la suciedad que integra el paisaje. Al parecer ni los funcionarios municipales ni los del ministerio de Salud ni mucho menos aquellos que toman las decisiones transitan por ese lugar, que sigue siendo un lugar por donde circulan a diario miles de personas, incluyendo los turistas que llegan a San Miguel de Tucumán.

¿Cuáles serán las causas por las que rosarinos, salteños, santiagueños, mendocinos jerarquizan y embellecen su patrimonio histórico y los tucumanos, no podemos?

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