Las travesuras de Juan y José

Las travesuras de Juan y José

Cuando oye “gobernabilidad”, la primera definición que recita Manzur es “llevarse bien con la Nación”. Pero mientras él intenta congeniar con un gobierno de diferente signo político, los referentes de Alperovich pellizcan políticamente al macrismo. Y los moretones salen en Casa de Gobierno...

Hasta no hace muchos días, las declaraciones juradas de los funcionarios y de los hombres y mujeres públicos de la Argentina eran un secreto. Las buenas y democráticas intenciones de instituciones como Poder Ciudadano ayudaban a ver una realidad que muchos (los protagonistas estelares, principalmente) preferían esconder. Datos Abiertos (www.datosabiertos.gob.ar) se denomina el portal donde el el ministerio de Modernización de la Nación hace pública una información que no es otra cosas que pública. Es parte de las obligaciones que tienen aquellos a los que el pueblo ha decidido delegarles la responsabilidad de administrar el Estado. Algo que a los legisladores de Tucumán, por citar un ejemplo, no les entra en la cabeza. Los ingresos que el pueblo les entrega para ellos parecen ser sólo un eufemismo. Siempre hubo y hay excepciones. En esta composición de 2016, sólo Luis Brodersen dice no querer cobrar los gastos sociales, que son la trampa con la cual los legisladores le mienten a toda la sociedad que decidió confiar en ellos cuando les puso el voto para que estén sentados donde están.

El prisma con que se mira la evolución de las declaraciones juradas de los funcionarios es tan diverso como un caleidoscopio. Sin dudas, la posibilidad de que se transparenten las declaraciones juradas de funcionarios y de representantes del pueblo es una buena noticia. Ver a varios tucumanos en el tope (el ex gobernador y el actual figuran entre los top ten) también podría ser una buena noticia. Imaginar que de esta pequeña tierra aparecen personas con posibilidades ciertas de progreso que permiten generar empleos y hasta imágenes a imitar es muy positivo. El semáforo se pone en amarillo cuando los resultados esos transcriben éxitos personales y no generales. No es necesario que se habilite un portal ni que se transparenten datos para ver o entender la pobreza tucumana. En la calle se transparenta. Esa es la mala noticia. Y, ahí el semáforo se pone al rojo vivo.

Cristina no estaba equivocada

En los últimos siete días Cristina Fernández siguió siendo protagonista de la política. Su estrellato no llamó la atención, lo curioso fue cómo José Alperovich y Beatriz Mirkin, dos senadores que llegaron con una K tatuada en la piel y en el proceder de los últimos años, terminaron desairando a la ex presidenta. Casi al mismo tiempo en que Cristina abría su encuentro con los senadores, los dos tucumanos hacían conocer una foto en la que estaban en Villa 9 de Julio visitando vecinos.

El gobernador Juan Manzur sonríe cuando ocurren estos hechos. Vive una luna de miel casi melosa con el Gobierno nacional, que lo ha hecho olvidarse de los mimos que supieron darle Cristina o Daniel Scioli, quien de la categoría de “gran estadista” ha pasado a quedar en la banquina como un inútil. Mientras el vicegobernador Osvaldo Jaldo juega a la política con mayúsculas, Manzur estudia su manual. No se cansa de repetir -para aprendérselo de memoria- que llevarse bien con la Nación es igual a gobernabilidad. No admite discusión al respecto. Lo que no queda claro es qué significa llevarse bien con el Gobierno nacional. Después de la visita de Gabriela Michetti a la provincia, Beatriz Mirkin, la senadora fiel a Alperovich que le dio votos en el Senado para hacerle demostraciones de amor al macrismo, terminó zamarreándola a la vicepresidenta. No tuvo compasión.

Ni hablar de José Vitar, que también se despachó sin miramientos contra la titular de la Cámara Alta. El ex diputado nacional de la Alianza es hoy funcionario de Manzur, el mismo que quiere quedar bien con Macri.

Cristina Kirchner desconfió siempre de Alperovich. Tanto, que el ex mandatario llegó a hacer más antesalas que las que hoy pueda hacer Manzur. Sin embargo, fue uno de los gobernadores más obsecuentes. Con actitudes como las de este jueves, le terminó dando la razón al recelo de la desairada ex presidenta. Manzur teje relaciones personales con los funcionarios nacionales, se saca fotos, recibe bendiciones que Alperovich nunca consiguió; pero en Tucumán aún no consigue que a ese discurso lo haga propio su equipo de trabajo.

Bumerán político

En la última reunión de Gabinete hubo un discurso emblemático. “No miremos para atrás, no nos distraigamos con el futuro, trabajemos unidos en el presente. Este es nuestro gobierno”. Para Manzur y para algunos funcionarios manzuristas (no son muchos) sonó como música celestial. En cambio, otros no entendían nada porque quién estaba hablando era nada menos que el hombre que dijo –y juró- que el mejor gobernador de la historia fue Alperovich.

El que hablaba era Jaldo. Y lo hacía después de que Mirkin y Vitar le había dado duro a Michetti. También se pronunciaba luego de que la ex senadora Beatriz Rojkés lo había tratado de mendigo de la Nación a Manzur. El legislador Guillermo Gassenbauer se había sumado al grupo de aporreadores. Salvo Vitar, que juega en el equipo de Vitar, todos los demás pertenecen al equipo de José. A Manzur y a Jaldo se les hizo muy difícil creer que Alperovich no estuviera al tanto de tantos pellizcones al Gobierno nacional. Porque, en definitiva, los moretones iban a aparecer sobre el cuero político de Manzur. Por eso cuando Jaldo pidió vivir el presente, Manzur sintió alivio.

Si Jaldo se animó a dar señales contra el mejor gobernador de la historia que él supo ver es porque debe haber olfateado algún debilitamiento del ex titular del Poder Ejecutivo. Cuando finalizó la reunión de Gabinete y en las mesas de los bares se empezaron a revisar aquellas palabras, surgió una pregunta que nunca se había escuchado en los últimos ocho años: ¿qué fuerza tiene Alperovich?

Los peronistas sacaron el hacha y empezaron a hacer leña. En el Oeste ya no le rinden pleitesía ni el monterizo Juan Antonio Ruiz Olivares ni el taficeño Roque Alvarez. Tampoco aparece un ultraalperovichista en Yerba Buena. En Lules, incluso, cada vez lo ven más alejado al actual intendente, Carlos Galía, del ex, Julio César Dip.

Entre café y café, las voces peronistas se fueron animando y hasta se animaron (algo impensado hace dos años) a decir que Alperovich se quedó con la liga de perdedores. Ahí los anotan a Javier Pucharra (Tafí Viejo), Luis Morghenstein (Las Talitas), Daniel Toledo y Sisto Terán (Yerba Buena), Luis Olea (Monteros), Osvaldo Morelli (Concepción) y el fidelérrimo Luis Espeche (Bella Vista).

Está claro que no está muerto quien pelea y Alperovich tiene hombres que manejan la lapicera a control remoto, como Julio Silman, que en Alderetes puso como intendente a Sergio Venegas; y al fantasmal Sergio Mansilla, cuya esposa es intendenta de Aguilares. Además , el senador nacional tiene línea directa con el árbitro, el ministro del Interior Miguel Acevedo, alperovichista de la primerísima hora.

Mezquindades

En Tucumán han empezado a surgir peleas más absurdas que las de la Corte Suprema de Justicia. Una de ellas es la que mantienen el intendente de la Capital, Germán Alfaro, y el titular de la SAT, Alfredo Calvo. Los temperamentos de ambos les impiden sentarse a hablar y ponerse de acuerdo. Mientras ellos no hacen eso, los vecinos de a pie terminan salpicados por cuanto manantial brota del cemento; y los ciudadanos que andan en auto rompen algo de sus vehículos porque el pavimento empieza a ser un recuerdo todo poceado. En el Poder Judicial vienen disfrutando de la brisa de la armonía, pero cada vez se acorta más el tiempo para tomar un decisión sobre el arquero y ex senador Mansilla, que sigue esperando que le den la razón para ser legislador.

El temporal también puede volver porque mientras el Colegio de Abogados ultima detalles en la denuncia contra el ministro fiscal Edmundo Jiménez, para promoverle juicio político, este se encuentra dispuesto a marcar las debilidades y connivencias de otros fueros.

En la Argentina y en Tucumán, el poder ha cambiado de manos después de muchos años. Sin embargo, el toma y daca y el cortoplacismo de las decisiones políticas contribuye a la mezquindad de los protagonistas que sólo aparecen preocupados por las cosas que pueden manejar; y no por la trascendencia de sus actos. Tal vez por eso los bolsillos engordan y los ciudadanos no ven grandes transformaciones.

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