Pequeño manual ilustrado

Pequeño manual ilustrado

El gobernador repasa a diario un decálogo de normas para conducirse en la política que él mismo se impone, aunque se trate en algunos casos de lecciones aprendidas. La oposición tucumana, en contraste, exhibe dificultades para aprender armonías, y hasta para cuidar a sus visitas

“El pequeño Juan ilustrado” es el manual que el Gobernador lee todas las mañanas antes de comenzar la jornada laboral. El primer (auto)mandamiento dice: “no confrontarás”. Con letras más chiquitas subraya: “…especialmente, no confrontarás ni con Cano ni con Amaya”. El segundo (auto)mandamiento indica: “No le contestarás a Alfaro”. En las instrucciones de uso de este pequeño manual ilustrado explica que a Alfaro se le debe responder a través de los técnicos, ministros u otros funcionarios. Cualquier parecido con lo que hace el intendente de Capital es pura casualidad. El cuarto mandamiento parece fundamental: “No pelearás con José Alperovich”. Más abajo precisa: aún cuando te lleguen datos sobre los movimientos políticos del ex gobernador y de las invitaciones que les hace a los funcionarios para salir con ellos a visitar vecinos. Como en esos libros que acompañan a los lectores toda la vida hay anotaciones del dueño. Con lápiz rojo en este acápite dice: “Cuando te vengan con los chismes responde siempre: José cumple. Cuando le pedimos algo, él cumple”. El quinto mandamiento advierte: “No responder a los muchachos que no tienen cargos y que por lo bajo andan criticando todo y recordando que gracias a ellos Manzur es gobernador”. En letras chiquitas se alcanza a leer: “hay que esperar, hay que esperar, paciencia”. Lo que ya está muy borrado y no se lee es “hasta cuando”. El sexto mandamiento no admite precisiones: “no renegar de los concejales y legisladores de la Capital que no lo defienden cuando alfaristas o amayistas le tiran dardos”. El séptimo mandamiento no está escrito porque se lo enseñó José, el mejor alumno del kirchnerismo, y enseña a decir “sí” sin importar de qué se trata cuando hablan desde la Nación. El octavo tampoco figura porque es inherente al cargo y que consiste en pagar en tiempo y forma, caso contrario no seguirás gobernando. El noveno lo invita a rezar para que el “Plan Qunita” nunca lo acune. El décimo parece un juego pero no tiene nada inocente: “Juntarás un álbum de figuritas y cuando esté lleno, tenlo a mano porque ante cualquier necesidad te servirá para canjearlo”.

Llenando el álbum
El álbum de figuritas es tan importante como esos 10 mandamientos que el Gobernador repite como una letanía fundamental. En los últimos días pegó una figurita inédita. Increíble por los protagonistas de la imagen y por la factibilidad de hacerla. Hasta por razones de seguridad no suele ser común: el gobernador, el vice y el presidente de la Corte Suprema de Justicia viajen, ida y vuelta, en el mismo avión. Es un hecho insólito para los últimos tiempos políticos. El Bicentenario y el Congreso Eucarístico lo hicieron. Manzur, Osvaldo Jaldo y Antonio Gandur se elevaron a las alturas y aterrizaron en la Casa Rosada junto al arzobispo tucumano, Alfredo Zecca, y le estrecharon la mano a Macri. Precisamente, el obispo no suele ser un delicado constructor, sino, por el contrario, más de una vez tuvo que andar poniendo parches a causa de sus exabruptos. Sin embargo, esta vez, al haber hilvanado este encuentro se convirtió un hábil gestor del entendimiento y las fotos ayudaron a subrayar gestos altamente necesarios. En primer lugar tantas autoridades juntas es un bálsamo para una sociedad tan susceptible a la pelea y a la discusión interna. En segundo término, cuanto más cerca de Jaldo aparece, más tranquilo camina Manzur. No puede ignorar que el vicegobernador es capaz de decir –y jurar- cosas tan increíbles como que “Alperovich es el mejor gobernador de la historia de Tucumán”; pero también sabe que el vice tiene la habilidad de manejar los hilos de la política y de la intriga mejor que muchos. Por eso Manzur no se cansa de repetir: “Él me cuida la espalda”. En tercer lugar, que el Presidente de la República se acerque a las principales autoridades tucumanas no es un hecho común. Y, en cuarto término, la presencia de Gandur es oxígeno para el Poder Judicial, en cuyos edificios se venía escuchando más “Será intervención” que “Será Justicia”.

Michetti en dos actos
Tucumán no sólo estuvo en la cabeza del Presidente, sino también de la Vicepresidenta, que pasó 48 intensas horas en el poceado Jardín de la República. Los estudiantes de Franja Morada y los seguidores del intendente capitalino consiguieron muy buenos lugares en el salón de actos de la Facultad de Derecho. Eran butacas estratégicas para aplaudir a Adela Seguí y a Domingo Amaya. Tenían las manos listas, cual tribuna futbolera, para aplaudir cuando los nombraron. Tan atentos y expectantes estaban que se olvidaron de cuidar la puerta de entrada y fue allí donde terminó siendo interceptada e increpada Gabriela Michetti. El peronismo ha enseñado siempre, y La Cámpora ha dado una cátedra el miércoles en Comodoro Py, de que nunca viene mal un cordón de mlitantes para cuidar a la estrella del encuentro. Para algunos, la desprotección de Michetti es una muestra del cambio; para otros es un riesgo que no se debe correr.

El acto en Derecho había sido organizado hace varias semanas y los directores de la puesta eran los decanos opositores a la rectora de la Universidad Nacional de Tucumán, Alicia Bardón, y el mismísimo Domingo Amaya. La operación tenía tantos “top secret” que todos se terminaron enterando. Había pergeñado que en el álbum de figuritas universitarias una de las imágenes principales iba a ser la foto de Michetti junto a Amaya y a Seguí. Pero de pronto apareció al quien a quien no se esperaba. “Y vos, ¿qué hacés aquí?” le había preguntado Amaya a José Cano. “Y… por aquí ando”, habría sido la respuesta del radical. Pocas palabras, pero las suficientes para incomodar a todos, hasta al fotógrafo. Por la tarde, en La Costanera, la cantidad de intendentes justicialistas le puso un acento peronista a un acto que esperaba darle una impronta macrista. Ante esto, Michetti eligió hablar los chicos de la barriada a los cuales les hizo la consabida pregunta: “¿Qué querés ser cuando seas grande?” Todo iba bien hasta que uno de los chicos respondió: “Policía, porque quiero atrapar a los chorros”. Fue suficiente para que algunos se rían y otros reflexionen y para que den por terminado el acto.

Cinco certezas
Como nunca la semana se despidió con una energía inesperada. La Justicia ha sido el generador de tanta potencia. Es tal la falta de credibilidad del Poder Judicial que haga lo que haga es sospechoso. Cualquier ciudadano duda de la verosimilitud de sus acciones. No debe haber ni un argentino que se haya quedado tranquilo porque el juez Claudio Bonadío citó a declarar a la ex Presidenta. Están los que piensan que el magistrado se tomó venganza. También aparecen los que creen que devolvió favores y que con la citación revitalizó a Cristina. Algo parecido ocurre con el fiscal Federico Delgado y la indagatoria al Presidente. Todos ven operaciones y no actos justos. Tendrán que pasar muchos años y generaciones para que la Justicia recupere la confianza perdida. No obstante, por sus acciones -no por sus versiones, como se discute en todo el país- quedaron varias sentencias ciudadanas, no judiciales. 1) La ex presidenta le ganó una pulseada política a Macri con su concurrido acto. 2) El Presidente tiene serios problemas de comunicación porque sabiendo los problemas, o lo que va a venir, aparece siempre “sorprendido”. 3) Los presidentes argentinos que vinieron a partir de 1989 siempre tienen cita en Tribunales. 4) Los reflejos de Cambiemos funcionan porque en pocos días y con anuncios apaciguó la efervescencia K. 5) La hipocresía ha sido nombrada vocera política y de la corrupción y ese nombramiento debería caducar mañana mismo.

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