Gobernabilidad que cuesta
- Hay plata, sólo que no para nosotros.

Para contextualizar; la frase -reciente- pertenece a un ocupante de la Casa de Gobierno, el “hay plata” hace referencia al Gobierno nacional y el “nosotros” alude a las administraciones provinciales peronistas adscriptas al Frente para la Victoria. El tono de la afirmación era de distancia, de queja, de denuncia en voz baja y hasta de lamento porque la Casa Rosada está ocupada por Macri y no por Scioli. Sí hay dinero -proseguía la retahíla- para la Capital Federal, para Buenos Aires, para Córdoba y para Jujuy. O sea, para los socios del nuevo poder central, a esos a los que, precisamente, no les exigen pruebitas de amor para que demuestren a quién acompañarán en términos políticos e institucionales. Amigos son los amigos.

Precisamente, Manzur se mostró afligido en los últimos días por dar esas muestras de afecto interesado para intentar ingresar al círculo próximo de Cambiemos; si bien no al de confianza plena, por lo menos al de una consideración especial a la hora de la obtención de recursos nacionales o de venias para tomar créditos externos para endeudarse. El viernes, por ejemplo, el gobernador atendió personal y diligentemente en su casa al ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Le hizo recorrer su residencia y frente a un asador lo invitó para arrojar juntos algunos cortes de carne en las próximas semanas.

Minutos después, en un acto en el Salón Blanco, Frigerio recibió una bienvenida bien al estilo peronista: fue calurosamente aplaudido. Y no precisamente gente del PRO había copado el recinto. Hasta Domingo Amaya, el adversario electoral de otrora, sintió que los mimos lo rozaban más allá de su incomodidad por estar jugando de visitante en cancha pejotista. En el domicilio del titular del Ejecutivo hasta habrían convenido el voto de los senadores tucumanos en favor del Gobierno nacional para cerrar el conflicto con los buitres. Algo que está por verse. Todo sea por garantizarse una gestión en paz. Para la dirigencia en funciones ejecutivas, dinero es sinónimo de gobernabilidad; algo que vale tanto para la Nación, para las provincias y para los municipios. Esa cascada administrativa, en el marco de la relación entre política y recursos, genera una nueva forma de clientelismo o de sociedades, con otros nombres. Y distintos niveles de clientes: favoritos, soportables e indeseables.

Favorito del kirchnerismo, por ejemplo, era Alperovich, quien levantó las banderas de la amistad y de la identidad partidaria con la Nación para llamar a votar por Scioli. Esa proximidad le daba ventajas coparticipables, pero disfrazaban un sometimiento político; el mismo que derivó en la imposibilidad de armar una lista de diputados nacionales con tropa propia, sino con referentes “K”; los que ahora padece Manzur, porque no los puede manejar. Quedó demostrado en la última sesión de la Cámara Baja.

Un cliente indeseable para la gestión nacional anterior fue el cordobés De la Sota, que tuvo que recurrir a la Corte Suprema de Justicia para que le devuelvan un 15% de coparticipación que le retenía la Nación, y que luego incidiera en el balotaje al volcar la balanza en favor de Macri con el voto mediterráneo.

En Tucumán, por ejemplo, el intendente capitalino, Alfaro, no quiere ser un “indeseable” del Poder Ejecutivo provincial. Quiere sortear ese posible sometimiento tratando de ser un “favorito”, pero de la gestión nacional de Cambiemos. Por eso, el 7 de marzo, le pidió a Macri el envío de recursos en forma directa (Nación-Municipio), sin intermediarios. Teme una asfixia económica de la Provincia, a manera de castigo por “no ser ahora del palo, habiendo sido del palo”. Y justificó su demanda: eso genera gobernabilidad. Ergo, el jefe municipal teme que no lo dejen gestionar.

En ese aspecto, si bien quiere ser un “favorito” del macrismo debe cuidarse de que sus aliados circunstanciales no lo consideren un cliente “soportable” en función de los futuros comicios, porque los radicales siguen soñando con la Capital. Es que el acuerdo Cano-Amaya sigue siendo una espina para algunos hombres de Alem. Alfaro tiene muchos enemigos; y sólo manejando recursos que apuntalen su gestión los puede mantener a raya. Por de pronto, la promesa de Amaya de apuntalar con recursos al jefe municipal para obras en la peatonal es un mensaje que le lleva tranquilidad a Alfaro; ya que expone a propios y extraños que tiene una mano de dónde aferrarse en la Nación.

En cambio, Manzur se desesperó por mostrar que Macri puede contar con Tucumán en el Congreso, más allá de los adversarios que tiene adentro y que son parte de la herencia kirchnerista, como los diputados Marcelo Santillán, Alicia Soraire y Mabel Carrizo. Los tres desoyeron sus ruegos para que acompañen el acuerdo con los holdauts, o fondos buitre; gestión que debía hacer a sabiendas del resultado. Para el oficialismo tucumano, hoy los parlamentarios K son irrecuperables, tanto que ni siquiera se intentó convocar al PJ para darles mandato, ya que de antemano intuían el desenlace.

Dar esa orden hubiera significado un quiebre anticipado en el peronismo, una disputa interna que se quiere evitar por ahora. Apostaron más a la ingobernabilidad de Macri, que a la gobernabilidad de Manzur; se oyó a manera de disgusto por las cercanías de la plaza Independencia. El PJ chaqueño, a instancias de Jorge Capitanich -intendente de Resistencia- dio mandato a sus diputados del FpV para que rechacen el convenio: los cuatro lo hicieron. Pero, resultó que, días después; el gobernador peronista de Chaco, Domingo Peppo, expresó en el Senado su aval al acuerdo. Partido y diputados enfrentados al gobernador.

A eso no se llegó en Tucumán, porque el partido local no fue convocado para tratar el tema. Y no sucedió por otras consideraciones: el PJ presidido por Beatriz Rojkés no podía aparecer enfrentado tan temprano a los militantes de Cristina, ya que implicaba la ruptura explícita del peronismo tucumano y del Gobierno provincial con el kirchnerismo, cuando el partido está a días de atravesar un proceso de elección de nuevas autoridades. Una divisoria de aguas que aún no se quiere concretar en el PJ a nivel nacional. Algo así como que la grieta que divide a la sociedad se instale también en el justicialismo.

Además, nada simpático hubiera quedado el PJ dando un mandato a sus diputados y que estos lo desoyeran. Están en observación, se atrevió a sugerir un funcionario manzurista sobre el desaire de Santillán, Soraire y Carrizo. El primero y “Alicita” -como Alicia Kirchner llama cariñosamente a la segunda- tienen mandato hasta 2019, o sea que no pueden presionarlos o molestarlos porque están tranquilos en sus bancas; en cambio la esposa del ex legislador camporista Jesús Salim concluye su mandato en 2017. Lo mismo que Miriam Gallardo, que -en cambio- apostó a la gobernabilidad de Tucumán y apoyó el acuerdo con los holdauts. Soraire no le debe nada a Manzur y a Alperovich, su aparición en la lista del FpV fue por sugerencia de Cristina. Vivió en Santa Cruz, militó en “Kolina”, fue subsecretaria en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y festejó su elección “por la memoria de Néstor”.

A lo sumo, por ahora, a estos tres diputados sólo se les puede señalar, como lo remarcó un hombre del equipo manzurista a manera de denuncia, que se dejan llevar por veinte porteños y bonaerenses que no tienen responsabilidades de gobierno en sus distritos, porque ellos perdieron. Aquí debemos pensar en gobernar. Eso implica arrimarse al poder central con gestos de amistad, lo que no pudo lograrse con el voto de los tres diputados. Ahora el oficialismo puede redimirse en el Senado con Alperovich y Beatriz Mirkin. Tengo el voto del senador, dijo el presidente de Diputados, Monzó, el viernes. El ex gobernador guarda silencio. Sólo su compañera de banca habla: el senador Alperovich y yo estamos trabajando con el bloque y estamos acompañando al gobernador.

Mientras tanto, Manzur se deshace en muestras de acompañamiento y de simpatías frente al Gobierno nacional. Tanta es su necesidad de auxilio. Es que debe tratar de ser un cliente por lo menos “soportable” a los ojos del macrismo, porque -además- hay planes sociales que dependen de la Nación y cuya remisión de recursos peligran. Si caen habrá más desocupados y menos comedores comunitarios para atender a 3.000 chicos. Drama social. En 11 días finaliza la prórroga que se dio a los programas Argentina Trabaja y Ellas Hacen, por los que subsisten 25.000 tucumanos y por los que la Provincia recibe $ 60 millones. Desde el área de Desarrollo Social confían en que -como se les habría prometido desde el Gobierno nacional- las áreas sociales no van a ser espacios de conflictos políticos de la Provincia con la Nación.

Sin embargo, pese a las muestras de cariño del manzurismo con el macrismo -que los kirchneristas duros cuestionaron por las redes sociales el mismo viernes-, Manzur no desiste del juicio que inició la Provincia para reclamar la devolución del 15% de coparticipación retenido por la Nación. El juicio está en trámite, y sigue; deslizaron desde la Fiscalía de Estado: lo que revela que alguna desconfianza anida en el gobernador respecto de las promesas de la Nación de devolución del 15% en cinco años. O bien guarda esa carta para otro momento.

Todo sea por la gobernabilidad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios