El Salí devoró el barranco y los vecinos corren peligro

El Salí devoró el barranco y los vecinos corren peligro

A los barrios Barranquilla del Salí, Las Piedritas, Aeropuerto Sur y Nueva Esperanza el río los dejó al borde del abismo.

PELIGRO. Pegada al árbol que ahora muestra sus raíces había una casilla que estuvo cerca de caer con los derrumbes. Entre la superficie y el río hay al menos cinco metros de altura. LA GACETA/ FOTO DE FLORENCIA ZURITA. PELIGRO. Pegada al árbol que ahora muestra sus raíces había una casilla que estuvo cerca de caer con los derrumbes. Entre la superficie y el río hay al menos cinco metros de altura. LA GACETA/ FOTO DE FLORENCIA ZURITA.
26 Febrero 2016
Nadie ha dormido la madrugada de ayer en los barrios de la costanera del río Salí. Con las crecidas de los ríos Acequiones, Choromoro y Vipos, al noroeste de la provincia, las compuertas del dique de El Cadillal tuvieron que abrirse para aliviar la presa y la fuerza del agua comenzó rápidamente a socavar las barrancas del río Salí, dejando en grave peligro a los asentamientos capitalinos ubicados en las márgenes de ese curso de agua.

“El barranco no paraba de derrumbarse. Toda la noche se escuchó cómo se desmoronaba. Se llevó tres árboles de acá. Por eso nos pasamos la noche en vela, todos preparados para lo peor y para salir corriendo si el río sigue avanzando, pero por ahora no podemos dejar nuestras casas porque es lo único que tenemos”, contó César Oscar Pachi, quien vive desde hace 20 años en un barrio conocido como Barranquilla del Salí, en la costa oeste del río.



Algunos vecinos que quedaron repentinamente al borde del abismo -hay unos cinco metros de altura entre la superficie donde están las casas y el lecho del río- ya habían desarmado sus casillas y se habían ubicado en casas de familiares o vecinos. El movimiento en el asentamiento era incesante: de todas las casas sacaban camas, colchones y otros bienes para estar preparados ante el eventual avance del río.

Según el relevamiento realizado por la Dirección de Familia y Desarrollo Comunitario de la Minicipalidad capitalina, son 92 casas las que conforman el precario barrio Barranquilla del Salí. De esas, 15 estarían más complicadas si la situación persistiera y seis estaban ayer en situación crítica.

Josefa Antonia Brandán, una de las vecinas, se quejó de la inacción oficial. “Vinieron a censarnos, a ver las necesidades, y se fueron. Así es siempre, esto es algo de todos los veranos, el río avanza cada vez más pero a nosotros no nos dan solución”, reclamó.

Sandra Miranda, directora de Familia y Desarrollo Comunitario municipal, explicó que la primera visita fue para relizar el relevamiento y comenzar a coordinar con Defensa Civil provincial y municipal las acciones a seguir. “Es necesario entrar con máqinas al río para reencauzarlo y lograr que no siga golpeando en los barrancos, porque eso es lo que genera el peligro. Pero con la cantidad de agua que lleva es imposible trabajar ahora”, explicó. Informó además que ayer dejaron personal de Defensa Civil y un móvil del 911 ante cualquier eventualidad.

¿Y a largo plazo?

Hay dos posturas encontradas en los barrios de la costanera del Salí. Ayer, en el recorrido que realizó LA GACETA, la mayoría de los vecinos pedían que con urgencia los reubiquen en otro lado, porque el río ya ha dado muestras de que en cualquier momento puede producir una catástrofe. Las autoridades se lo repiten una y otra vez cada vez que ocurre algo: no es un lugar apto para vivir, porque los peligros son muchos y no está preparado ni geográfica ni infraestructuralmente para viviendas. Ellos conocen esta realidad, pero sostienen que no tienen otro lugar a dónde ir. Los funcionarios, a su vez, sostienen que no quieren dejar la zona, porque están arraigados y porque allí desarrollan sus actividades, principalmente en la clasificación de la basura.



“Los colchones y las chapas que nos traen cada vez que hay tormentas o inundaciones se van con la inundación siguiente. Este es nuestro lugar, pero nosotros necesitamos que nos trasladen a otro lado. Ya no podemos vivir así”, reclama Isolina Décima. Ella es cartonera, recoge basura y cría chanchos en el fondo de su casa, que tiene una peligrosa bajada cubierta de basura hacia el Salí.

La titular de la Dirección de familia comprende que la asistencia con Defensa Civil, las evacuaciones en el albergue municipal, las chapas y los colchones son únicamente una forma de asistencia inmediata, pero que no acarrea soluciones verdaderas. “La solución de fondo es trasladar a todas estas familias, como también a la de los barrios Las Piedritas, Aeropuerto Sur y Nueva Esperanza, entre otros. Es necesario reubicarlos porque viven en una zona que no es apta. Todo ese barranco que se está comiendo el río no es ni siquiera tierra firme, sino que es más basura que otra cosa. La necesidad está planteada y ya comenzamos a conversar de este tema con la Provincia. Es urgente trasladar estos barrios”, insistió la funcionaria.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios