Denuncian haber recibido torturas de la Policía

Denuncian haber recibido torturas de la Policía

Según su presentación en la Justicia, los hermanos Herrera sufrieron golpes y uno de ellos, una descarga eléctrica con picana Después de los ataques violentos, los habrían trasladado desnudos hasta otro destacamento, donde estuvieron hacinados, sin comida y sin permiso para ir al baño

DENUNCIA. Marcio y Luis Alberto irán “hasta las últimas consecuencias”. la gaceta / foto de diego aráoz DENUNCIA. Marcio y Luis Alberto irán “hasta las últimas consecuencias”. la gaceta / foto de diego aráoz
13 Febrero 2016
El 30 de enero, Luis Germán Herrera y su hermano, Marcio Benjamín, volvían a las 7 de la mañana del boliche con un amigo. No había sido una noche de diversión sino de trabajo. Luis Germán es RR.PP. y Marcio fotógrafo. Iban camino a su casa. De ninguna manera imaginaban que llegarían a su hogar dos días después, con hambre, con frío y adoloridos. Según la denuncia que presentaron en Tribunales, fueron torturados en la Comisaría 3° de la capital tucumana.

Cuando pasaban por avenida Alem y Bolívar, unos seis sujetos comenzaron a provocarlos. Después los rodearon. Cuando empezaron a volar las primeras piñas, llegó la Policía, según señala el padre de las víctimas, Luis Alberto Herrera. “Ahí los agresores se fueron como a 50 metros. Los efectivos les decían a mis hijos que se fueran de ahí, pero mis hijos les decían que apenas se fuera el patrullero los sujetos los iban a emboscar. Hubo una discusión y los metieron al patrullero. Los esposaron, los llevaron y nunca los dejaron hacer una llamada por teléfono”.

Marcio llega en este momento de la entrevista, justo a tiempo para dar su versión. “Nos ciñeron muy fuerte las esposas, nos hablaban mal. Cuando mi hermano le pidió a un policía que lo dejara comunicarse porque era su derecho, recibió como respuesta que él ‘miraba muchas películas’. Un policía le dio con la picana en el brazo. Los otros efectivos que veían, se reían. Yo les cuestioné, y me escupieron. A cada rato venían y nos daban piñas”.

El padre de los jóvenes es comisario retirado. Cuenta que estuvo 30 años en servicio en la fuerza, y que jamás vio lo que le pasó a sus hijos después de las agresiones. “Les sacaron las camisas, pantalones y zapatillas a ambos. También los celulares, billeteras, llaves y plata. De ahí los llevaron a un destacamento de la calle Jujuy al 4.000 y los tuvieron desnudos todo el tiempo. He visto cosas, pero jamás que se trasladen desnudas a dos personas, como les pasó a mis hijos”.

Su esposa, Zulema de la Silva, prosigue con el relato de ese fatídico sábado. “A nosotros nos avisó dónde estaban la hermana del amigo de ellos, que estaba en la misma situación. Cuando llegamos, un oficial nos dijo que estaban ‘castigados’, que no podían recibir visitas, ni darles comida. Ya pasaron esas épocas, estamos en democracia. Los despersonalizaron, los humillaron. Ahora nosotros tenemos miedo”.

Según Marcio, después del traslado se terminaron los golpes pero la situación estuvo lejos de ser buena. “Pasamos dos días desnudos, en una celda de dos por dos. Éramos siete, porque estábamos con otros detenidos. No podíamos ir al baño. Teníamos que orinar en botellas y defecar en una bolsa. Había mucho olor, y no me imagino la cantidad de bacterias que había. No nos dieron comida. La que nos llevaron mis padres, se la quedaron los policías. Comimos lo que nos compartían los presos”.

El lunes, primer día de febrero, llegaron a su casa. Ese día les dieron la libertad. “El comisario nos dijo que él se iba a hacer cargo de la multa el lunes, y los dejó ir. La situación era caliente para ellos, sabían que habían actuado mal”, señala Luis Alberto.

La causa está en manos de la fiscala María del Carmen Reuter. El padre de los hermanos dice que irá hasta las últimas consecuencias. “No voy a dejar pasar esto. A mí ya me balearon la casa alguna vez porque denuncié personal policial. Yo sé con lo que estamos lidiando”.

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