¡Hubo fiesta en la plaza Independencia!

¡Hubo fiesta en la plaza Independencia!

Se realizó "Una Nochebuena diferente" para "los sin techo" de esta capital.

LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
“Una Nochebuena diferente” estaba planificada para “los sin techo”, para la gente en situación de calle. Los tres chicos que la organizaron querían  ver feliz a los que no tienen con quién brindar.  Pero el Niño Dios, que ve más allá y más acá, dio vuelta las cosas con su lógica de niño, y Él mismo invitó a su fiesta a muchos otros que no son mendigos ni pobres, y que también estaban solos y aburridos. Por eso la de anoche fue una noche mágica, en la que se desplomaron todas las diferencias que separan a los hombres. Los linyeras bailaron con las mujeres que viven solas en barrio Norte y el pobre con el rico se abrazaron y brindaron,  mientras que hasta último momento la gente seguía bajando de los autos, con sus vestidos de noche, cargados con bolsas con sándwiches, panes dulces, sidra para el brindis y regalos para cualquiera. A mí me tocó un rosario muy bonito, pero un joven de barba larga y que vive en la calle me pidió que se lo cambiara por una remera que le había tocado a él y le quedaba grande; además – decía- ya no le entraba en “su” vereda.

De dónde salió tanta comida, gaseosas (estaban prohibidas las bebidas alcohólicas) y cosas dulces es otro misterio de la Nochebuena. Había más de 25 tablones con sillas donde se sentaron unas 150 personas en la vereda de la plaza que da hacia el frente de la Casa de Gobierno. La hilera de mesas todas con manteles y hasta con centros de mesa armados por algún “buen samaritano” llegaba casi hasta las esquinas. Pero llegaron a ser más de 300 con los que se largaron después de las 12 para saludar y sumarse al baile.

Me fui a las 3.30 cuando la fiesta todavía estaba en su auge. Me alejé  preguntándome qué harían Silvina Terán, Daiana del Campo y Francisco Díaz Vázquez, los organizadores de esta Nochebuena inédita en Tucumán, con tantas mesas completas con comidas dulces y saladas que habían sobrado. Esta mañana me lo contaron. Cuando terminó todo … ¡a las 7 de la mañana! Y después de preparar viandas para todos los que se iban con el “paquetito”, Silvina, Francisco y Daiana, junto a muchos voluntarios anónimos y circunstanciales, subieron todo a una camioneta y lo repartieron entre los hogares de niños y ancianos y de los comedores comunitarios de la ciudad.



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