“Si la ética está en nuestra conciencia, el derecho sobra”, asegura un jurista

“Si la ética está en nuestra conciencia, el derecho sobra”, asegura un jurista

El profesor dijo que este es el tiempo de la ética: “la sociedad la exige a quienes ejercemos el poder en cualquier campo”. Invitado por el Consejo Asesor de la Magistratura, el experto Vigo impartió clases a aspirantes a la judicatura.

EN ACCIÓN. Rodolfo Vigo durante la clase que impartió en la Escuela Judicial del Consejo de la Magistratura. la gaceta / foto de irene benito EN ACCIÓN. Rodolfo Vigo durante la clase que impartió en la Escuela Judicial del Consejo de la Magistratura. la gaceta / foto de irene benito
13 Diciembre 2015
-Esta época se manifiesta como enemiga de la ética en general y de la ética judicial en particular. Usted que la promueve, ¿se siente un predicador en el desierto?

-Doy clases de ética judicial convencido de que, más allá de la realidad, se trata de un discurso incorporado a la agenda pública en forma indiscutible. Hace ocho años que estoy jubilado y viajo mucho, de hecho vengo de estar en México, en República Dominicana y en Perú, y en todos lados aparece una sociedad que reclama ética a sus jueces y a las autoridades del Estado en general. La ética judicial es importante por el protagonismo que ha adquirido la Justicia, que debe juzgar conflictos con enorme impacto social y político. Esto es bastante visible: la sociedad del Siglo XXI dirige sus demandas al Poder Judicial y no tanto a los poderes políticos. Los magistrados no pueden simplemente aplicar el derecho: se les pide más. Por ejemplo, la independencia y la imparcialidad tienen que ver con las causales de recusación y de excusación, pero, para ser considerado independiente, no basta conque el juez se subordine a ellas. El derecho plantea un mínimo: la ética pide más al implicar un ser y un parecer que estén comprometidos con la excelencia. No es tan importante que el magistrado duerma tranquilo como que la comunidad pueda descansar en sus magistrados.

Una biografía de Rodolfo Vigo (Santa Fe, 1946) podría definirlo tranquilamente como el gurú de la ética judicial en Argentina. Vigo lleva años hablando sobre este tema tan delicado, siempre con un optimismo que contrasta con la tendencia exhibicionista de la judicatura adicta al poder (el presidente Mauricio Macri abordó ese fenómeno en el mensaje inaugural de su mandato, cuando dijo que no quería jueces macristas). El ex ministro de la Corte Suprema santafesina -su retiro en 2007 dio lugar a un trámite previsional cuestionado que le deparó sinsabores- llegó a esta ciudad a finales de octubre, por iniciativa de la composición anterior del Consejo Asesor de la Magistratura, para brindar una conferencia magistral y dictar clases en la Escuela Judicial. Durante un recreo, el doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales respondió las preguntas de LA GACETA.

-Posiblemente los jueces de hoy sean los mejor remunerados de la historia. Esto es muy positivo, pero resulta que la magistratura no cumple horarios; es en general morosa y parece más consciente de sus privilegios que de sus obligaciones. ¿Esto forma parte del reclamo que la sociedad hace a los magistrados?

-No conozco la realidad tucumana, pero en todas partes se dice que el Siglo XIX fue el de la ley y el Poder Legislativo; que el XX fue el del Poder Ejecutivo y que el XXI es el siglo del Poder Judicial. Yo fui juez durante 23 años y me persuadí de la necesidad del autocontrol, que es un reclamo ético. Están los jueces que violan toda ley; los que se conforman con respetarla y hacerla respetar, y los que se entregan de tal manera a su trabajo que terminan siendo héroes. Si la ética está en nuestra conciencia, el derecho sobra. La sociedad exige esto a quienes ejercemos el poder, cualquiera sea nuestro campo de acción.

-El problema es que ciertos procederes reñidos con la ética se han extendido demasiado. Por ejemplo, el nepotismo, que es una moneda corriente en los Tribunales de Tucumán.

-Para eso están los códigos de ética...

-La provincia no dispone de esa herramienta. En 2014, un legislador oficialista presentó un proyecto de ley que no prosperó, en parte por la oposición de los propios jueces.

-La Legislatura no debe imponer una ética a otro poder del Estado. Cada Justicia necesita darse un código, que consiste en la definición de las exigencias que hacen al buen juez. Pero, ojo, el código debe satisfacer también la demanda del pueblo.

-Hay quienes creen que a la sociedad no le importa, por ejemplo, que los concursos públicos estén digitados de tal forma que ganen siempre los que mejores contactos tienen.

-Si los concursos siempre consagran a los amigos de la autoridad de turno y no a quienes tienen los méritos, el daño institucional es inmenso. La deslegitimación alcanza también a los beneficiados por esos procesos de selección. La legitimación es lo que da el auténtico poder. En el caso del juez, para fallar a favor o en contra de quien sea y, en ambos casos, ser comprendido y respetado por la sociedad. Es, por eso digo, el tiempo de la ética.

-La teoría está clara, ¿por qué cuesta tanto aplicarla? Sin ir más lejos, algunos de sus alumnos, que aspiran a ser jueces, querían firmar la asistencia para poder abandonar la clase...

-El ejemplo está muy bien para mostrar cómo somos y el nivel ético de nuestra sociedad. En Suiza y en Japón, un argentino ve un semáforo con la luz verde y pasa con los ojos cerrados. Aquí se sabe que el mismo semáforo resulta meramente indicativo y que sólo será respetado estrictamente si hay un inspector de tránsito a la vista. Nosotros solemos confiar demasiado en la ley, pero el derecho es un instrumento pobre y fácilmente manipulable. Por eso, aunque Al Capone sepa derecho, no lo hagamos juez, porque el saber académico no garantiza nada. Para ser juez, el primer requisito es ser un hombre bueno y, luego, perito en derecho.

-¿Cuán lejos o cuán cerca han de estar los jueces del poder político?

-Es un tema discutido. Hay quienes sostienen que el magistrado incluso puede ser un militante. Pero el pueblo pretende que sus jueces guarden cierta distancia de los poderes en general: políticos, económicos, mediáticos, etcétera. El juez tiene que ser y parecer confiable. En Paraguay llegaron a sancionar a tres ministros de la Corte Suprema (Raúl Torres Kirmser, Wildo Rienzi y Víctor Núñez) que fueron fotografiados mientras se abrazaban con un senador (Juan Carlos Galaverna) durante una fiesta. ¿Por qué hubo una sanción? Porque el pueblo no veía esa foto con buenos ojos.

-¿Es ético que un juez vaya a la residencia del gobernador para participar de una reunión con colaboradores o que haga viajes de placer con letrados con grandes intereses en su tribunal?

-En términos genéricos, la ética exige transparencia. En medio de la oscuridad nadie es ni parece confiable.

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