80 años de puro amateurismo

80 años de puro amateurismo

Tucumán de Gimnasia les dio alas a grandes sueños

SIEMPRE CONCURRIDO. En pocos días, lo que hoy es una cancha techada, con tribunas, se convertirá en gimnasio cerrado. la gaceta / fotos de josé nuno SIEMPRE CONCURRIDO. En pocos días, lo que hoy es una cancha techada, con tribunas, se convertirá en gimnasio cerrado. la gaceta / fotos de josé nuno
10 Octubre 2015
Hay un cocodrilo-dinosaurio-ser mitológico (que no tiene cola) mirando desde hace 80 años la pileta oval trunca del hoy Tucumán de Gimnasia. Ante sus inertes ojos de material, desfilaron generaciones y generaciones de niños y jóvenes dispuestos, ya a aprender los secretos de la natación, ya a sofocar los sopores de los veranos tucumanos.

Hay una cabeza de león hecha en relieve, sostenida en la pared posterior del edificio principal, que da a una especie de fuente-bebedero, que en años y años del más puro y genuino deporte amateur que se practicó en las instalaciones (bajo sol, luna, cielos azules o nublados, estrellas, lluvia), recibió pelotazos, caricias, miradas y sigue allí, indiferente.

Hay un inicio de historia, como gimnasio estatal 9 de Julio, que devino luego en club, en 1935, llamado Friedrich Jahn a instancias de empleados alemanes que trabajaban en la cervecera, que quisieron homenajear a un instructor de gimnasia, célebre en su país, que legó al mundo del deporte el uso de las barras paralelas, las anillas y la barra horizontal en competencias internacionales.

No está ya el quincho que un incendio convirtió en polvo (más no en olvido); ni tampoco el tinglado que un tornado desusado hizo volar cual barrilete metálico. Mucho menos la pérgola de rosas que rodeaba la pileta hasta los ‘60, arrancada de cuajo para ganar espacio. Se fueron como se fueron muchos que alguna vez fueron voz y presencia, que enseñaron, dirigieron, aprendieron, bailaron en las tardes de matiné o aplaudieron a los ídolos deportivos que mostraron in situ lo mejor de sí.

Están las fotos inevitables de un tiempo que no se detiene. Ajadas muchas, convertidas en cuadro otras, mostrando rostros juveniles, anhelantes, desafiantes y soñadores. Y fechas. Y nombres. Y conquistas. Y datos que la historia devuelve a los incautos ojos de quienes se detengan en ellas.

Están las copas y trofeos, confirmación de lo que las fotos sugieren, que se apilan en desordenado orden en una vitrina que llega hasta el techo, tal el éxito, tal la perseverancia, tal el orgullo de ponerse la camiseta blanca con una banda celeste y salir a defenderla con honor y por la gloria.

Hay pisos de mosaicos que parecen tener una eternidad (en parte con contrapisos de durmientes de ferrocarril). Paredes prolijas por sectores, otras atacadas por la impiadosa humedad tucumana. Placas de agradecimiento, también aquella que certifica el traspaso del predio. Están los arcos y algunos detalles más de reminiscencias romanas, que daban aspecto magnífico en sus principios a la obra, hoy apuntalados con paredes que crearon ambientes multiusos.

Surgen los apellidos insignes, una pléyade de ellos, de gente que invirtió, que invierte horas en el club. D’Urso, los Hernández, los Cozzitorti, Schwab, Díaz, Molina, Vildoza, Luna, Giunta, Cerisola, Décima, Bertini. López, Buscetto, Salazar. Y así al infinito...

Están los chicos. Muchos, muchísimos. En sus manos, pelotas de voley, de handball, de fútbol; con una paleta de pádel; vestidos para practicar artes marciales, con equipo de gimnasia o en malla y ojotas. Gritan, corren, se esfuerzan, se esmeran en hacerlo bien. Y están sus papás, sus abuelos. La familia.

Y está el futuro gimnasio cerrado, fruto del esfuerzo de muchos, orgullo propio y ajeno, que marca el paradigma “gimnasista”: vencer los escollos, levantarse ante los tropiezos, seguir funcionales aún ante la escasez de medios, siempre adelante. Amateurismo en esencia, pero digno, de ese que supera al tiempo y abre ganas de ponerse otra vez los “cortos” y transpirar la camiseta. De paso, curiosidad y homenaje al fin, beber de un sorbo tanta historia, la del club y la de quienes le dieron vida.

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