La enorme fama de Lillo

La enorme fama de Lillo

Cálido elogio al inaugurarse la Universidad.

MIGUEL LILLO. El ilustre sabio tucumano fotografiado en su biblioteca.LA GACETA / ARCHIVO. MIGUEL LILLO. El ilustre sabio tucumano fotografiado en su biblioteca.LA GACETA / ARCHIVO.
A pesar de su actitud reservada y de su desdén por toda figuración, el sabio Miguel Lillo gozó siempre en Tucumán de un impresionante prestigio. Era tan grande su fama que, al inaugurar nuestra Universidad, el 25 de mayo de 1914, el gobernador Ernesto Padilla le dedicó un largo párrafo especial.

Expresaba Padilla que, “aún en las esferas más ajenas al comercio ordinario de las ideas y del aprovechamiento de las aptitudes comunes, se llega a donde se quiere llegar y se consigue la obra propia, cuando se la crea y se la trabaja con suficiente consagración”. Quería corroborar el concepto con “un oportuno y bello ejemplo”.

Dirigiéndose a Lillo, presente en la ceremonia, Padilla le pedía disculpas por vulnerar su innata modestia. Pero le parecía que Lillo señalaba “una cima de lo que puede alcanzar la voluntad de un hombre cuando, aun en la soledad y ante la indiferencia, enciende su lámpara para estudiar y pensar”.

Agregaba: “Joven, tuvisteis el amor de las ciencias naturales y formasteis la sana vocación de dominarlas. Autodidacta, lo habéis conseguido, y los sabios del mundo conocen vuestro nombre, agregado al de las nuevas especies de fauna y flora que habéis clasificado en nuestro suelo, o a través de vuestras investigaciones”.
 
Del mismo modo que, añadía, “dignísimamente llevado entre austeras disciplinas, fuisteis reverenciado como eminente Doctor de la ciencia, antes de que os llegara el título académico en que os consagra –en un acto que la honra- la ilustre Universidad de La Plata”. Padilla calificó a Lillo de “honra de nuestra provincia”.

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