Un electo sin pasado
Juan Luis Manzur está en cuenta regresiva. En 23 días será ungido como gobernador de Tucumán, tras una dura batalla electoral, que incluyó denuncias de fraude por parte de la oposición; multitudinarias marchas contra el oficialismo que lo catapultó al nuevo cargo; tractorazos y cuestionamientos de todos los colores. Frente a tantos cascotazos, el actual vicegobernador se ha vuelto más celoso a la hora de dar a conocer sus decisiones o definiciones acerca del plan de gestión y de los colaboradores que lo acompañarán en su nueva etapa. No reniega del pasado, pero sí quiere marcar una fuerte división de lo que fue la administración de su creador, José Alperovich, respecto de la impronta que le dará a su gobierno. No es para menos: arranca con una sensación térmica bajo cero. El calor social no ha sido su aliado en momentos en que más necesitó del apoyo. Lo dice en privado; se cuida de ocultarlo en público. Manzur está decidido a cambiarle la cara al Poder Ejecutivo y a no aceptar maquillajes de personalidades que hoy ocupan lugares centrales en el elenco oficial. No les dice que no directamente: a su modo, les genera un vacío y esa sensación de que, tras el 29 de octubre, a esos hombres y mujeres que llegaron hasta el final del ciclo de Alperovich sólo resta decirles “gracias por los servicios prestados”.

Hay caras largas en el entorno de Alperovich; el poder es ese atributo que muchos funcionarios han ejercido a ultranza y que, al agotársele la batería, sólo alcanza para alimentar los miedos al llano. El propio líder del proyecto político que se consolidó hace 12 años está nervioso. Cuentan que se desespera en su oficina porque Manzur no le cuenta todo. Alperovich no será el hombre de consulta permanente. Ese parece ser el lema de su sucesor. Salvo el apellido Yedlin, el resto de los nombres que trascendieron para ocupar espacios en el gabinete son más que fusibles. “Nadie tiene un lugar asegurado hasta el 26”, cuentan en la sede de 25 de Mayo y San Martín. Ese día, el posterior a las elecciones presidenciales, el propio Manzur tiene previsto presentar en sociedad a su gabinete, en una conferencia al estilo de esas que suelen dar los equipos profesionales de fútbol cuando contratan refuerzos por la nueva temporada. La seguridad es otra cuestión sensible. El nuevo mandatario está buscando a un experto que modifique la sensación social de que nada cambió y de que todo sigue igual que siempre en las calles y hasta en las propias casas violentadas por el delito. La resistencia a la continuidad de algunos expertos es moneda corriente entre los colaboradores del ex ministro de Salud de la Nación.

Hay cortocircuitos; eso es inevitable cuando se entrega más que un cetro o una banda simbólica. Alperovich siente que le otorga a Manzur todo el derecho de crear su propio proyecto político, que trascienda los cuatro primeros años de mandato. Son temores prematuros. Nadie puede saber qué sucederá en esta Argentina volátil. El resultado de los comicios del domingo 25, en particular el de senador por Tucumán, desnudará el poder residual que le quedará a Alperovich si se quiere sostener en la vidriera política. Y otra más: al mirarse al espejo del escenario electoral del país, Manzur no quiere ser “teledirigido”. En otras palabras, el nuevo gobernador busca que no le afecte el “efecto Scioli”, ese que dice que -si bien puede llegar a convertirse en presidente de la Nación- será el kirchnerismo el que digite la botonera del poder en la Argentina; como sucedió en los últimos 12 años.

Dos meses para cerrar este 2015 de recambio y una necesidad de recomponer la relación con la sociedad tucumana. Los reajustes impositivos; el revalúo inmobiliario, las inspecciones tributarias permanentes y otras medidas similares pueden resultar impopulares en un período en el que el nuevo gobernador necesita “amigarse” con una franja social que sigue denunciando vicios electorales.

Dos colaboradores estrechos de Alperovich que quieren seguir con roles protagónicos y una sola respuesta del flamante conductor: no. Todo lo que huela a pasado no resulta reciclable.

Dos esquemas de poder en el mismo seno del oficialismo que se viene y un interrogante: ¿cuál de ellos prevalecerá? No es un acertijo; a muchos le inquieta el crecimiento que ha tenido el electo legislador Juan Antonio Ruiz Olivares en los últimos comicios. Acción Regional ha hecho ruido en el entorno alperovichista, mas no se sabe cómo ha caído en el del naciente manzurismo.

Dos formas de hacer política (la tradicional y la que se presenta como innovadora) y una realidad: ¿cómo sentarse a negociar con los gremios estatales que ya reclaman recomposición salarial antes de que se cierre el año? El otorgamiento de un adicional de emergencia por $ 8.000 solicitado por el Frente de Sindicatos Estatales y Municipales es la primera prueba de fuego para las primeras paritarias que se abrirán en la era Manzur.

Dos escenarios electorales nacionales y un dilema: Daniel Scioli o Mauricio Macri. Manzur se está anticipando en las gestiones que realiza ante la Casa Rosada para el financiamiento de obras públicas importantes para arrancar su administración. Si esto prospera, se tratará de programas discrecionales, porque el proyecto de Presupuesto Nacional 2016 no contiene planes de infraestructura de envergadura que le cambien la imagen a la provincia. Scioli ha firmado un acta acuerdo con el gobierno que se va para la gestión que se viene. Pero para que eso sea posible, antes tendría que ser ungido como presidente de los argentinos. Macri, en su paso por Tucumán, ya ha dado un tiro por elevación para Alperovich y para Manzur: “no gobernaré para los ricos”, respondió ante las críticas del oficialismo local.

Oficialistas y opositores transitan casi el mismo destino. Ninguno puede ignorar el pecado original de que tienen un pasado común. Más allá de que unos y otros quieran olvidar lo que hicieron en otras batallas electorales, siempre surgirá el derrotero que recorrieron para llegar hasta donde hoy están. No hay electos sin pasado que quieran gobernar hacia el futuro. Sí enseñanzas de lo que no hay que repetir para que la política sea más transparente y cercana a la sociedad en sus resultados colectivos, no personales.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios