La Randa adopta nuevas formas que garantizan su supervivencia

La Randa adopta nuevas formas que garantizan su supervivencia

Diseñadores y docentes universitarios trabajan en conjunto con las randeras de El Cercado. Buscan innovar, sin perder lo tradicional del tejido

EN EL CERCADO. La diseñadora tucumana Jéssica Morillo une las piezas de randa de Margarita Ariza. Gentileza A cercando/Fotos de Pablo Masino EN EL CERCADO. La diseñadora tucumana Jéssica Morillo une las piezas de randa de Margarita Ariza. Gentileza A cercando/Fotos de Pablo Masino
01 Agosto 2015
Como una telaraña finita pero poderosa, resiste al olvido, a los malos tiempos... Para la diseñadora de indumentaria Jéssica Morillo la Randa bien podría ser esa red que forma la araña con un hilo muy fino por donde se desplaza. Y es una buena analogía, porque este tejido parece ser más fuerte de lo que uno imagina gracias a las manos de las randeras de El Cercado (Monteros), que han preservado la tradición por generaciones y a los nuevos rostros ajenos a esas tierras de caña y polvo que constantemente generan proyectos para que no quede olvidada en el pasado.

“A cercando” -uno de esos intentos perseverantes- ya está en curso y se trata de un programa propuesto desde el área de Diseño de Indumentaria y Textil de la Facultad de Arquitectura de la UNT que consiste en un trabajo de investigación entre las relaciones de artesanía y diseño. Quienes llevan a cabo el programa se proponen salvaguardar y garantizar la continuidad de la técnica de este encaje tan nuestro a través de la innovación y el trabajo colaborativo entre artesanas y diseñadores de indumentaria. Por este motivo, el trabajo de campo propuesto para este programa se realiza a través de encuentros teóricos-prácticos en El Cercado, en los que se formaron duplas de randeras y diseñadores, como ser Margarita Ariza y Jéssica Morillo; Gonzalo Villa Max y Claudia Aybar; Elba Aybar, Juliana Estrada y Alejandra Lamelas; Fernanda Villagra Serra y Mirta Costilla; Lili Ruiz, Patricia Salazar y Anice Ariza; Marcela Sueldo y Josefina Luna; Nicolás Berboff, Facundo del Campo, Agustina Sosa y Mónica Sosa; y Juana Margarita Ariza y Sandra Mora.

La telaraña

La randa es un encaje que se realiza -casi de manera exclusiva- en El Cercado, departamento de Monteros. El tejido de la randa se desarrolla desde la época de la conquista y las damas castellanas que allí se afincaron traían entre sus habilidades la elaboración de estos encajes a la aguja que supieron pacientemente transmitir de forma oral a sus descendientes. Actualmente se registran alrededor de cuarenta randeras que se dedican a la confección de esta artesanía

Según comenta Alejandra Mizrahi, coordinadora del programa junto con María Lombana y Lorena Sosa, la progresiva disminución de la cantidad de randeras es un hecho que pone en peligro la persistencia de la técnica y por ende de su comunidad; los productos que comercializan, la precariedad laboral en la que las tejedoras están insertas, la geografía, el desconocimiento de parte del consumidor de la historia de esta artesanía, pusieron en peligro de extinción a este encaje tradicional.

“Este tejido forma parte de los denominados encajes, técnica que difiere de las dos formas más conocidas de confección: los tejidos planos y de punto. Éstos se encuentran dentro de la categoría de ‘otros modos de construcción del textil’, lo cual refiere a todas aquellas telas que no se rigen por los principios del tejido (plano y de punto), sino que se producen a través de nudos, comprimiendo las fibras, generando mallas y mallones”, describe Mizrahi, que es Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona, coordinadora Académica del Área de Diseño de Indumentaria de la Facultad de Arquitectura y coordinadora y realizadora del libro “Randa: tradición y diseño tucumanos en diálogo” en 2013, entre otros trabajos. Y justamente ese libro (que se puede conseguir en el Centro Cultural Virla) fue uno de los puntapiés para que “A cercando” se concretara. En sus páginas se registra una experiencia de laboratorio de trabajo colaborativo que duró dos meses aproximadamente y allí se armaron tres dúos de randeras y diseñadores. De la experiencia surgieron prototipos de indumentaria, accesorios y luminarias, en los cuales diseñadores y randeras trabajaron codo a codo investigando materiales y nuevas morfologías. “A cercando” es la continuidad de aquella prueba piloto, que hoy cuenta con nueve grupos de randeras y diseñadores que trabajan en pos de redefinir las relaciones laborales entre artesanía y diseño.

Margarita Ariza, una de las cuarenta randeras que quedan en El Cercado, define este programa como muy positivo porque considera que la Randa a través de los diseñadores tendrá más valor. “Es difícil vender una Randa, porque no tiene mucha promoción. Sólo la compran los turistas; a ellos les fascina. De ahí en más, no tenemos mercado para ubicar nuestro trabajo. Por ello pienso en este cruce: ahora utilizamos otros materiales, hacemos desde carteras a vestidos (como el del Bicentenario que será exhibido en el Museo Folklórico Provincial) y quién te dice que no nos conozcan a nivel internacional. La Randa ya no es sólo una carpetita”, opinó Ariza y agregó que sería bueno, a nivel provincial, que se enseñe la técnica en las escuelas.

Esa innovación es la que resalta la arquitecta María Lombana: “El ‘A cercando’ es otra manera de poner en valor la Randa, sin dejar de lado la tradición; poder encontrar la innovación y el diseño en un trato igualitario entre el diseñador y la artesana”.

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