El “tapicero de Aguilares” se quedó con los $ 50.000

El “tapicero de Aguilares” se quedó con los $ 50.000

José Alfredo Serrano fue el único ganador de los Números de Oro de LA GACETA. El premio ya tiene destino cantado: pagar una deuda

FELICES. José Alfredo Serrano, el ganador, festeja junto a su compañera, la risueña Margarita Jiménez. la gaceta / foto de juan pablo sanchez noli FELICES. José Alfredo Serrano, el ganador, festeja junto a su compañera, la risueña Margarita Jiménez. la gaceta / foto de juan pablo sanchez noli
31 Julio 2015
“Una bendición del cielo” es la primera manera que se le ocurre a José Alfredo Serrano para definir lo que siente por haber ganado los $ 50.000 de Números de Oro de LA GACETA.

Al tapicero de Aguilares no le falta el trabajo y eso también motiva su profundo agradecimiento, pero una serie de circustancias no previstas lo dejaron a él y a su familia con una importante deuda que ahora está en condiciones de pagar. “Me gustaría que el premio fuera para arreglar la casa o hacer un viajecito, pero ahora las prioridades son otras”, confiesa.

“Arreglitos”

José tiene 65 años y hace 45 que se dedica a tapizar muebles y autos. Con una profunda humildad admite que todo el pueblo lo conoce por su trabajo; por eso, el apodo de “el tapicero de Aguilares” no le queda grande en lo más mínimo. “Gracias a Dios puedo seguir trabajando de lo que me gusta y espero seguir por muchos años más”, dice.

La madre de José se enfermó hace algunos meses. Afiliada al PAMI, en la urgencia no pudieron encontrar cama para internarla a través de la obra social de los jubilados, entonces tuvieron que hacerlo de forma particular. “Se hizo una deuda muy grande. Ahora por suerte la pudimos trasladar, pero la deuda está y ahora tenemos cómo pagarla”, celebra.

Margarita Jiménez, su mujer, asiente; y aunque le gustaría renovar algunos espacios de la casa, entiende que el premio ya tiene un destino. “Si sobra algo sí, vamos a hacer algunos arreglitos. Quiero poner cortinas, por ejemplo”, cuenta la compañera del tapicero. Lo que no puede asegurar es que los cortinados lo vaya a hacer su marido porque, se sabe, en casa de herrero, cuchillo de palo. “Para que usted se dé una idea, en mi casa las sillas son de madera pura, así que no llevan tapizado. Pero cortinas va a haber, aunque las tengamos que comprar”, dice, risueña.

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