Por Carlos Páez de la Torre H
29 Julio 2015
MIGUEL CANÉ. Llamador, con una placa recordatoria, de la casa de Montevideo donde nació en 1851 el autor de "Juvenilla". LA GACETA / ARCHIVO.
En el tucumano Nicolás Avellaneda (1836-1885), la intensa dedicación a la política no apagaba el costado literario. Estaba siempre atento a la producción de los jóvenes que firmaban en los periódicos porteños: buscaba su trato y su quería su amistad. Es sabido que esa preocupación lo llevó, por ejemplo, a trabar relación con el todavía desconocido Paul Groussac, a quien terminó enviando a Tucumán como profesor del Colegio Nacional.
Ricardo Sáenz Hayes dio a conocer, en ”Miguel Cané y su tiempo” (1955), la carta que Avellaneda escribió en 1872 al futuro autor de “Juvenilia”. El tucumano decía a Cané (de 21 años entonces) que “lo he buscado por ‘La Tribuna’ para felicitarle, y no encontrándolo le dejo estas líneas”.
En sus mocedades, Avellaneda había sido compañero del progenitor de Cané (fallecido en 1863 y que llevaba el mismo nombre del hijo), en el diario “El Comercio del Plata”. Le expresaba que “he sido amigo de su padre, me he inclinado con él sobre la tumba de su primero y malogrado hijo, adquiriendo así el derecho de asociar mis simpatías al triunfo literario del segundo”.
Agregaba que “no sabía que usted escribía en ‘La Tribuna’ y su última producción no lleva nombre de autor. Pero la filiación es conocida y sólo el hijo de Miguel Cané podía así hablar de Roma, de las sombras del Coliseo y, sobre todo, de Florencia y del Lago, mezclando a sus murmullos los versos del poeta”.
Terminaba: “Si pudiera hacerse alguna diferencia entre el padre y el hijo, yo diría que la frase y el pensamiento, al atravesar una generación, han perdido un poco su molicie y adquirido mayor vigor”. En fin, “cultive su aristocrático talento y sea feliz. Nicolás Avellaneda”.
Ricardo Sáenz Hayes dio a conocer, en ”Miguel Cané y su tiempo” (1955), la carta que Avellaneda escribió en 1872 al futuro autor de “Juvenilia”. El tucumano decía a Cané (de 21 años entonces) que “lo he buscado por ‘La Tribuna’ para felicitarle, y no encontrándolo le dejo estas líneas”.
En sus mocedades, Avellaneda había sido compañero del progenitor de Cané (fallecido en 1863 y que llevaba el mismo nombre del hijo), en el diario “El Comercio del Plata”. Le expresaba que “he sido amigo de su padre, me he inclinado con él sobre la tumba de su primero y malogrado hijo, adquiriendo así el derecho de asociar mis simpatías al triunfo literario del segundo”.
Agregaba que “no sabía que usted escribía en ‘La Tribuna’ y su última producción no lleva nombre de autor. Pero la filiación es conocida y sólo el hijo de Miguel Cané podía así hablar de Roma, de las sombras del Coliseo y, sobre todo, de Florencia y del Lago, mezclando a sus murmullos los versos del poeta”.
Terminaba: “Si pudiera hacerse alguna diferencia entre el padre y el hijo, yo diría que la frase y el pensamiento, al atravesar una generación, han perdido un poco su molicie y adquirido mayor vigor”. En fin, “cultive su aristocrático talento y sea feliz. Nicolás Avellaneda”.
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