¿Qué ocurre con nuestra capacidad de concentración?

David Brooks / The New York Times

Si usted es como la mayoría de las personas, se habrá preguntado qué le está haciendo internet a su capacidad de concentración. Deja cualquier cosa que esté haciendo para echarle un vistazo a su teléfono. Siente las vibraciones de su aparato aunque nadie le haya enviado un mensaje de texto. Le cuesta trabajo concentrarse por periodos largos...

En los últimos años, los investigadores han trabajado mucho en la capacidad de concentración y en la forma en que el cerebro está siendo reconstruido por todas las horas que pasamos conectados. Una de las conclusiones a las que han llegado algunos investigadores es que la vida on line nutre la inteligencia fluida y la vida desconectada, la inteligencia cristalizada.

Permanecer on line es como asistir a la reunión más grande que se haya organizado. Si usted manda un mensaje de correo electrónico o de texto, publica algo en Twitter, Facebook o Instagram, o simplemente abre un vínculo de internet, tendrá acceso a un universo cambiante. Es como si estuviéramos circulando con una multitud infinita con acceso a innumerables personas.

La vida en la web es deliciosa porque es una forma de socializar que no implica fricciones. Se pueden compartir frases de cortesía, fotos, videos o expresiones de aliento y solidaridad. Se vive en un estado de expectativa continua, pues el próximo encuentro social está a solo un segundo de nosotros. Podemos controlar nuestras bromas y hacer click para alejarnos cuando el aburrimiento asoma la nariz. Esta forma de interacción social elimina la presión y nutre la agilidad mental.

La facilidad de movimiento en la web nos lleva a mirar las cosas de manera superficial y a captarles la sustancia. Este mundo rápido y sin fricciones recompensa la percepción rápida, la evaluación instantánea y el desempeño astuto. Como señala la neuróloga Susan Greenfield en su libro “Mind Change”, los jugadores de entretenimientos on line tienen gran capacidad de memoria de corto plazo para procesar simultáneamente múltiples objetos que se les presentan al instante.

La inteligencia fluida es una serie de talentos que existen en un momento determinado. Es la capacidad de percibir situaciones y orientarse para llegar a soluciones independientemente de la experiencia que uno pueda tener en esos hechos concretos.

En el aprendizaje fuera de línea no estamos en contacto permanente con el universo. Hay períodos de lectura y de reflexión a solas, y después reuniones intencionales para hablar y comparar. Las investigaciones en la Universidad de Oslo apuntan a que la gente lee una página impresa de manera diferente a como lee en la pantalla. En el primer caso se lee de manera más lineal, más intencional, con menos probabilidades de intentar hacer varias tarteas al mismo tiempo (multitasking).

La lectura o la reflexión en solitario no implican un interés en cada dato en particular, sino en la forma en que se ajustan unos con otros. Greenfield lo explica de esta manera: “Al observar lo que sucede, al seguir la trayectoria lineal de una historia, podemos convertir información en conocimiento. Eso resulta imposible cuando se hace énfasis en la respuesta rápida y en la estimulación continua”.

En el mundo real, cuando las personas tratan de entender las conexiones y el contexto de los hechos, sus preguntas se refieren al significado y no tanto a las sensaciones que generan. Discuten cómo se desarrollan los eventos y cómo influye el contexto en el comportamiento. Además, es probable que hagan evaluaciones morales.

La inteligencia cristalizada es la capacidad de usar la experiencia, los conocimientos y la educación de toda la vida. Todo esto está guardado en la memoria de largo plazo. Es la capacidad de hacer analogías y comparaciones entre cosas que se han estudiado anteriormente. La inteligencia cristalizada se acumula con los años y, a fin de cuentas, desemboca en la comprensión y en la sabiduría.

El mundo on line es nuevo, pero se lo percibe como más divertido y más natural que al real. Es cierto que nutre la agilidad mental, pero ahora existen evidencias claras de que fomenta un ritmo mental rápido que socava la capacidad de poner a la gente, a las ideas y a los eventos en un contexto más amplio.