Un duelo de alta tensión

Un duelo de alta tensión

Cada vez se siente más la rivalidad Argentina-Chile

TENSIÓN EN LAS TRIBUNAS. El martes, en el duelo contra Paraguay, las diferencias entre Argentina y Chile se hicieron sentir. Esperan que el sábado, cuando se enfrenten ambos equipos, haya más calma. TÉLAM TENSIÓN EN LAS TRIBUNAS. El martes, en el duelo contra Paraguay, las diferencias entre Argentina y Chile se hicieron sentir. Esperan que el sábado, cuando se enfrenten ambos equipos, haya más calma. TÉLAM
02 Julio 2015
La rivalidad entre Argentina y Chile es antigua y tiene sus raíces en cuestiones históricas, pero el sábado se colará en lo deportivo cuando ambos países se midan en la final de la Copa América de fútbol.

La hostilidad entre ambas aficiones en el partido de semifinales en que Argentina goleó 6-1 a Paraguay en el estadio de Concepción dio una señal de la alta tensión que flota en el aire y podría llegar a su punto máximo en la disputa por el título.

Los hinchas chilenos silbaron el himno argentino, mientras que los albicelestes les dedicaron estrofas que rayaron con lo ofensivo en una guerra de cánticos que elevó la temperatura en las tribunas.

Acostumbrados a ser locales en los pequeños estadios de La Serena y Viña del Mar, los argentinos fueron minoría en Concepción y sintieron la presión de los locales.

Ambos países comparten la tercera frontera terrestre más extensa del mundo, con más de 5.300 kilómetros de norte a sur sobre la cordillera de los Andes, hasta el extremo más austral de Sudamérica. Los litigios limítrofes fueron una constante en la relación bilateral desde la independencia de ambos países.

Pero dos hechos político-militares reflotan cada tanto en la rivalidad argentino-chilena. Primero, en 1978 ambos países vecinos casi llegan a un conflicto armado por la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox en el extremo austral de la Patagonia, que se resolvió mediante una mediación del Vaticano. Y segundo, la ayuda que prestó en 1982 la dictadura militar del general Augusto Pinochet (1973-1990) al Reino Unido en la guerra con Argentina por las Islas Malvinas.

Esta última es la que más molestia provoca en los argentinos que, en cada evento deportivo en que estén involucrados ambos países, lo recuerdan y lo demuestran con sus cánticos, especialmente en los enfrentamientos futbolísticos.

El legendario Diego Maradona también lo recordó hace pocos días, cuando cuestionó los supuestos manejos del fallecido ex presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) Julio Grondona en torno a la final con Alemania del Mundial de 1990. “Grondona nos entregó como nos lo hizo Chile en las Malvinas”, aseguró el “Diez”.

La Copa América no fue la excepción. Los hinchas se burlaron en sus cánticos de la angosta extensión de Chile, su falta de títulos deportivos y hasta adaptaron el ya célebre hit “Brasil, decime qué se siente”, que se convirtió en el ‘himno’ en el último Mundial, con ofensivas referencias al tsunami y la acusación de “traidores” a los chilenos.

Así, y como respuesta, ya es una tradición que a su turno los fanáticos chilenos les recuerden ese hecho y se inclinen casi siempre por cualquier rival que Argentina tenga al frente, como ocurrió cuando se enfrentó en esta Copa América a Jamaica o en la semifinal a Paraguay.

Las cifras cuentan: Argentina ha ganado dos Mundiales de fútbol y 14 Copas América, mientras sus clubes han conquistado varias ediciones de la Copa Libertadores. Chile, en tanto, todavía celebra como su máxima conquista deportiva el tercer lugar en el Mundial que organizó en 1962 o la Copa Libertadores que logró Colo Colo en 1991.

No obstante, la rivalidad se circunscribe hoy en día al ámbito deportivo. De hecho, la mayor afluencia de turistas que ingresan al país son argentinos, según el Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur), que los cifra en más de un millón, especialmente durante el verano en el hemisferio sur.

Las relaciones diplomáticas atraviesan asimismo su mejor momento, con un cordial vínculo entre las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet.

“La gente tiene que entender que esto es fútbol, no una guerra. Lo que pasó es pasado y no hay que mezclar el deporte con la política. El deporte es sano”, urgió el centrocampista Javier Mascherano, una de las voces más respetadas de la selección argentina.

“Hay que darle un ejemplo a los más chicos para que no crezcan con un nivel de violencia. Somos países hermanos y tenemos que respetarnos como tales”, instó el jugador a días de la final.

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