Romántica ciudad de 1839

Romántica ciudad de 1839

Una encendida descripción de Pablo Lascano

BELDAD TUCUMANA. Una de las inquietantes señoras que actuaban en sociedad, en la segunda mitad del siglo XIX. la gaceta / archivo BELDAD TUCUMANA. Una de las inquietantes señoras que actuaban en sociedad, en la segunda mitad del siglo XIX. la gaceta / archivo
El Tucumán de tiempos de “unitarios y federales”, fue descripto con apasionada pluma romántica por el literato santiagueño Pablo Lascano, en sus “Siluetas contemporáneas” de 1889. Lo hizo para enmarcar la singular historia del doctor Sabino O’Donnell (Ver “De Memoria”, en LA GACETA del 8 de febrero último)

Decía que Tucumán era, hacia 1839, “la ciudad de los sueños de amor, con sus mujeres espléndidas, de belleza incomparable, sus leyendas hadaicas, su cielo eternamente azul, sus noches de luna tan poéticas como conmovedoras, capaces de tentar a los ángeles y estimular a los ancianos, su atmósfera cargada de fragancias como el azahar, los jazmines y las diamelas, y sus montañas lujosamente vestidas al pie mismo de aquel teatro de idilios sin término”.

Seguía. “En todas partes la armonía y el magnífico espectáculo: en el cielo como en la tierra, en lo vivo como en lo inerte. Tucumán fue la ciudad encantada, la promesa inefable de los espíritus tenorianos, la aspiración íntima de los que ansían el placer sensual”.

Afirmaba Lascano que, “después de Lima, Tucumán atraía con fuerza irresistible; y llegar un día a sus puertas, lanzarse en sus calles, seguir a sus mujeres, amarlas, gozarlas sin tregua, entregarse íntegros a ellas y para siempre, porque el mundo empezaba y terminaba allí, era el programa de los jóvenes calaveras de aquellos tiempos románticos”. En suma, “quien no conocía Tucumán, no había penetrado al paraíso terrenal. Un poco de audacia, una buena salud y una figura elegante y correcta, bastaban para franquear aquella tierra apetecida”.

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