El secreto para hacer huevos de pascua es creatividad y diversión

El secreto para hacer huevos de pascua es creatividad y diversión

Dos hermanas que hace más de una década preparan exquisiteces de chocolate para Semana Santa te cuentan cómo hacerlas deliciosas y originales.

FELICES Y ORGULLOSAS. Ariadna e Ivana, el principio y el final: el chocolate derretido y la obra terminada. la gaceta / fotos de Analía Jaramillo FELICES Y ORGULLOSAS. Ariadna e Ivana, el principio y el final: el chocolate derretido y la obra terminada. la gaceta / fotos de Analía Jaramillo
27 Marzo 2015

Para Ariadna e Ivana Cabello todo empezó como un juego. “Una vez pedí un juego que me permitía hacer cosas ricas con chocolate”, cuenta Ivana y lo describe: una base de plástico con una tapita hermética que anulaba el único peligro para los chicos: las eventuales quemaduras del “baño de María”. Esto te da la pauta de que lo que vamos a proponerte puede ser un gran programa familiar del fin de semana.

Sigamos con nuestra historia: “hace 11 años emprendimos esta aventura: armamos huevitos para la familia; poco a poco se engancharon compañeros y amigos, y nos fueron encargando... y bueh... aquí estamos -cuenta Ariadna con la sonrisa que le baila en la cara-. Son dos semanas de locos, y cada año decimos ‘es el último’. Pero no hay caso, aquí seguimos”.

Dos semanas de locos
El resto del año, “Ivi” es psicóloga (también estudió gastronomía) y “Ari” es abogada; y cada una es feliz en su noviazgo. Y en la casa de sus padres todo está tranquilo. Pero con la Cuaresma avanzada, arrinconan los muebles, arman estanterías, vacían el freezer y se apela al delivery, porque la cocina se transforma en la fábrica de chocolate. “A esta altura el juego se transformó en un pequeño negocio, con sitio web y todo, pero lo que nos sostuvo todo este tiempo es lo que se genera alrededor: pasamos muuuuchas horas juntas; charlamos hasta por los codos; mamá nos ayuda a embolsar y a etiquetar... una tradición es que el Viernes Santo rezamos el Rosario mientras nuestras manos no paran”, cuenta Ari.

Manos a la obra
Sobre una hornalla hay una cacerola en la que flotan trozos de limón: “es para que no se ponga negra la olla”, lanza Ari, y revela el primer truco mientras coloca dentro de ella un bol con chocolate. “Hay que usar tipo cobertura y de muy buena calidad”, añade mientras dibuja ochos con la cuchara de madera.

Mientras, su hermana menor limpia los moldes con algodón embebido en alcohol (“no con agua, porque una sola gota estropea el chocolate; todos los utensilios deben estar completamente secos”, explica).

“Hacemos huevos de tamaños diferentes, pero también bombones, conejos, tortugas rellenas con dulce de leche, chupetines... ¡Una vez hicimos un Mike Wazowsky! ¡Todo es cuestión de creatividad y ganas de divertirse!, agrega Ivi, que entre tanto, con la cuchara, ha colocado una buena capa de chocolate en los moldes. “Se llevan al freezer, pero solo por unos segundos, para que solidifiquen. Si se dejan mucho tiempo, el chocolate transpira, se pone pegajoso y pierde brillo”, aclara Ari, mientras apoya sobre la mesada una base y, sobre ella, la mitad de un gran huevo. Ivi transporta bombones, caramelos, alfajores, confites, chupetines... algunas de las mil y una posibilidades con las que “rellenarán” su obra. Y cuando ambas están satisfechas con el resultado, con un pincel de silicona (“los comunes son peligrosos, porque por ahí pierden pelos”, aclara Ivana) coloca chocolate blando sobre el borde para pegar las dos partes. (También puede usarse una bolsita de celofán a la que se le hace un pequeñísimo corte en una punta).

Entonces comienza lo que más les gusta: la decoración. “Todo vale: hojuelas de chocolate de otros colores, florcitas de glasé, avellanas, almendras... incluso el mismo chocolate derretido: se lo bate, para que pierda calor y tome consistencia, y se lo mete en una manga (no olvidar que debe estar completamente seca)”, cuenta Ari mientras dibuja flores.

La alegría y la charla nunca desaparecieron. Las manos inquietas de Ariadna e Ivana han terminado su labor. Ahora te toca a vos. ¿Te animás?

Cómo preparar el glasé

Por cada clara batida a nieve, 250 g de azúcar impalpable añadida de a poco. Está a punto cuando das vuelta el bol y no se cae. Podés usarlo con manga para decorar directamente o, teñido con colorantes vegetales, hacer florcitas y dejarlas secar. Luego las pegás con un pequeño punto de glasé donde más te guste.

De dos colores (o tres)

Para que te salgan como los Kinder, pero caseros, colocá en los moldes elegidos una capa de chocolate oscuro. Llevalo al freezer el tiempo mínimo para que endurezca, sacalos y poné otra capa, de chocolate blanco, por ejemplo. Después procedés como siempre.

Con pintitas de chocolate

Si el huevo es de chocolate negro, hacé en el molde motas de chocolate blanco con un palito. Llevá al freezer para que se endurezcan y recién entonces poné con la cuchara una capa de chocolate blanco. Si es a la inversa, podés hacer pintitas de ambos chocolates oscuros y después de que solidifique armás tu huevito como siempre.

Las sorpresas

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“Es cuestión de gusto y de imaginación. Nosotras usamos nuestros propios bombones, por ejemplo. ¡Una vez nos pidieron que pusiéramos un anillo de compromiso!”, cuenta Ivi.

LOS CUATRO PASOS BÁSICOS

1
Fundir el chocolate

Las hermanas Cabello prefieren hacerlo a baño de María, pero también se puede derretir en el microondas.

2
Cargar los moldes

Dejar entibiar el chocolate y colocar una capa en los moldes. “Si la capa es ‘generosa’, mejor”, dice Ivi.

3
Unir las mitades

Usar un pincel de silicona o una manguita casera. Aplicar chocolate tibio, juntar las dos partes y presionar apenas.

4
Terminación

La unión puede disimularse con chocolate o con glasé (ver receta). La decoración queda librada a tu imaginación.

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