Una historia de amor entre dos gauchos, una vaca y un pájaro

Una historia de amor entre dos gauchos, una vaca y un pájaro

Carlos Correa escribió y dirige la obra “La lechera”, con las actuaciones de Pablo Vera, Martín Lombardelli y Barby Guamán.

PERSONAJES BRUTALES. Nolasco (Barby Guamán), Sabino (Martín Lombardelli) y el pajarito (Pablo Vera) se disputan un amor en “La lechera”. PERSONAJES BRUTALES. Nolasco (Barby Guamán), Sabino (Martín Lombardelli) y el pajarito (Pablo Vera) se disputan un amor en “La lechera”.
30 Enero 2015
Una vaca que nunca aparece es el centro de los desvelos de dos gauchos y de un pajarito que canta sus angustias y deseos en temas folclóricos. Esta es la historia central de “La lechera”, la obra de Carlos Correa que se estrenará esta noche en El Árbol de Galeano.

“La vaca no está, se fue. Y en esa ausencia surge y se manifiesta un fuerte discurso antimachista y una mirada amplia sobre el amor entre los personajes, que la presentamos en tono de comedia y mediante la deconstrucción de la realidad a través de juegos teatrales inusuales y momentos sorpresivos”, señala Correa, quien además de la dramaturgia asume la dirección de la puesta.

El autor, radicado en Buenos Aires y discípulo de Patricia Zangaro y de Pompeyo Audivert, califica a su texto de “un disparo al sentido común, porque concibo a la teatralidad desde ese lugar”. “Fue un proceso de dirección muy corto e intenso, de un mes. Como el texto lo permitió por la sencillez de su escritura, nos enfocamos en la actuación con un equipo de lujo, que permite una alta resolución escénica e histriónica; sólo se retocaron diálogos por cuestiones de ritmo escénico”, agrega.

El elenco elogiado está integrado por Pablo Vera, Barby Guamán y Martín Lombardelli, con la asistencia de dirección a cargo de Carlos Lozano. El autor planea representar también la obra en la Capital Federal, con un elenco porteño que integraría Fabio Mosquito Sancinetto.

Al igual que con Correa, es el reencuentro de Vera con la escena tucumana luego de desarrollar su trabajo artístico en Buenos Aires. En ese sentido, aclara que todavía está en “un tránsito casi de turista”, sin instalarse totalmente en la provincia, lo que hará en breve.

“Mi pajarito está enamorado de la vaca y fue construido desde el lugar del que se permite amar. Es un personaje que aparece y desaparece, muy complejo por lo simple y con la consigna de no trabajar desde la evocación como construcción del discurso. Todos se enfrentan ante la imposibilidad de destruir el mandato de ser macho, lo que los pone en crisis”, explica.

Salvajes
El papel del gaucho atorrante, que se burla de los demás, es interpretado por Lombardelli. A su criterio, “Sabino enmascara detrás de una aparente seguridad el amor por la vaca, la necesidad de compañía en medio de tanta soledad. En el fondo, no quiere demostrar sus necesidades, en un relato hipercotidiano pero atravesado por rituales con tonos macabros y contradictorios”.

“En ningún momento son sinceros los personajes ni hay demostración alguna de afecto entre ellos. Por el contrario, son brutales, se golpean, realizan una fuerte desvalorización del otro, siempre buscando su punto débil y con comportamientos animales”, añade.

Guamán asume diariamente su condición de travesti en la vida cotidiana, pero en el escenario se transforma en Nolasco, “el macho más bruto, sucio y violento de todos; esa es la exigencia en que me puso Correa en esta obra al hacer de varón, un desafío que como actriz me apasiona porque me permite desprenderme de toda convención social”.

“Los gauchos que escribió Carlos son muy salvajes y eso supera la instancia de la razón. La vaca es la única referencia femenina de la obra y una evocación constante por su propia ausencia del escenario. Me siento monstruosa, lo que me genera mucha pasión”, sostiene.

DEBUTAN HOY
• A las 22, en El Árbol de Galeano (Virgen de la Merced 435)

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