El silencio de la izquierda

El silencio de la izquierda

El hombre expone sobre las relaciones humanas, habla del sinceramiento con el que hay que abordar las negociaciones con el resto de nuestros pares en el ámbito laboral para un mejor producto final. Relata que hay una parte de nuestro cerebro que no dice lo que debiera y que sería bueno que lo expusiera públicamente para mejorar esas relaciones. Es nuestro lado izquierdo, tremendamente sincero y brutal, oculto y callado. Algo así como la existencia de dos “yo” en la misma persona. Mientras el disertante sigue con sus razonamientos, mis dos yo reflexionan cada uno por su lado, y a la vez, sobre la charla:

• lo que rescato es la definición de que la fuerza reside en las diferencias y no en las similitudes, aunque crea que es una definición incompleta: estimo que se mejoraría, en función de nuestros intereses, de la siguiente manera: la fuerza de una empresa reside en la mejor organización de los recursos diferentes y optimización de los similares. (Es estúpido eso de la fuerza diferente y similar, a Einstein con eso. Lo mejor es que los jefes sean los que piensen diferente para que aprovechen de distinta manera a los giles que hacen siempre lo mismo. Por ahí se puede andar mejor)

• También es rescatable lo de aprovechar lo de la conversación como método de trabajo para mejorar el producto final. (Ah, sí la conversación; eso me hace acordar que tenemos que hacer otra paella en lo de Sergio para quejarnos de todo lo que no hacen los otros).

• Respecto de sincerar lo que pensamos sobre los compañeros de trabajo, estimo que aportará a la confianza mutua y habilitará mejores relaciones e interacciones favorables en el ámbito laboral. (Decirle a este o aquel, o aquella que es un vago y que no merece el mismo trato que el resto convertirá la oficina en un conventillo)

• La imagen de que somos parte de una carpintería sintetiza lo que es el trabajo en equipo y una buena metáfora de lo que se hace actualmente en la oficina, donde cada uno aporta lo mucho o poco que sabe. (Martillos, limas, serruchos, a otros con ese cantar. Si lo pensás bien, viendo los “clavos” que hay, es un milagro que la fábrica abra todos los días).

• Muy buena la iniciativa de este tipo de charlas para que mejoremos aspectos vinculados a la política de relaciones y trato de personal. Tienen que repetirse con nuevas agendas. (Este tipo de reuniones tienen que ser más seguidas, pero con un mejor servicio de lunch, muy chiquitas las empanadas. Sería bueno que haya mozas y no morochos).

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