Universitarios y ciclistas se enlazan por un jardín botánico

Universitarios y ciclistas se enlazan por un jardín botánico

Dentro de la Reserva Experimental de Horco Molle están desarrollando un espacio de conservación ambiental. Los bikers se sumaron al esfuerzo de los universitarios y diseñan nuevas sendas. “Antes, esto era tierra de nadie”, dice el vicedecano de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT.

LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
05 Diciembre 2014
Podría haber sido una riña. Pero fue un ejemplo de que, si hay acuerdo, se despeja el horizonte. En la Reserva Experimental de Horco Molle se está gestando un jardín botánico, que es impulsado por las autoridades universitarias, y cuenta con el apoyo voluntario de los ciclistas y corredores que se ejercitan entre esas montañas.

“A comienzos de este año, decidimos hacer, dentro de la reserva, un jardín natural. Para ello, es necesario ordenar el uso que la gente hace del predio, a fin de preservar los valores paisajísticos. En promedio, unos 6.000 bikers y senderistas ingresan por mes”, dice Juan Pablo Juliá, director de la reserva, que depende de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, de la Universidad Nacional de Tucumán.

Así las cosas, en mayo pasado, los profesionales organizaron la primera de una serie de reuniones con ciclistas y senderistas, con el objetivo de trabajar de modo conjunto en la conservación del entorno. Durante ese encuentro, se conformó una comisión de usuarios, integrada por los bikers Federico Ruiz Campos, Pablo Zelaya Huerta y Estela Figueroa -también fundadora de la organización “No destruyan mi cerro”-, entre otros.

“El jardín botánico tiene unas 95 hectáreas, dentro de las 180 hectáreas que conforman la reserva. Es el más grande del norte del país. De ese total de hectáreas, sólo unas 20 han sido vedadas a los ciclistas. El resto continúa siendo transitable”, explica Juliá.

Por estos días, él, su gente y los atletas se hallan en la tarea de demarcar las sendas para mountain bike, running y trekking que se encuentran dentro del jardín. Después, planean continuar con la señalización en toda la reserva. “Lo que buscamos es convertir esta zona en un centro de conservación, investigación y educación ambiental. También deseamos brindarles mejores servicios a quiénes realizan actividades al aire libre, y ordenar su tránsito”, añade Juliá.

Hugo Fernández -vicedecano de Ciencias Naturales- cuenta que la creación del jardín botánico responde a un viejo sueño, y que decidieron concretarlo con el afán de acabar con algunos desórdenes. “Esto parecía tierra de nadie. Había gente que entraba a cazar aves. Otros se llevaban leñas. Y afrontábamos el riesgo de la erosión en el suelo”, relata.

Enseguida, el vicedecano aclara que jamás se pensó en prohibir el ciclismo de montaña, sino en regularlo. “Cuando culminemos, será un área abierta, como hasta ahora. Pero la diferencia será que habrá controles. Si detectamos que un camino ha sido demasiado utilizado, procuraremos volcar el tránsito hacia otro lado, para que se recupere”, ejemplifica.

Entre dos amores
La ambientalista Figueroa es coincidente con las opiniones de los académicos. Desde su punto de vista, es necesario disminuir el impacto de las bicicletas sobre el terreno. “Amo la bici. Pero además amo el cerro. Y creo que los bikers debemos ser conscientes: es importante regular nuestro tráfico dentro de una reserva natural”, reflexiona.

Luego, pone de ejemplo a la pasada del gomero, un circuito usual entre los yerbabuenenses, que se encuentra a un costado de la avenida Perón. “Ese camino no es el mismo que hace cuatro años atrás”.

También Zelaya Huerta -biker y guía de montaña- considera importante que se promueva un manejo sustentable del terreno. “Nunca hubo un orden y un cuidado del suelo. Es hora de que empecemos a atender esa cuestión”, concluye.

La carta de la polémica
El viernes de la semana pasada, el lector Pablo Cotella publicó una carta en LA GACETA en la que se preguntaba sobre las razones por las cuales la UNT había comenzado a colocar un cerco olímpico en ciertos sectores de la Reserva Experimental de Horco Molle. El lunes siguiente, Juan Pablo Juliá, director de la institución, contestó la misiva, también a través de este diario. “Lejos estamos de pretender cerrar el acceso. Lo que hicimos fue generar estrategias para aumentar nuestra presencia y control, regular el uso público y producir nuevas y mejores oportunidades de goce de la naturaleza”, escribió Juliá.

El sueño
- Actualmente, en los terrenos de la Reserva Experimental de Horco Molle se producen intentos de usurpaciones, incendios, tala y caza furtiva. Por evitarlo, evaluaron estrategias para aumentar la presencia y el control.

- El Jardín Botánico que se desarrolla dentro de la reserva será el más grande del norte, según sus creadores.

- Tendrá zonas destinadas a visitas guiadas, senderismo y observación de aves, y otras dedicadas a investigación y restauración ecológica, compatibles con el ciclismo.

- Sólo un 10% de la reserva quedará vedada al ciclismo, y el resto tendrá senderos delimitados y señalizados.

- Según las autoridades, cerca de 1.500 ciclistas ingresan por semana a Horco Molle.

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