Seis delincuentes los atacaron a balazos para robarles la moto

Seis delincuentes los atacaron a balazos para robarles la moto

Un joven y su suegro regresaban de la cancha, el viernes a la noche, cuando fueron asaltados. Aunque no se resistieron, les dispararon una decena de veces Una de las víctimas resultó ilesa, pero su suegro recibió dos disparos en los brazos

LOS DOS BRAZOS. Chávez, que tiene una bala alojada cerca del codo, no puede hacer fuerza con las manos. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso LOS DOS BRAZOS. Chávez, que tiene una bala alojada cerca del codo, no puede hacer fuerza con las manos. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
28 Octubre 2014
“Podríamos haber muerto”, reflexionó Carlos Fabián Chávez luego de haber sido blanco de una balacera. Él y su yerno, Alfonso Vidal, sobrevivieron al violento ataque de seis delincuentes que les dispararon al menos 10 veces para robarles la moto. Dos de esos proyectiles hirieron al mayor de ellos en los brazos.

Ambos volvían de la cancha del Club Atlético Tucumán, el sábado a la madrugada, cuando fueron asaltados. Chávez había llevado a su yerno a su casa, ubicada en el barrio Santo Cristo de Banda del Río Salí, para luego continuar viaje hasta Lastenia, donde vive. “Como el partido terminó tarde (hubo un corte de luz en el estadio), llegamos como a la 1.30. Bajamos de la moto y nos quedamos conversando en la vereda sobre el partido”, relató Vidal. En ese momento pasaron tres motos, con seis personas a bordo, que le llamaron la atención al joven. “A los cinco minutos volvieron y uno ya traía una pistola en la mano, ahí supe que nos iban a asaltar”, afirmó.

Según señaló el joven, eran cinco hombres y una mujer. “Le grité a mi suegro y corrí a abrir el portón, pero enseguida empezaron a los tiros”, recordó Vidal. Y agregó: “estaban decididos a robar y matar, si era necesario”.

Ninguno de los dos intentó resistirse. Abandonaron la moto en la vereda y corrieron a refugiarse de los disparos. No obstante, la balacera no cesaba. El dueño de casa contó que desde adentro revoleaban baldes, cajones con verduras y soltaron los perros para defenderse, pero los disparos seguían.

“En un momento sentí que me empezaban a arder y a doler los brazos. Me miré y estaba lleno de sangre”, recordó Chávez, que poco después cayó desvanecido.

Miedo a salir

Como no consiguieron darle arranque a la moto y los vecinos comenzaban a asomarse, los ladrones desistieron y huyeron sin llevarse nada. Un hombre que vive enfrente cargó a Chávez en su camioneta y lo llevó al hospital Centro de Salud. Allí los médicos observaron que una bala había atravesado su brazo derecho, mientras que el segundo proyectil quedó alojado en el izquierdo. Ambas heridas, a la altura del codo. “No lo quieren sacar para evitar tocar algún nervio”, explicó el hombre, con sus brazos vendados.

En el barrio, mientras tanto, los vecinos estaban asustados. “Estaban mal porque fue todo muy feo, escucharon más de 10 balazos, nadie podía creer que hayamos salido con vida. ¡Y eso que estamos a cinco cuadras de la comisaría!”, afirmó el joven.

Pero el más asustado era el propio Vidal. “A mí hace tres meses me asaltaron, también en Banda del Río Salí. Cuatro personas en moto me pusieron un revólver en la cabeza y me robaron la moto, el 1 de junio”, recordó el joven. “Estoy mal, no quiero salir ni a trabajar, es una situación muy fea. Todo el tiempo tengo temor”, expresó.

Reclamo masivo

El ataque que sufrieron Chávez y Vidal no es un caso aislado. “El barrio Santo Cristo es una zona roja. A los chicos que van a la escuela les viven robando”, denunció el joven. Desde hace dos miércoles, los vecinos de la zona vienen realizando marchas para exigir seguridad. Y ese reclamo se repetirá mañana, cuando se concentren nuevamente en la plaza Eva Perón, a partir de las 21. Uno de los casos que más alarmó a los vecinos fue el de David Villafañe, el joven que fue baleado en una pierna a media cuadra de la comisaría. Dos asaltantes que querían quitarle el celular le pegaron un tiro y huyeron en una moto. La víctima se arrastró hasta la puerta de la comisaría, pero ni siquiera había móviles para llevarlo al hospital.

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