Hay que erradicar prejuicios arraigados en lo social

Hay que erradicar prejuicios arraigados en lo social

Gabriela Abad - Psicoanalista

26 Octubre 2014
El incesto intrafamiliar es uno de los males que mayor flagelo producen en nuestro país. Este delito tan aberrante, y que se perpetúa sobre la franja más débil de la cadena social, cuenta con mucha frecuencia con el encubrimiento de algunos agentes sociales. Encubrimientos que son en muchos casos ex profeso y manifiesto, pero en otros, son el producto de prejuicios largamente arraigados en lo social. A este último factor es indispensable que lo vayamos desenmascarando y denunciando, si queremos efectivamente debatir el problema.

En primer lugar hay que erradicar la idea de que el incesto, o abuso agravado por vínculo, como figura en el código, es privativo de las clases sociales de escasos recursos económicos y culturales, sino que son estas las franjas sociales donde más se visibiliza porque están más sujetas a las vigilancias del Estado y tienen menos recursos para poder encubrir. Lo segundo que hay que decir es que es un delito, y no como a veces se quiere hacer pasar, una práctica que en algunos lugares recónditos o campesinos de nuestro país está impuesto como una “costumbre arraigada” y hasta aceptada por el grupo familiar. Por último, que el daño que esto produce en los niños es devastador porque atañe a toda la subjetividad y no solamente al ámbito de la sexualidad. Sus efectos se manifiestan en el ámbito intelectual, social y hasta en el compromiso del cuerpo, que enferma con mayor facilidad.

Las leyes van cambiando y facilitando que este tipo de denuncias tengan curso, pero es necesario que estos cambios sean acompañados con una toma de conciencia de todos los miembros de la comunidad que nos permitan mirar de frente esta situación y no esquivarla.

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