Asignaturas pendientes con los jubilados

Asignaturas pendientes con los jubilados

Están en los extremos. Unos comienzan a andar el camino de la vida, los otros, a desandarlo. Los une la fragilidad. Se escucha aún decir en nuestro país, no sin demagogia, que los niños y los viejos son los únicos privilegiados. Pero la realidad muestra que los adultos mayores no gozan de las prerrogativas que les corresponderían luego haber aportado al engrandecimiento de esta nación con su trabajo.

Décadas atrás, llegar a la jubilación era un estado añorado para cualquier argentino, pero con el tiempo se fue convirtiendo en un drama. El salario del trabajador activo se reduce bruscamente a monedas en el 70% de los casos que perciben una jubilación mínima.

El 1° de septiembre pasado, las jubilaciones tuvieron un incremento del 17,21%, con ese porcentaje, la mínima jubilatoria aumentó de $2.757,13 a $3.231,63. Los beneficiados con este incremento fueron 7.422.886 jubilados y pensionados nacionales, ex veteranos de Malvinas y titulares de pensiones no contributivas, según la Anses.

Si al trabajador le toca el PAMI por obra social, estará destinado a sufrir todo tipo de problemas, que reflejan la desconsideración con que suelen ser tratados por la sociedad. Los reclamos constantes de los adultos mayores a lo largo de los años indican que la realidad se vuelve cada vez más penosa. Por ejemplo, ayer, el 90% de las farmacias de la provincia se plegó a una medida de fuerza y no atendieron a afiliados a esa obra social. El cese de la comercialización de fármacos fue resuelta por la Confederación Farmacéutica Argentina, para exigir el pago de una deuda. Tanto el PAMI como las industrias deslindaron responsabilidad del déficit financiero de las firmas. Días atrás, el titular del PAMI dijo que el organismo no tiene deudas con las farmacias y que los jubilados son los rehenes de una puja de poder entre una confederación farmacéutica y los laboratorios productores e importadores de remedios.

Mientras cada sector deslindaba responsabilidades, los asociados a la obra social nacional eran víctimas una vez más de la insensibilidad de la clase dirigente. Lo único que falta es que los viejos terminen siendo los culpables del conflicto.

Esta ingratitud se refleja en el maltrato que reciben constantemente. ¿Por qué un ciudadano activo puede elegir libremente médicos y sanatorios y no ocurre lo mismo con un jubilado del PAMI, cuando este aportó al sistema todos los años en que estuvo en actividad? ¿Por qué tiene que haber diferencias? ¿Por qué debe ser la víctima de las administraciones de turno, de las incruentas esperas, de los cobros diferenciales, cuando debería tener todas las preferencias y beneficios habidos y por haber? Para cobrar sus magros haberes o para realizar gestiones en algunas obras sociales deben hacer generalmente extenuantes colas.

Hace mucho tiempo que jubilarse en nuestro país dejó de ser un premio a una vida de trabajo. Es más bien una invitación a convertirse en un ciudadano de segunda, en un alto porcentaje de casos. ¿Acaso pueden vivir un legislador, un edil, un juez, los funcionarios del PAMI, la Anses o de cualquier gobierno con $3.231,63 mensuales?

Hoy se celebra el Día del Jubilado, porque el 20 de septiembre de 1904 se sancionó la primera ley (N° 4.349) de jubilación. Sería bueno que jubilarse fuese siempre sinónimo de gozo, alegría, júbilo, tal su significado latino.

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