Atlético le ganó a Temperley 3 a 1 y sueña

Atlético le ganó a Temperley 3 a 1 y sueña

El equipo de Buenos Aires fue una prueba de carácter durísima: Lucchetti aguantó y después el "Decano" voló.

IMPECABLE. Menéndez, que peleó mucho en el primer tiempo, tuvo su revancha en el segundo. Abrió el triunfo con su grito. IMPECABLE. Menéndez, que peleó mucho en el primer tiempo, tuvo su revancha en el segundo. Abrió el triunfo con su grito.
Si el monumental se hubiera transformado virtualmente en un museo, la muestra del día hubiesen sido fotos de Cristian Lucchetti. Qué noche la del arquero. Como casi siempre, fue el mayor sustento de un equipo que probó lo que es que lo pasen por encima en el primer tiempo; que le saquen la pelota, que le rodeen el rancho y que no lo dejen vivir. Eso fue Temperley, cero gasolero, como jura su apodo y bien gastador en intención de romper la banca y quedarse con el mayor botín de la divisional: el N° 1 de la tabla de la zona B.

Temperley fue una prueba de carácter para Atlético. Fue su némesis, su sombra, un monstruo que lo superó por arriba toda la noche; que le metió segunda y maltrató a sus laterales. Temperley fue todo, menos contundente. No tuvo la culpa. El mérito fue de Lucchetti, el hombre de 100 manos, reflejos felinos y con la fisonomía del hombre elástico. Estando frío, se lanzó a tapar con su humanidad a Juan Dinenno; estando tibio, con el reloj entrando en ritmo, voló cruzado abajo y tocó el gol de Fabián Sambueza. Y ya con las manos calientes, y en continuación de esa salvada, voló bajo donde tejen las arañas y le sacó un cabezazo letal a Gastón Bojanich. Si el estadio estaba para el infarto, porque la respuesta era cero de los que mandan con la pelota, Lucchetti brindó la paz de un santo en pleno check in al Purgatorio.

Después de un primer tiempo estando al borde del nocaut, Atlético entendió que la casa era suya y que el rival no podía seguir dominándolo como si fuera el anfitrión. Apretó con Francisco Grahl ya en sintonía, con Cristian Menéndez, siempre camorrero y con Diego Jara (fue suplente), que entró para resolver lo difícil.

Pintaba para 0-0. Entonces, sucedió lo impensado. Nahuel Roselli, ex “decano”, se equivocó; Menéndez mordió, encaró y fusiló a Crivelli. Gol, golazo y renacimiento de Atlético. En menos de cinco minutos el local se puso el partido en el bolsillo, con Jara cabeceando lindo, y luego, sobre la hora, finiquitando una delicia de Gómez. Final y un 3-1 que habla del temple de este Atlético que tiene madera para poner primera.

Si hasta esta fecha el fuerte del “decano” era la pelota parada, en ataque y en defensa, ayer fue un karma. Temperley hizo lo que quiso por arriba. Eso sí, chocó siempre con Lucchetti.

Solo en el primer tiempo, Cristian Lucchetti le tapó cinco goles a Temperley. Bloqueó en el medio, a los costados y achicando espacios. Una locura lo suyo.

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