“Ahora hay un feminismo que quiere prohibir por decreto el piropo”

“Ahora hay un feminismo que quiere prohibir por decreto el piropo”

En Hacete hombre, una mezcla de ensayo, autobiografía y ficción, sin ningún esfuerzo por evitar la provocación, el autor invita al debate, al recorrido histórico y busca respuestas a la pregunta de dónde estamos situados hoy como sociedad

EL INTERROGANTE PRIMORDIAL. “La era patriarcal murió -sostiene Garcés, con plena convicción-. Mi pregunta es qué hacemos ahora con esos mitos”. LA GACETA / ARCHIVO EL INTERROGANTE PRIMORDIAL. “La era patriarcal murió -sostiene Garcés, con plena convicción-. Mi pregunta es qué hacemos ahora con esos mitos”. LA GACETA / ARCHIVO
31 Agosto 2014

Por Pablo Nardi - Para LA GACETA - Buenos Aires

Gonzalo recibe una llamada de su padre, quien le cuenta que necesita hacer un viaje urgente a Mendoza y le pide que lo lleve. Eso sí, le dice el padre, tenemos que llevar a una amiga. Al otro día salen de Buenos Aires con una prostituta en el asiento trasero del auto. Ese es el escenario que el escritor Gonzalo Garcés eligió en su nuevo libro, Hacete hombre, para reflexionar sobre la masculinidad en Occidente a través de la historia, sus repercusiones, el feminismo y el orden social actual.

-¿En qué género clasificarías Hacete hombre?

- Esto, para mí, es lo más parecido que se puede hacer a un show de stand up. Los cómicos de stand up se paran frente al público y empiezan a hablar de lo que les parece el mundo. Hacen algunos chistes, cuentan anécdotas, reflexionan, vuelven a narrar… Eso es un modo de decirlo, para mí este libro es un discurso, es lo que yo tengo para decir acerca de la hombría. Y eso incluye las historias con mi viejo, mis viajes, mis matrimonios, mi desarrollo personal como varón, y no entra en un género. Así que es un stand up sobre el extraño hecho de ser varón en la época pospatriarcal.

-¿Qué relación establecés entre la hombría y la figura de padre?

- Hay un capítulo de Hacete hombre donde hablo del mito de Cronos y Zeus. Cronos, en la mitología griega, es un dios patriarcal que tiene miedo de ser destronado por sus hijos; le han profetizado que uno de ellos lo va a desplazar y ocupar su lugar a la cabeza de los dioses. Como no sabe cuál es, por las dudas Cronos va matando a sus hijos apenas nacen, pero a Zeus no se lo come porque su madre lo esconde y le da en su lugar una piedra. Cuando Zeus crece le abre el vientre a Cronos, salen todos sus hijos devorados y arroja a Cronos al Tártaro. Yo digo que el Cronos contemporáneo es más sutil, su modo de preservar su lugar y de destruir a sus hijos es más refinado: lo que hace es mantenerse siempre él en el lugar vulnerable del hijo. Cronos tiene crisis de adolescencia y le pide a su hijo que lo ayude, y un día Zeus le dice “yo también quiero ser joven”, y Cronos le dice “para eso es demasiado tarde, hijo mío”. Y ahí Zeus se da cuenta de que su padre ganó, porque el viejo sigue siendo él.

-¿Cómo influye Simone de Beauvoir en tu concepción de hombría?


- Beauvoir decía que la especie humana se distingue por ser el único mamífero que vive para el futuro. Hombres y mujeres participan con el mismo fervor de la construcción del proyecto, pero la tecnología del neolítico no ayuda a la mujer a participar de los aspectos del proyecto humano más prestigiosos como la guerra, el liderazgo político, etc. La hembra del homo sapiens tiene una gestación muy larga y sus crías tienen un período de inmadurez más largo que otros mamíferos. Otro hecho clave, entre otros, es que la mujer tiene el 60% de la masa muscular del varón. Tales factores hicieron que, hasta la revolución industrial, la mujer haya pasado su vida embarazada o cuidando bebés. Ese orden social genera mitos que a lo largo de la historia representan el arquetipo del varón. Pienso en Prometeo, Lucifer, Don Quijote, Cronos, todos ellos asociados a la idea de libertad. La era patriarcal murió; mi pregunta es qué hacemos ahora con esos mitos.

-¿Qué orden social hay en la actualidad y qué mitos engendra?

- La humanidad sigue dividida en dos castas. Ya no hombres y mujeres, sino productores (Steve Jobs, Merkel, Cristina Kirchner, los narcos), y del otro lado los consumidores. El mito de ahora es la inclusión, que reemplazó al término progreso. Y sus horizontes son pobres. Podríamos imaginar un orden social más allá del pleno empleo hacia una repartición más radical de la riqueza, o una generación diferente. No me puedo resignar a que nuestro horizonte sea solamente que haya pleno empleo y que los homosexuales se puedan casar. Mi utopía es que haya libertad, una ciudadanía de hombres y mujeres fundada en esos valores masculinos que sirvieron para crear tantas cosas como la democracia o la revolución tecnológica, y puedan seguir avanzando.

-¿En qué situación está hoy el feminismo, en su rol de luchar por la igualdad y la libertad?

- El feminismo de la primera y la segunda ola quería los mismos deberes y derechos que los hombres. Pero ahora hay un feminismo falopa, que cree que ser feminista es decir “soy mina y qué”, o que quieren prohibir por decreto el piropo. Qué vergüenza ensuciar así una palabra tan cargada de historia. Si el feminismo es Malena Pichot, yo me mato, y no sería el único. Porque todavía hay costumbres patriarcales y hay mujeres que quisieran trabajar y no pueden, por eso vale la pena pelear. Mientras haya países donde una mujer es lapidada por querer estudiar y trabajar, que las privilegiadas occidentales que pudieron tener una carrera e independencia económica sostengan que feminismo es prohibir el piropo, será que no hemos entendido nada.

© LA GACETA

PERFIL

Gonzalo Garcés nació en Buenos Aires, en 1974. Estudió Letras Modernas en La Sorbonne. Colabora en medios de España y América Latina como La Nación, Clarín, El Mercurio, Reforma, Orsai, Letras Libres y LA GACETA. Integró el International Writer’s Program de Iowa y fue profesor de escritura creativa de la Universidad Católica de Chile. Obtuvo el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Es autor de las novelas Los impacientes, Diciembre, El Futuro y El miedo.

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Pelear en la guerra

Fragmento de Hacete hombre

*Por Gonzalo Garcés

Al final me bajé yo. El cana me tuvo un rato parado ahí mientras hacía como que tomaba los datos del auto y hablaba por radio, hasta que pude ponerle en la mano trescientos pesos.Rodolfo repetía que deberíamos haber “peleado” hasta el final. No estaba de humor para reconocer que el nivel de alcohol en su sangre y una prostituta chilena, posiblemente sin papeles, no nos jugaba a favor. Yo estaba furioso y me divertía y me molestaba un poco reconocer que me divertía. Ahora manejábamos entre árboles. Vi volar algo que podía ser una lechuza. Tal vez era posible, a pesar de todo, captar por lo menos algo del paisaje. ¿Se puede también, a medida que uno viaja, cambiar? ¿Pero cambiar cómo? ¿Para convertirse en qué? ¿Era cierto lo que había dicho la chica, que mi viejo había prometido pagarle el pasaje a Chile? Papá, que seguía despotricando, dijo que un hombre encuentra siempre oposición para hacer lo que quiere en la vida. Y por eso, dijo, hombre es aquel que acepta la realidad de la lucha.– Pelear en la guerra –dijo mi viejo–. Eso le falta a los hombres de ahora.Frené en la banquina y lo miré.– ¿De verdad pensás las boludeces que decís? –le pregunté–. ¿Cómo podés decir una cosa así?– La guerra te hace hombre –insistió mi viejo.– Eso es estúpido. Que te pongan un fusil en la mano y te manden a la guerra es lo contrario de ser un hombre.– ¿Por qué?– Porque es lo contrario de una decisión. En la guerra hasta tu vida es una decisión de otros.* Marea Editorial. 

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