La crisis del tránsito en el área metropolitana

La crisis del tránsito en el área metropolitana

28 Agosto 2014
Avenidas de nuestra capital y de las ciudades que conforman el Gran San Miguel de Tucumán, sectores de la autopista de circunvalación, calles céntricas y también las periféricas de esta urbe y las ciudades vecinas exponen un cuadro común de alarmante saturación del tránsito vehicular, especialmente en las horas picos de la actividad escolar, comercial y laboral. Resulta particularmente crítico y arriesgado transitar en vehículos durante bastante horas del día desde el Este de Tucumán hacia el centro de nuestra ciudad, tanto como en sentido contrario, y lo mismo que entre el Oeste (Yerba Buena y Tafí Viejo) y nuestra ciudad y viceversa. Hay otros puntos prácticamente infranqueables como los accesos por El Manantial o por El Colmenar y el regreso hacia esos lugares de la periferia céntrica. Los vehículos de cargas, que en esta época de zafra trasiegan día y noche, agregan un flujo de tráfico que complica más -si cabe- a ese panorama laberíntico. Como consecuencia casi directa de esta sobrecarga en el tráfico cotidiano, aun cuando también resulta alarmante la comprobación de un incremento de las imprudencias de los conductores -especialmente de los motociclistas-, la cantidad de accidentes e incidentes callejeros -muchos, graves- se ha disparado de forma dramática. Las denuncias de vecinos, la constatación diaria de nuestros lectores, pero sobre todo, las complicaciones y dolores de cabeza que enfrentan a diario los conductores -y obviamente, los peatones- deberían ser causas suficientes para que las autoridades provinciales y municipales se involucren formalmente en reconocer y buscar una respuesta a esta crisis urbana. Hay horas en el día donde la circulación puede transformarse en un tormento: los conductores se quejan especialmente por los cuellos de botellas que enfrentan en las avenidas como la Benjamín Aráoz y su conexión con el puente Lucas Córdoba, la ruta que conecta Banda del Río Salí con Alderetes, o bien las confluencias de la avenida Aconquija y Mate de Luna o la avenida Juan B. Justo desde la esquina Norte hacia los cementerios, por señalar sólo unos pocos núcleos de dificultades. Pero si algún espacio es tomado por una protesta, la situación pasa del desorden al drama, del problema a la penuria. Son episodios comunes que exponen también la desorganización y la falta de coordinación en el manejo del tránsito de las áreas competentes y ponen en entredicho la capacidad profesional de los agentes viales para resolver los casos. Es que la gestión y el control del transporte han pasado a ser desde hace un buen tiempo uno de los problemas estructurales a resolver en el área central de la provincia. Así, la complejidad del cuadro está indicando que se trata de una cuestión que excede la administración de una sola jurisdicción municipal. Atender esta problemática desde un perfil más amplio, acaso desde una órbita metropolitana e interjurisdiccional bien puede ser el desafío de la hora. Una búsqueda de alternativas de soluciones más amplias, estratégicas y sustentables debe ser el camino necesario para dejar atrás las respuestas parciales o de coyuntura como las que se han intentando. El aumento de la cantidad de vehículos en las calles es un fenómeno económico y social que demanda -además- un cambio de las políticas para el desarrollo de la infraestructura. Y parece también oportuno un replanteo urbanístico que interpele -entre otras cosas- el perfil actual y el destino de nuestras ciudades y las demandas de una mayor calidad de vida de sus habitantes.

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