Un recorrido particular por diversos cementerios

Un recorrido particular por diversos cementerios

COLOSAL Y MONSTRUOSO. Fente de la necrópolis de Azul, en Buenos Aires. COLOSAL Y MONSTRUOSO. Fente de la necrópolis de Azul, en Buenos Aires.
17 Agosto 2014

CRÓNICA

ALGUIEN CAMINA SOBRE TU TUMBA

MARIANA ENRIQUEZ

(Galerna - Buenos Aires)

Los cementerios ejercen una fascinación difícil de explicar en el viajero (esto es, en quien viaja por el placer de conocer, que es alguien diferente de quien lo hace para descansar o por trabajo). Son espacios sagrados, cargados de simbolismo; son el ámbito donde se pone en escena nuestra necesidad de trascendencia ante la muerte.

Son también lugares misteriosos, a veces hermosos y generalmente tétricos, pero casi siempre interesantes. Alguien camina sobre tu tumba es el registro de una fascinación de este tipo: cada una de las 17 crónicas que lo integran está construida alrededor de una visita a un cementerio. Narrando en primera persona, Mariana Enriquez se incluye a sí misma como el viajero fascinado (también desconcertado, asustado, aburrido, maravillado) que relata la experiencia de conocer cementerios en lugares tan diversos como Estados Unidos, Perú, Australia o pueblos perdidos en la pampa argentina.

Enriquez es una cronista con un ojo particularmente sensible a los modos y a las formas locales, y sabe contar con oficio y fluidez; con la misma soltura nos muestra las tumbas magníficas de un cementerio genovés y la de Elvis Presley en la mítica Graceland; las catacumbas de Montparnasse y el frente colosal y monstruoso del cementerio de Azul.

Para el lector, sin embargo, la sorpresa y el disfrute van menguando a medida que se avanza en la lectura del libro. Y es que, al final, todos los cementerios del mundo tienen algo en común (tumbas y cadáveres), lo que por su naturaleza estas crónicas no pueden –no podrían– evitar. Cuando Alguien camina sobre tu tumba se lee de corrido lo recurrente termina imponiéndose a lo particular, y se tiene la (falsa) impresión de que los textos son muy parecidos. Quizás este sea uno de esos libros que deben leerse en períodos breves, por etapas -tal como el viajero fascinado le dedica solo un par de horas a cada cementerio, antes de volver a la aventura-.

© LA GACETA

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Máximo Cheín

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