Accesible para todos
19 Abril 2014
Por Alvaro Aurane

Lo mágico que me acerca a la obra de Gabriel García Márquez tiene que ver con su accesibilidad infinita. He leído y he escuchado varios autores decir que es muy difícil escribir después de Borges. A mí me da la impresión que es más fácil escribir después de García Márquez. El lleva la vanguardia con machete, y abre camino en la maleza de una literatura latinoamericana que trataba de encontrar camino y no lo hallaba hasta que finalmente Cien años de soledad encuentra no una, sino todas las formas.  

Lo maravilloso radica en que es accesible para todos. Para bibliófilos y para bibliómanos.  Para tipos que la quieren leer de un tirón y están a la búsqueda de la anécdota cruda para salir a decir que la han leído. Para aquellos que la van a leer y la van a releer y van a buscar claves, van a disfrutar de la arquitectura de la novela. 

La define magnificamente Mario Vargas Llosa cuando dice que es una novela total, porque verdaderamente la novela comienza y termina en sí misma. Compite con la realidad real, si se quiere, de manera absoluta: de cabo a rabo. Empieza, tiene una génesis, y también tiene su propio Armageddon. Es una esfera perfecta. Y esto también la torna única. 

Considero, en particular, que García Márquez escribe como escritor pero mira como periodista, y creo que ahí radica una de las grandes claves. El material con el que construye sus obras es aquel con el que el periodismo debería construirse: historia política, social, económica, pero a la vez tradición, cultura, historia: la propia. No la contada, no la aprendida, sino la vivida. En Cien años... está la historia de la república bananera, y ese conocimiento del bananerismo y esa mirada increíble es lo que hace que Macondo sea Argentina, Colombia, Uruguay, Paraguay, Venezuela...

© LA GACETA

Alvaro Aurane - Becario de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por García Márquez.

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