El Scrabble, ese juego que une al abuelo con el nieto

El Scrabble, ese juego que une al abuelo con el nieto

EL juego de palabras en el que no cuenta tanto el buen léxico como la habilidad para sumar puntos sigue cosechando adeptos. En Tucumán.

DESTREZAS. En el Scrabble se ejercitan la capacidad de cálculo y de estrategias para anticiparse al contendiente.  foto de escribescrabble.blogspot.com DESTREZAS. En el Scrabble se ejercitan la capacidad de cálculo y de estrategias para anticiparse al contendiente. foto de escribescrabble.blogspot.com
13 Abril 2014
¿Te acordás de esas largas contiendas en las tardes de lluvia, en la playa o en la casa paterna, en las que tratabas de convencer a los otros de que la palabra “ut” (antiguo nombre de la letra musical do) era válida? En tiempos en los que la “Play” y la Wii no existían, el Scrabble (revolver, en inglés) fue uno de los juegos de mesa preferidos por generaciones de argentinos, desde los años 60 en adelante. A mediados de los 90, la “Play” arrasó, y la modesta caja de cartón que guardaba un tablero, atriles y letritas de madera, quedó archivada en algún remoto armario.

Pero todo vuelve. O nunca se fue, aunque parecía lo contrario. El Scrabble, el famoso “juego” de las tardes lluviosas o de la playa, se mantuvo como una pasión no tan masiva, pero que cosecha adeptos de todas las generaciones. Y hasta tiene una asociación que los nuclea, a nivel nacional e internacional. Horacio Moavro (56), que preside la Asociación Argentina de Scrabble, pasó por Tucumán acompañado por Ana Apud, otra “scrabblemaníaca”, como él. En una reunión fundacional en la sede del Jockey Club, el contador Moavro (que por cierto no vive de las palabras cruzadas y que descubrió su pasión en vacaciones de niño en Miramar) dejó, a su paso por la provincia, la semilla de la Asociación Tucumana de Scrabble. Las coordinadoras de la flamante filial son María Cristina Acevedo Díaz y Claudia Palomares, y los interesados en sumarse pueden escribir a esta dirección de correo electrónico: [email protected].

Historia de una pasión

El Scrabble, explicó Moavro, quien fue campeón argentino de este juego, es, más que un juego de mesa, un deporte de la mente. Como el ajedrez, como el bridge, con un reglamento establecido y con competencias internacionales. “Al juego lo inventó un arquitecto en los Estados Unidos, en los años 30, un tipo fanático de las palabras cruzadas; primero fracasó, inventó variantes, y no pasó nada. Hasta que en un momento, ¡pum pum!. La meta era que cada hogar tuviera su juego para después de la cena”, expresó.

Los que crecieron con el Scrabble recuerdan con nostalgia aquellas tabletas de madera que conocimos de nuestra infancia: eran las fichas para los angloparlantes. Hasta que en los años 96, 97, la empresa Mattel, que es la dueña del juego, lanzó al mercado una versión en español. El tablero, explica Horacio, es el mismo; pero cambiaron la distribución y el valor de algunas de las fichas, para adecuarlo al idioma español. Para quienes exhiben espíritu competitivo, a prepararse: en 1997, en Madrid, se jugó el primer Mundial; el año pasado le tocó a Buenos Aires, y la próxima sede es La Habana. En la Argentina hay alrededor de 400 jugadores de Scrabble de nivel competitivo. “La idea es que en cada provincia haya un grupo que organice talleres y que enseñe cómo progresar en este juego que, como todos los “deportes de la mente”, es recomendado para tratar a pacientes con enfermedades mentales.

¿Gana el que mejor léxico tiene?, se le pregunta. Y él lo niega. “No necesariamente. Cuando jugamos competitivamente lo hacemos uno contra uno, no en rondas, como era los domingos de lluvia en la nona tomando mate. Se empiezan a aplicar estrategias de abrir y cerrar el juego; poner palabras que después se puedan continuar para adelante o para atrás, para hacer más puntos; y, más que poner palabras lindas, se busca hacer muchos puntos”, enfatiza. “Es importante, cuando está por terminar la partida, ir sabiendo qué fichas quedan, para saber qué fichas puede tener el rival”.

“Lo más importante es el equilibrio del atril”, sentencia el campeón de Scrabble; “porque uno tiene que saber que tres vocales y cuatro consonantes pueden armar un scrabble; pero tiene que pensar no esta jugada, sino en la próxima; en cómo le queda el atril para la siguiente jugada”.

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