Riachuelo a la tucumana
Si algo le faltaba al país para subrayar su déficit en materia medioambiental era la elección del Riachuelo como uno de los 10 lugares más contaminados del mundo. Triste y preocupante. El ranking fue elaborado por dos instituciones inobjetables, el Blacksmith Institute y la ONG Green Cross International. La cuenca La Matanza-Riachuelo, un festival de desechos tóxicos arrojados por las fábricas instaladas a lo largo de su recorrido, es la única mancha para el continente americano en este top ten de la desidia. Los otros nueve puntos se desparraman por África (Nigeria, Ghana y Zambia), Asia (Bangladesh y dos focos en Indonesia), Ucrania (lo que quedó de Chernobyl) y Rusia (Norilsk, con 130.000 siberianos expuestos a la contaminación por la fundición de metales pesados, y Dzerzhinsk, un centro de producción de químicos).

Al hilo conductor de estos 10 paraísos de la contaminación lo sigue atentamente el especialista Raúl Estrada Oyuela y da en la tecla cuando lo analiza: "el problema es que afecta a los pobres, y a nadie parece importarle que la gente de bajos recursos viva algunos años más y en mejores condiciones".

El caso de Tucumán es paradigmático y así lo certificó un informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA. "En todos los indicadores medioambientales estudiados, los hogares residentes en el Gran San Miguel de Tucumán enseñan un mayor registro de estos problemas en los alrededores de sus viviendas que a nivel nacional -apunta el estudio-. Las plagas urbanas y la presencia de terrenos inundables alcanzan al 40% de estos hogares". Los basurales y la quema de pastizales en las inmediaciones de las casas se anotan entre los factores de riesgo detectados por los investigadores.

Corroborando el razonamiento de Estrada Oyuela, la UCA sostiene que la contaminación ambiental afecta en mayor proporción a los hogares de estratos sociales más pobres, con nivel educativo hasta secundaria incompleta y hogares con niños menores de 18 años. Son los grupos sociales más indefensos y las deplorables condiciones en las que viven representan una amenaza permanente.

San Miguel de Tucumán es una ciudad que presenta distintas situaciones de vulnerabilidad ambiental que atentan contra la salud de la población y la calidad de vida urbana. Distintas situaciones pueden ser identificadas: la contaminación de los canales y del río Salí (desagües cloacales, residuos de empresas citrícolas y de ingenios); los desbordes cloacales (por saturación de redes y conexiones clandestinas); las áreas inundables; los residuos industriales que no reciben tratamiento antes de su disposición final; las situaciones deficientes en el predio de disposición final de la basura; la presencia de basurales clandestinos; la contaminación aérea (humo, hollín, polvo atmosférico, quema de caña); la contaminación sonora (en particular en el área central, donde se superan los 65 DB tolerables para la población).

El diagnóstico, inapelable, es del propio municipio capitalino y forma parte del Plan Estratégico Urbano Territorial elaborado con miras a 2016. El proyecto describe las estrategias propuestas para solucionar varias de estas situaciones. No es nada fácil.

La proliferación de asentamientos es moneda corriente en la ciudad y en sus alrededores. Núcleos poblacionales con necesidades básicas insatisfechas cruzan la capital de norte a sur y de este a oeste. La prueba palpable de que el gran problema argentino continúa siendo la distribución del ingreso. En este mapa de la desigualdad, la crisis medioambiental está a la vista. En otras palabras: hay muchos tucumanos que viven tan mal como a orillas del Riachuelo.

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