El desenlace triste que Disney no quiso contar

El desenlace triste que Disney no quiso contar

La saga que el cine popularizó a fines de los 80, fue concebida en realidad por el danés Hans Christian Andersen en 1837.Con un final trágico, opuesto al del filme, el cuento tiene una moraleja precisa: el peligro que representa subvertir el orden de las cosas

El desenlace triste que Disney no quiso contar
Cuando Walt Disney Pictures estrenó, el 17 de noviembre de 1989, la película de animación de "La sirenita" (The little mermaid), el mundo quedó atónito. No sólo por la belleza de las imágenes (generadas con técnicas nunca antes vistas) sino por esa maravillosa banda musical que la convirtió rápidamente en un éxito de taquilla. De hecho es la única película en la historia del cine cuya fecha de estreno mundial se extendió por casi 800 días (más de dos años) entre la avant premiere en Los Ángeles y su estreno en Japón el 30 de enero de 1991.

Convertida en un clásico, la historia de amor entre Ariel y Eric es una de las más promocionadas de la factoría Disney (su merchandising es abrumador) y una de las preferidas por las niñas del nuevo milenio. Sin embargo muy pocos conocen la verdadera saga de "La sirenita", el cuento concebido por el genial escritor danés Hans Christian Andersen que sirvió de base a la película.

El inicio

Desde su aparición (el 7 de abril de 1837 en la antología "Cuentos de hadas contados para niños") "La sirenita" ganó una inmensa popularidad. Las reediciones han sido incontables, así como las adaptaciones a otros medios como el teatro, el cine, e incluso el ballet. Sin embargo, la mayoría de las versiones omiten el final trágico del cuento original; quizás porque plantea algunas dificultades insuperables para los adultos. ¿Cuál es la versión que hoy todos conocemos? Pues, aquella que reúne felizmente a los protagonistas del cuento: la sirenita y el príncipe, dos personajes separados no sólo por la estirpe, sino también por el medio en el que viven.

Pero Andersen, sutil y profundo adaptador de mitos (es autor también de otros clásicos como "El patito feo", "El soldadito de plomo" o "El traje nuevo del emperador"), plantea una historia muy diferente. La sirenita de su cuento, por ejemplo, es perfectamente capaz de entender y hablar la lengua de los hombres, ya que en las oscuras aguas de los abismos aún se recuerda la época en que los seres del océano y las criaturas pedestres vivían en un conveniente idilio.

La trama

Pero analicemos la historia que escribió Andersen. La sirenita (Disney la llama Ariel, pero en el cuento no tenía nombre) vivía en un luminoso reino subacuático junto con su padre, el rey del mar, sus cinco hermanas mayores y su abuela. Cuando la joven -un tanto rebelde, por cierto- cumple 15 años de edad, adquiere el derecho de ascender y contemplar el mundo de la superficie. Pero las reglas son claras: una visita por año es más que suficiente para las jóvenes. Y la sirenita, que pasó toda su infancia oyendo las historias extraordinarias narradas por sus hermanas, realiza su primer ascenso llena de anhelos.

Su viaje a la superficie la lleva cerca de los restos de un naufragio, donde un único sobreviviente aún se mantiene a flote. Este joven resulta ser un príncipe de carácter más bien cándido. Enamoradiza como todas las criaturas del mar, la sirenita cae rendida ante los encantos del joven, y se propone superar todas los inconvenientes para conquistarlo. Imposibilitada de seguirlo en tierra firme, la sirenita lo salva y lo abandona en la costa.

Rápidamente vuelve a sumergirse y le pregunta a su abuela, una sirena sabia, sobre la vida de los humanos. La anciana le cuenta que la vida de las criaturas terrestres es mucho más corta que la de las sirenas, que pueden llegar a cumplir 300 años. Más aún, le explica que cuando las sirenas mueren se transforman en espuma de mar y dejan de existir, mientras que los humanos poseen alma y un destino inmortal en el cielo.

Deseosa de compartir ese destino de eternidad, la sirenita le pide ayuda a la Bruja del Mar, una suerte de chamán acuático con enormes poderes, quien le propone un pacto de dudosos beneficios: la transformará en humana, pero si el príncipe se casa con otra mujer, ella morirá inexorablemente. Además la bruja le pide un sacrificio brutal: su lengua (en la película de Disney era sólo la voz). De este modo, mutilada en su esencia misma (la sirenita tenía la voz más hermosa del mundo y cantaba como ningún otro ser viviente) se arroja al mundo de los humanos dejando atrás su cola de pez.

Pero conseguir un par de piernas es ligeramente más fácil que hacerse inmortal. El alma -le había dicho la bruja- sólo pertenece a los humanos, y cualquier otra criatura debe ganársela mediante un beso de amor verdadero. En otras circunstancias, esto no hubiese sido un problema para la joven sirenita, bella y simpática por naturaleza. Pero despojada de su voz, y con dos piernas que se sienten como espadas que se clavan en su cuerpo, el asunto se vuelve bastante complicado.

No obstante, el príncipe se siente atraído por esa joven de andar tambaleante y disfruta al verla bailar. Sin embargo, tras un corto idilio, el príncipe resuelve seguir los consejos de su familia, y se casa con una princesa de un reino vecino.

Sabiendo que la muerte acecha, las hermanas de la sirenita acuden en su ayuda y le ofrecen una salida de emergencia: un cuchillo mágico que le devolverá la cola de pez si con él logra asesinar al príncipe y bañar sus piernas con la sangre del ser amado. Para conseguirlo, las cinco hermanas debieron entregar sus bellas cabelleras a la bruja.

El final que ignoramos

Puesta entre la espada y la pared, nuestra heroína acuática llega al lecho de los recién casados con el cuchillo en la mano, llorando silenciosamente. Pero, consciente de que no puede matar al hombre que ama, arroja el cuchillo y se lanza voluntariamente al mar, que la recibe en su seno y la convierte en una espuma delicada y fragante. Sin embargo, no deja de existir. En ese momento se da cuenta de que otras sirenas rebeldes, que habían intentado subvertir el orden establecido de las cosas, también vagaban insomnes por los mares del mundo. Son ellas mismas quienes le explican que sólo podrá ganar un alma haciendo buenas acciones durante 300 años. Aún hoy puede vérsela los días de tormenta, surcando las enormes olas, en búsqueda de algún náufrago para salvar y, de esa forma, ser inmortal.

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