El emotivo cierre del Septiembre Musical

El emotivo cierre del Septiembre Musical

02 Octubre 2012
Es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. El arte acompañó desde siempre al hombre que necesitó alimentar y recrear su espíritu. Una de las artes más universales es la música porque su lenguaje va directamente a las emociones. El poeta inglés Robert Browning afirmaba: "El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla". Mientras que Yehudi Menuhin, humanista y notable violinista del siglo XX, sostenía: "Estoy seguro de que la buena música alarga la vida".

El domingo se llevó a cabo el cierre del 52° Septiembre Musical Tucumano en la estación del ex Ferrocarril Mitre. Participaron más de 250 intérpretes, de los cuales 180 fueron coreutas y los restantes, músicos. Se escuchó la imponente Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven. Ocho mil tucumanos sentados y un buen número de pie, siguieron las alternativas de un concierto que emocionó al auditorio de diferentes edades, profesiones y clases sociales.

Esta nueva experiencia en este espacio no convencional pone en evidencia una vez más la importancia de los espectáculos masivos. Se suele decir desde hace mucho tiempo que la llamada música clásica está dirigida a un sector minoritario de la sociedad, se la suele llamar "música de iglesia", aburrida, intelectual. Sin embargo, estas experiencias que convocan a un público multitudinario dan por tierra con estos prejuicios.

Desde 1998, la Universidad Nacional de Tucumán viene realizando anualmente su megaconcierto de Navidad que tiene por protagonista a su Orquesta Sinfónica. La entrada suele consistir en un alimento no perecedero que luego se dona a comedores o a escuelas. El público se vuelca masivamente.

La experiencia demostró una vez más que la música es capaz de reunir bajo su hechizo a personas de distinta condición social, de diferentes ideologías; todos somos iguales ante el hecho mágico de la emoción colectiva que nos despierta, como suele afirmar desde hace muchos años el pianista tucumano Miguel Ángel Estrella.

Cuando a esta música "culta" se la saca del teatro y se la lleva a espacios abiertos, no convencionales, a una cancha de fútbol o a un hipódromo, el público pareciera vencer los prejuicios y responde a la convocatoria, especialmente cuando la entrada es libre.

En otras ocasiones, hemos señalado que sería interesante que a lo largo del año se programase un ciclo de conciertos sinfónicos y corales al aire libre una vez al mes. Por ejemplo, se podría reciclar el desperdiciado Palacio de los Deportes, ubicado en el parque 9 de Julio. Podrían realizarse también allí ciclos de teatro argentino y universal; espectáculos de danza o de títeres.

De ese modo, se acercarían la música, el teatro y otras artes al numeroso público que no tiene el hábito de asistir a un teatro y que descubriría la cantidad de jóvenes talentosos volcados al arte como los que integran coros, la Orquesta Juvenil de la UNT o los conjuntos del programa Orquestas y Coros para el Bicentenario. Se trata de aprovechar el enorme patrimonio cultural que tenemos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios