Por Carlos Páez de la Torre H
04 Octubre 2010
Es conocido que, en el primer -y último- regreso a Tucumán del joven Juan Bautista Alberdi, en 1834, su gestión logró el indulto de varios condenados a muerte. Un artículo de José R. Fierro, en LA GACETA de 1920, con el título "La primera causa defendida por Alberdi", ofrece detalles tomados del expediente judicial.
Sucedió que había sido desbaratada una conspiración para derrocar al gobernador, general doctor Alejandro Heredia. Habían logrado fugarse dos cabecillas, el doctor Angel López y Pedro de Garmendia. Pero muchos otros habían caído prisioneros. El implacable fiscal Yolis declaró inocentes a cuatro, pidió dos meses de cárcel para Santiago Maciel y Vicente Posse, y la pena de muerte para el resto, todo lo cual respaldó el juez.
Estos eran diez militares: Jerónimo Helguera, José Albornoz, José Ignacio Murga, Santos López, José Francisco López, Juan Francisco Lobo, Manuel López, Simón Sorroza, Lino Iturre y Elías López. Los civiles eran Francisco Sorroza, Felipe López y Felipe Posse. Estaban presos en Lules y debían ser ejecutados el 10 de julio, "en la playa del río".
Tras el Tedéum, el gobernador y su comitiva se trasladaron a la Casa Histórica. Allí, Alberdi dijo un discurso, que terminó pidiendo la libertad de los reos en homenaje al día de la patria. Heredia accedió. Hizo traer el expediente y asentar una providencia que expresaba que, "en uso de las facultades extraordinarias y por el memorable 9 de Julio, perdona a todos los reos". Comenta Juan B. Terán que "la emoción literaria era el talón de este Aquiles".
El joven oficial cordobés Manuel E. Pizarro se encargó de llevar a todo galope esa resolución hasta Lules, y logró detener la sentencia. El 13 de julio, dice el expediente, se puso a los detenidos en libertad.
Sucedió que había sido desbaratada una conspiración para derrocar al gobernador, general doctor Alejandro Heredia. Habían logrado fugarse dos cabecillas, el doctor Angel López y Pedro de Garmendia. Pero muchos otros habían caído prisioneros. El implacable fiscal Yolis declaró inocentes a cuatro, pidió dos meses de cárcel para Santiago Maciel y Vicente Posse, y la pena de muerte para el resto, todo lo cual respaldó el juez.
Estos eran diez militares: Jerónimo Helguera, José Albornoz, José Ignacio Murga, Santos López, José Francisco López, Juan Francisco Lobo, Manuel López, Simón Sorroza, Lino Iturre y Elías López. Los civiles eran Francisco Sorroza, Felipe López y Felipe Posse. Estaban presos en Lules y debían ser ejecutados el 10 de julio, "en la playa del río".
Tras el Tedéum, el gobernador y su comitiva se trasladaron a la Casa Histórica. Allí, Alberdi dijo un discurso, que terminó pidiendo la libertad de los reos en homenaje al día de la patria. Heredia accedió. Hizo traer el expediente y asentar una providencia que expresaba que, "en uso de las facultades extraordinarias y por el memorable 9 de Julio, perdona a todos los reos". Comenta Juan B. Terán que "la emoción literaria era el talón de este Aquiles".
El joven oficial cordobés Manuel E. Pizarro se encargó de llevar a todo galope esa resolución hasta Lules, y logró detener la sentencia. El 13 de julio, dice el expediente, se puso a los detenidos en libertad.
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