La crisis global, según Stiglitz

La crisis global, según Stiglitz

El ganador del Nobel en 2001 señala antecedentes, identifica causas y propone remedios.

EL CRITICO. El estadounidense cuestiona a los economistas, al mercado, a la avidez del sector financiero y a los desmanejos del gobierno norteamericano, antes y después del último crack. EL CRITICO. El estadounidense cuestiona a los economistas, al mercado, a la avidez del sector financiero y a los desmanejos del gobierno norteamericano, antes y después del último crack.
27 Junio 2010
Economía
CAÍDA LIBRE. EL LIBRE MERCADO Y EL HUNDIMIENTO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL
JOSEPH E. STIGLITZ
(Taurus - Buenos Aires)

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, nos ofrece en un estilo polémico un nuevo libro que aborda la actual crisis económica internacional, "identificando" a sus causantes y sugiriendo políticas para no recaer en el futuro. Es particularmente crítico de los economistas, del mercado, de la avidez del sector financiero y del mal manejo del gobierno antes y después de la crisis. Le atribuye a Estados Unidos la generación de esta situación que afecta a la economía mundial.
Según Stiglitz, los ciclos anteriores eran del tipo inventario, pero la actual responde a un crecimiento basado en endeudamiento. Si bien la primera manifestación fue la ruptura de la burbuja tecnológica en 2000, menciona que las causas fueron las desregulaciones en el sector financiero que permitieron que se ofrecieran productos financieros de alto riesgo sin el respaldo suficiente, incentivados por las altas comisiones percibidas. Se generaron instituciones de gran tamaño que, supuestamente, no podían quebrar. No hubo mecanismos de seguro que se hicieran cargo de posibles problemas de los deudores y todo estaba basado en que el Estado finalmente pagaría los platos rotos. Cuando la burbuja inmobiliaria explotó se perjudicaron más las familias de menores ingresos, perdiendo la vivienda y el empleo.
Sin embargo, los "causantes" de la crisis se salvaron con el financiamiento del Estado. Stiglitz le atribuye este mal comportamiento del sector financiero a deficiencias del mercado; pero también podrían haberlo generado las regulaciones del mercado.

Un viejo problema
La presencia de empresas con inversiones riesgosas es un problema de larga data. Jonathan Swift en sus Viajes de Gulliver, en 1726, ya hablaba de los projectors, empresas que generaban burbujas. También los mencionaba Adam Smith en su Riqueza de las Naciones, en 1776. Parecía que ellos favorecerían -aunque fueran difíciles de implementar- regulaciones para defender a los inversores incautos.
Stiglitz sugiere alternativas para que la ayuda del Estado llegue a los sectores de menores ingresos que se hayan visto más afectados por la crisis inmobiliaria, y medidas que se debieran tomar en el sector financiero para evitar que se repita la crisis, como  separar la banca comercial de la inversión, resucitar el mercado hipotecario, cambios en la forma de pago a los ejecutivos y un mejor control de los productos a medida del cliente. Ello evitaría la generación de productos financieros muy riesgosos y mejoraría el mecanismo de seguros con que cuentan los clientes. Si bien sus objetivos son buenos, pienso que no es fácil que mayores regulaciones tengan éxito.
La actual crisis europea plantea dudas a la teoría de un origen limitado a factores financieros e inmobiliarios. Recién ahora van surgiendo problemas que tienen larga data de intervencionismo estatal y de otros tipos de burbujas. Llama la atención que los países con más problemas son los que más recibieron ayuda; o sea que el sector público respondió de la misma forma que el sector financiero y que nadie quiere quebrar.
Stiglitz es crítico de la evolución de los agentes económicos en Estados Unidos y cree que las respuestas a los incentivos que genera el mercado no necesariamente llevan a la eficiencia y a la estabilidad. Plantea una crisis moral que debiera tenerse en cuenta para que la sociedad vuelva a prestar atención a otros valores fundamentales que llevan a la responsabilidad social. Esta crítica abarca también a los organismos internacionales. Sugiere cambios en el enfoque de la economía, bien detallados en el Capítulo 6, titulado La avaricia rompe el saco. Propone un sistema de regulación mundial coordinado, con un nuevo sistema global de reservas y asimila la caída de Lehman Brothers a la caída del muro de Berlín.
Siempre se plantea el debate de si existe o no "la mano invisible" que nos lleva a las soluciones sociales óptimas. En realidad, como plantea Milton Friedman, son más peligrosos "lo pies visibles" de los que buscan protección en detrimento del resto.
Finalmente, es interesante constatar que los desastres naturales parecen ser menos nocivos que los desastres económicos.

© LA GACETA

Víctor J. Elías

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