Flotar en el agua le da seguridad y alegría al bebé

Flotar en el agua le da seguridad y alegría al bebé

Apenas se le cae el "pupo", el bebé está en condiciones de comenzar su primera clase de natación. El "curso" comienza en la bañadera portátil y luego, cuando el bebé crece, continúa en la piscina. Lo primero que aprenden es a flotar y a disfrutar del agua.

29 Octubre 2009
Quien observe a Julieta nadar en la pileta de su casa y bucear buscando algún objeto en el fondo puede llevarse un gran susto. No es común ver una bebé de un año moverse como si fuera una sirena. Patricia Escalante, su madre, se ríe cada vez que recuerda sus reprimidos impulsos de gritar cuando el año pasado observaba a su hija sumergirse, bajo la supervisión de una profesora.
Patricia tiene tres hijas, de 11, 9 y la última de dos años y 10 meses. "Me gusta que ellas hagan actividades como inglés, tenis, baile y canto. Las más grandes saben nadar, pero me preocupaba la menor, porque aunque la pileta de casa está cercada y con candado, yo quería que ella supiera flotar, por si se caía accidentalmente al agua. Ahora que ya sabe nadar, estoy más tranquila", reconoce la joven madre.
A diferencia de lo que podría pensarse, Julieta, que tenía sólo un año cuando comenzó a nadar, era reacia al agua. "En sus primeros baños lloraba muchísimo y no disfrutaba; sólo después de los ocho meses, cuando yo la metía en la bañadera junto con sus dos hermanas aprendió a encontrarle el gusto al agua", recuerda. Fue entonces cuando Patricia decidió que era el momento indicado para empezar clases de iniciación acuática.
En los brazos de mamá
"Lo ideal es comenzar la estimulación acuática en el primer baño del bebé. Hacer de este momento diario un espacio creativo y placentero para él, en compañía de su mamá. El profesor guía a la madre sobre cómo desarrollar las actividades para que pueda jugar con su hijo y estimularlo correctamente", explica Graciela Vece, máster en Educación Física en la Universidad de Salamanca, España.
Sin embargo, no siempre resulta la clase al bebé en brazos de la mamá. En el caso de Julieta, por ejemplo, su madre se vio obligada a dejarla sola con la docente para que pudiera aprovechar mejor la clase. "Julieta se ponía muy mimosa y lloraba cuando yo estaba, así que tuve que dejarla con la profesora, que la atrajo con juguetes de   colores y flotadores. A partir de entonces comenzó a aprender y a divertirse", contó la madre.
"A los bebés no se les enseña una técnica de natación; por eso hablamos de iniciación acuática. Sólo pretendemos que el niño aprenda a gozar del agua y a dominar su cuerpo en un medio de máxima dificultad", aclara Marcela Alejandra Medina, profesora universitaria de Educación Física, especializada en el tema. A partir de los tres meses, los pequeños alumnos pueden recibir clases de 20 a 30 minutos.
El hecho de que hasta los dos años de edad los niños mantienen algunos reflejo de su vida intrauterina favorece el aprendizaje de la actividad. "Por ejemplo la glotis se bloquea cuando el niño se sumerge e incluso puede sonreír debajo del agua sin tragar líquido. Esto ayuda mucho. Primero se lo prepara enseñándole a soplar en el agua, haciendo burbujas con la boca y nariz sumergidas, y luego pasamos a otra etapa que es la de mantener el aire en forma voluntaria debajo del agua", explica Medina. "También hacemos uso del reflejo de la marcha que se traduce en movimiento de piernas, como si quisiera caminar. A partir de esto se enseña a nadar boca abajo y boca arriba, dando 'pataditas'", grafica.
Ambas profesionales aclaran que el bebé no nada solo, sino  siempre con un adulto. A lo sumo puede desplazarse bajo el agua, desde los brazos de mamá hasta los de la profesora, nadando a un metro de distancia. Esto es lo máximo para él.

El agua debe estar a 32 grados

Antes de meterse a la pileta, la iniciación acuática comienza en casa, en la bañadera portátil. El agua no debe estar a una temperatura inferior a los 32 grados. Si es necesario, se ambienta el cuarto con una estufa y así se evitan enfriamientos, ya que el bebé estará en su pileta personal entre 10 y 15 minutos. "Durante ese lapso la mamá y el papá son los más indicados para acompañarlo, con palabras cariñosas, caricias y canciones, que le dan seguridad al bebé y lo fortalecen en su autoestima", explica la especialista en actividades acuáticas para bebés, Marcela Alejandra Medina. En este medio, el niño disfruta dando pataditas, riendo y agarrándose del borde de la bañadera portátil, como un reflejo de prensión. "No hay que soltarlo, sino ofrecerle el dedo para que se siga sosteniendo y no pierda seguridad", aconseja.

Lo que hay que saber
Consultar al pediatra antes de iniciar clases de natación. 
La leche se debe dar después del baño.
Respetar los tiempos de aprendizaje del bebé, no hay que fijarse metas ni apurarlo.
Concurrir a piletas impecables en su higiene, para evitar contagios.
No bañar al bebé en el horario en que duerme o come habitualmente.
Alegría y el juego deben ser los factores predominantes.
Si el niño llora o se le ponen los labios morados hay que sacarlo inmediatamente.
Secar muy bien al niño en seguida de haberlo sacado de la piscina.
Después del baño y de tomar su mamadera, el bebé debe dormir, porque estará muy cansado.

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