Licores tucumanos y sus etiquetas

Licores tucumanos y sus etiquetas

Sonado incidente de 1891 que debió resolver el Ejecutivo. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

LA “LICORERIA DEL PROGRESO”. Una de las fábricas licoreras de Tucumán aparece en este dibujo publicitario de 1893. Era propiedad de Piatti Hermanos y se hallaba en la plaza Urquiza. LA “LICORERIA DEL PROGRESO”. Una de las fábricas licoreras de Tucumán aparece en este dibujo publicitario de 1893. Era propiedad de Piatti Hermanos y se hallaba en la plaza Urquiza.
31 Julio 2008
Durante los años finales del siglo XIX, la fabricación de licores fue una actividad empresaria de significación en Tucumán, con varias casas dedicadas a ese rubro. Con todo, el negocio tenía sus peculiaridades. Así lo muestra una incidencia de 1891. Ese año, Rimbaut Hermanos pidió al Consejo de Higiene autorización para omitir el nombre de su empresa, en la etiqueta de los licores que fabricaba en esta ciudad. Explicó que así lo exigían los mayoristas, temerosos de que la clientela los pasara por alto y tratase directamente con Rimbaut. El Consejo accedió, pero la Oficina Química resolvió lo contrario. Rimbaut Hermanos se indignó. Afirmó que así se favorecía a la industria del litoral, cuyos licores ingresaban con la etiqueta que quisieran y sin control de la Oficina. El director de esta, Federico Schickendantz, mantuvo su postura. Dijo que "no podía legitimar con su sello productos fabricados en Tucumán que en sus etiquetas indican procedencias extranjeras". Pero el Consejo de Higiene insistió. Hallaba comprensible el pedido de los Rimbaut, porque la gente creía que sólo tenían valor los productos importados: estaba acostumbrada "a despreciar lo que se anuncie como fabricación del país".
El asunto se elevó al Poder Ejecutivo. El fiscal Fernando de Zavalía entendió que a la Oficina Química no le competían las etiquetas sino el producto: "su campo de acción es el contenido, no el continente". Y dictaminó que tampoco eran competencia del Consejo de Higiene las marcas de fábrica. Finalmente, el 30 de noviembre de 1891, el gobernador Próspero García emitió un decreto. Resolvió que el Estado no podía autorizar la falsedad de que fabricaciones locales se vendieran como extranjeras, y que los Rimbaut debían cumplir con la ley nacional de marcas de fábrica. Estuvo de acuerdo con las esferas de competencia que marcaba el fiscal. No queda constancia de cómo se las arreglaron los Rimbaut, en adelante.

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