A Tucumán se le atragantó el grito

A Tucumán se le atragantó el grito

Buenos Aires logró un try en el último minuto y se coronó campeón otra vez.

NO PASARAS. Juan Ignacio Gauthier intenta pasar la pelota ante la marca de dos tucumanos. Los “naranjas” tacklearon en toda la cancha. LA GACETA / ANTONIO FERRONI NO PASARAS. Juan Ignacio Gauthier intenta pasar la pelota ante la marca de dos tucumanos. Los “naranjas” tacklearon en toda la cancha. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
06 Abril 2008
Setenta y nueve minutos no fueron suficientes. A Tucumán se le quedó atragantado el grito de campeón cuando el “gordo” Agustín Costa Repetto se zambulló en la punta del ingoal y Federico Serra metió entra los postes una guinda imposible.
Setenta y nueve minutos. Ese fue el tiempo durante el que Tucumán se sintió campeón argentino. No porque haya dominado claramente a los porteños, sino porque tuvo tres penales factibles y Diego Más los convirtió. Es más, si los tucumanos hubieran entrado a la cancha un poco más tranquilos también podrían haber sumado de a tres. Pero se les ocurrió jugar rápido un penal en el arranque del primer tiempo, cuando lo más aconsejable era pedir palos. Buenos Aires dispuso de dos penales: Serra se puso nervioso en el primero y aseguró el segundo.
Setenta y nueve minutos jugando al que menos se equivocaba. Fue ajedrez y fue batalla campal de delanteros, y patadas al fondo y tensión al máximo, y arranques de heroísmo al intentar pasar la pelota en cualquier parte de la cancha, cuando lo más recomendable era utilizar los pies.
Setenta y nueve minutos en los que Lucas Barrera Oro se convirtió en el mejor naranja. Barriendo el fondo, pateando y atacando. Y en los que la tercera línea demostró cómo se juega una final.
Setenta y nueve minutos durante los cuales -sobre todo en el complemento- el juego se localizó en campo enemigo.
Setenta y nueve minutos durante los cuales, increíblemente, Tucumán jugó poco y nada al maul, y cuando lo hizo, perdió.
Setenta y nueve minutos en los que demostró que su scrum era más poderoso, haciendo retroceder al rival y recuperando pelotas.
Setenta y nueve minutos durante los cuales se repartieron los lines, y los tres cuartos de ambos equipos tuvieron que defender más que atacar, ya que la pelota no les llegaba.
Setenta y nueve minutos durante los cuales la gente vibró, sufrió, gozó e insultó.
En el minuto 80, festejó Buenos Aires.

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