A la caza de la piratería

A la caza de la piratería

Se lanzó una campaña para perseguir a los usuarios que bajen e intercambien archivos de audio. Los primeros 100 argentinos ya recibieron cartas documento con multas que llegan hasta los $ 12.000.

30 Marzo 2008
En un principio hubiera parecido un trastero oscuro, pero entonces se movió una sombra, alguien salió de ella y abrió una ventana. La habitación que ahora quedaba a la vista estaba llena a rebosar. Esparcidas se hallaban las evidencias de la tecnología: la televisión, un equipo de home theatre, el reproductor de DVD, varios controles remotos, una computadora, el módem ADSL que titilaba junto a la línea telefónica y una pila de discos. El cuerpo que antes se veía en penumbras se ocupaba de algo: descargaba música en su ordenador.
El cuchitril descripto puede muy bien pertenecer a cualquiera de los 4,5 millones de argentinos que utilizan softwares como LineWire, eMule, BitTorrent o Soulseek para conseguir gratis de internet los discos o las canciones que les gustan. O a Rodolfo Camaro, uno de los 100 usuarios que ya recibieron cartas documento con multas de hasta $ 12.000 por bajar y compartir música.
Un día, el joven de 21 años abrió su notebook y se puso a copiar tres temas. Instantes después, su padre irrumpió en el cuarto con una carta documento. EMI, Universal, Sony BMG y Warner lo intimaban a pagar $ 9.000 por bajar y compartir tracks de sus catálogos.
Rodolfo fue sorprendido por la Asociación para la Protección de los Derechos Intelectuales sobre Fonogramas y Videogramas (Apdif). Cuando un cazador de esta secretaría antipiratería lo vio en una lista de espera virtual, anotó el número de IP o identificación de su máquina y le pidió una orden al juez.
"Soy el primer b... al que le pasa esto", le dijo el chico a la revista "Rolling Stone" después de espetar una mediación judicial. La factura terminó siendo de unos $ 5.000 y le permitieron pagarla en cuotas.
En Apdif se niegan a revelar el número de personas que pusieron a atrapar downloaders, pero aclaran que la campaña procura proteger de la manera más efectiva a los titulares de los derechos intelectuales. "Bajar temas y compartirlos es, en ambos casos, una infracción en materia de propiedad intelectual. Por lo tanto, se trata de una conducta ilegal", sentencia Javier Delupí, director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif).
¿Cómo se saca la cuenta de la demanda? Desde Buenos Aires, el directivo explica a LA GACETA que el cálculo depende de la cantidad de temas puestos a disposición, y agrega: "el daño radica en el hecho de que el titular de un bien intelectual no puede disponer del destino y de la explotación de su obra".
Del centenar de causas en curso, el 50 % de los demandados ya pagó sus respectivas multas. Es que aquí, al igual que en otros países, la cruzada argentina no consiste en cerrar los sitios de intercambio, sino en penalizar a los seres de carne y hueso.
En Francia, por ejemplo, el presidente Nicolas Sarkozy instauró una ley que lleva su nombre y que obliga a los servidores a cortarle la conexión a los internautas que se atrevan a presionar el botón "descargar". En Estados Unidos, el año pasado se condenó a una mujer a pagar 222.000 dólares por tomar del KaZaA 1.072 temas y compartir 24 de ellos.

Bonus track
Lo cierto es que, con o sin castigos, la revolución de la música digital se insinúa exorbitante. Y el crecimiento del downloading (transferencia de archivos) en el país, tal como ocurrió en cada recoveco del planeta, está relacionado con la proliferación del Wi-Fi y de la banda ancha. "Es muy difícil frenar esta situación. Cada vez más, la gente tiene mejor acceso a internet. Incluso, puede bajar música desde el celular", dice Eduardo Valdez, vicepresidente del Consejo Profesional de Ingeniería en Tucumán (Copit).
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, desde Ushuaia a La Quiaca hay 1,6 hogares con banda ancha. Según Capif, sólo en 2006 se bajaron 612 millones de temas de forma ilegal; ese mismo año se vendieron 17 millones de discos. "No se puede parar un fenómeno tan grande como el downloads. Por ello, la meta debería ser adecuar la industria discográfica a los cambios tecnológicos", concluye el ingeniero.
La noche en que se escriben estas líneas, son muchos los que caminan por las calles con auriculares blancos o que atrapan canciones en el ciberespacio.

Para entender el fenómeno

¿Bajar un disco es tan ilegal como compartirlo?
Ambas actividades son igualmente ilegales, porque violan las normas establecidas en la Ley de Propiedad Intelectual. Empero, el daño que se comete al compartir los temas es mucho mayor debido a que se posibilita la descarga a un número ilimitado de personas.

¿Es delito decargar un tema y después cargarlo en el iPod o MP3?
Sí, porque se está reproduciendo una obra musical sin autorización ni del productor, ni del intérprete ni del autor.  La distribución de música a través del formato de audio MP3 no está permitida. Los temas que se bajan de sitios pagos, en cambio, sí tienen autorización para ser reproducidos en dispositivos.

¿Pueden demandarnos por bajar temas o discos?
Sí, se puede accionar legalmente contra quien realizó una descarga. Pero en algunos casos puntuales, debería analizarse hasta dónde llega el derecho de privacidad en referencia al proveedor del cual uno es abonado. En la mayoría de los casos, no les prestamos atención a los contratos que firmamos.

¿Cuántos megas, aproximadamente, descarga un heavy user?
Un gran downloader es un usuario intensivo de internet que navega prácticamente todos los días. Estas personas tienen un manejo más avanzado de las herramientas de la red que el común de la gente. Los heavy user suelen descargar, en promedio, 15 películas y 90 temas musicales por semana.

Fuentes consultadas: Gustavo Navarro, perito informático del Poder Judicial; Sergio Daniel Ibarra y Walter Horacio Pérez, miembros de la comisión de Sistemas, Informática y Computación del Consejo Profesional de la Ingeniería de Tucumán.

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