Aunque el afecto recibido por los alumnos en la despedida, le inflama el corazón, mantiene el entusiasmo intacto. Lina Patricia Tártalo, licenciada en Matemáticas y magister en Estadística, se ha acogido en estos días a la jubilación, tras desempeñarse durante 14 años como directora del Instituto Técnico de Aguilares, de la Universidad Nacional de Tucumán, cargo al que accedió por concurso en 2009.

La docente tuvo varios desafíos en su gestión. “Al estar en una etapa fundacional, había que abordar muchas cosas que fueron apareciendo en el transcurso de los años. Cuando gané el concurso solamente teníamos un edificio, donde funcionaba el ciclo básico de la escuela. Se construyó en el plan 700 Escuelas, de la época de Néstor Kirchner y la Nación se lo cedió a la Universidad, entonces en la creación han confluido el gobierno provincial, el municipal, el nacional y la UNT, una muy buena estrategia política. En 2009 solamente contábamos con esa parte del edificio y estaba en edificación la parte posterior, la parte de atrás, que iba a ser para el ciclo profesional. Entonces, en 2010 se inaugura la parte edilicia de todo lo que es el ciclo profesional. Y había que llenarlo de muebles, y de equipos, equipar los gabinetes, comprar televisores, computadoras...”, contó.

La escuela propone siete años de formación, tres en el básico y cuatro en el profesional. “Tiene una modalidad de escuela americana en el sentido de que se trabaja por gabinetes, donde el alumno rota por el espacio, toma clases de lengua en el gabinete de lengua, clase de física en laboratorio de física, no tienen un curso fijo. Ha sido pensada así y los docentes son designados por cargo como en las facultades, por concurso. El ciclo profesional tiene cuatro años con dos modalidades: técnico mecánico electricista y maestro mayor de obras”, explicó.

En el aspecto educativo, Tártalo indicó que había que conformarla planta docente para terminar de completar los cargos que se fueron creando a medida que iban transcurriendo los años. “Había que trabajar fuertemente en la designación de los docentes, capacitarlos en este tipo de proyecto institucional, en el que se trabajaba en horas institucionales, donde se daban consultas, con trabajo en equipo docente para hacer planificaciones y extensión con el medio. Al ser una escuela universitaria y acá en el medio, no hay universidades, había que construir todo”, comentó.

La deserción

La escuela tiene actualmente 405 alumnos, la mayoría son de Aguilares y asisten otros de localidades aledañas: Concepción, Los Sarmiento, Santa Ana, Alberdi. ¿Cuál es el nivel de deserción? ¿Cuáles son las causas? “Hay una deserción del 40% en algunas cohortes y en otras, no, por debajo de ese 40%. Algunos no pueden sostener el régimen que tenemos. Acá solamente pasan con una materia previa, el filtro fuerte lo tenemos en tercer y cuarto año, ahí es donde al chico se le hace muy cuesta arriba. A partir del quinto año prácticamente no hay deserción, la deserción que se da es porque el chico dice: yo no voy a seguir ingeniería, sino medicina o psicología, piensan equivocadamente que no les va a servir la formación de la escuela, eso incide en la deserción. Al concluir los siete años, pueden ejercer como técnicos, montar algún tipo de emprendimiento, como talleres mecánicos, trabajan como electricistas y maestros mayor de obras. Acá, en Aguilares, están muy bien conceptuados los chicos. Egresan entre los 18 y 19 años”, dijo.

Un satélite

Tártalo, que es docente en la Universidad Tecnológica, Anexo Concepción, está contenta además porque sus chicos del Técnico han sido seleccionados por la Cansat, una iniciativa internacional, impulsada por varias agencias espaciales del mundo, entre ellas: la NASA y la ESA (Europa), que propone a estudiantes construir una carga útil, cuyo tamaño no supere al de una lata de gaseosa, y lanzarla en un cohete hasta una altitud aproximada de un kilómetro. “El docente trabaja a la par del chico que hace la investigación. La idea es que lo puedan hacer orbitar al satélite a determinada altura y recopilar datos con sensores que permitan detectar incendios, como quema de cañaverales, de basurales. Les envían los insumos para que puedan armar un prototipo, lo defienden al proyecto y luego son seleccionados para que se haga el lanzamiento en Córdoba, ello será en septiembre o en octubre. Es la segunda vez que los chicos participan”, comenta.

Estos 14 años al frente del establecimiento, han significado para Tártalo “un aprendizaje inmenso y también siento una inmensa gratitud con la gente, los alumnos, los padres que han acompañado la gestión o han comprendido el norte que teníamos, así como el apoyo de todos los rectores: el contador Cerisola, la doctora Bardón, los ingenieros García y Pagani, que han estado siempre presentes cuando uno los ha necesitado”.