En 2022, la expresión “inteligencia artificial” fue seleccionada como la palabra del año por la Fundación del Español Urgente (Fundéu). En ese mismo periodo también se popularizaron diversos bots para traducir documentos, desgrabar charlas y crear textos desde cero. Ambos acontecimientos nos dan un indicio sobre la estrecha relación que existe entre la IA y el uso de la lengua. Mientras algunos miran estas experiencias con recelo y otros con gran fascinación, la Real Academia Española (RAE) decidió tomar su propio camino para enfrentarse al asunto.

Hace poco la institución incorporó como miembro de número a la licenciada en Informática Asunción Gómez-Pérez para arrancar a diagramar proyectos que permitan “capacitar” a estas nuevas tecnologías y lograr que hagan un buen uso del idioma. Por ejemplo, para eliminar cualquier error ortográfico o sintáctico que puedan enviarles a sus usuarios en las respuestas.

“La lengua es el valor principal de la cultura de los pueblos y el español lo es de una comunidad que incluye a casi 600 millones de personas. Un deterioro de la calidad, la capacidad expresiva, la belleza o la unidad del español a cuenta de los desarrollos de la inteligencia artificial sería una lesión cultural de primer orden”, indicó el director de la Academia, Santiago Muñoz Machado, durante la presentación de la catedrática.

Iniciativas

En su discurso de ingreso la doctorada en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial compartió algunas de sus propuestas de trabajo a futuro. Entre ellas, se destacó la incorporación de los materiales de la RAE (manuales de estilo, diccionarios, papers de investigación, etcétera) en el espacio europeo de datos lingüísticos. Esto permitirá que los creadores de aplicaciones móviles o programas utilicen fuentes fiables para configurar sus tecnologías y lograr que estas respondan correctamente a nuestras necesidades o pedidos. En muchas ocasiones, las inteligencias artificiales que desgraban charlas o escriben documentos son producidas en inglés. Por lo tanto, suelen aparecer problemas a la hora de emplearlas con el español (el ejemplo más claro ocurre con el traductor de Google o Google Lens, ¿cuántas veces no obtenemos frases erróneas, raras o descontextualizadas?).

Para disminuir cualquier ineficiencia, otra de las propuestas es elaborar modelos de lenguaje en español. “Para la creación de un gran modelo, se requiere un gran corpus de textos que permita aprender el vocabulario en él utilizado y la relación entre las palabras que lo conforman. Con más textos, los patrones estadísticos se calculan mejor y la elección de las palabras en cada contexto será más precisa”, explicó durante la reunión.

Asimismo, la profesional recomendó incorporar más IA en los procesos productivos de la RAE para agilizar sus tareas cotidianas. “El sistema de consultas lingüísticas de la RAE es una gran fuente de información. Contar con un verificador lingüístico en línea para el español y un observatorio (también virtual) puede traer grandes beneficios para la gente que navega en internet y tiene dudas sobre el idioma. Disponer de alguien que las conteste, todos los días y al instante, disminuye las posibilidades de escribir mal”, comentó.

Cómo décima propuesta Gómez-Pérez incluyó la gestación de un marco de colaboración estable entre numerosos agentes que permitan chequear el desarrollo ético de las IA y establecer controles sobre esta tecnología para evitar hechos en los que haya discriminación o miradas sesgadas. Estos casos pueden ocurrir al copiar o reproducir (porque así apareció en ChatGPT u otro soporte parecido) palabras que son peyorativas o estigmatizantes para las minorías. Por ejemplo, con términos como nazi, gay, negro, aborigen.

“Junto a la Real Academia deberían participar las Administraciones públicas, las grandes empresas tecnológicas, las pequeñas y medianas empresas, las universidades, los centros de investigación e innovación, así como los centros de enseñanza media y de formación profesional”, agregó.

Medidas previas

Esta no es la primera vez que la RAE toma acciones para evitar que el idioma se fragmente ante el avance de las innovaciones y los dialectos digitales. En 2019, la institución lanzó LEIA: un programa destinado a actualizar y entrenar a las inteligencias artificiales -ya lanzadas al mercado- para que hablen y piensen en español. El proyecto le sirvió a varias empresas de servicios y bancos internacionales para perfeccionar sus chatbots y mensajes de correo electrónico automáticos.

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