Los agentes económicos aguardan señales de la negociación que el Ministerio de Economía mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el marco de la revisión de las metas por la deuda de U$S 44.000 millones que el país mantiene con el organismo. En estas tratativas, cuyas primeras definiciones se conocerán el lunes, la entidad que dirige Kristalina Georgieva puede pedirle a la Argentina suspenda el plan de recompra de deuda en marcha. Pero lo que es más preocupante para el rumbo económico es que el Gobierno tenga que acelerar la devaluación de tal manera de no generar un mayor retraso respecto de la inflación.

El escenario no es el ideal para avanzar con estas medidas. La sequía implicará menores ingresos de dólares para las reservas del Banco Central, en un marco de desaceleración del crecimiento económico y su impacto en la recaudación. Ahora se agrega la gripe aviar que puede bajar la capacidad de exportación y, por ende, menos divisas.

Aun cuando la Argentina no tenga que cumplir al pie de la letra lo inicialmente comprometido en materia de acumulación de reservas, las expectativas de los agentes económicos seguirán afectadas por la fragilidad del balance del Banco Central, con activos externos que se contraen y pasivos en moneda local que se expanden a toda velocidad, afirman los economista Jorge Vasconcelos y Maximiliano Gutiérrez. En su reporte para el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), los expertos observan que la “manta corta” seguirá restringiendo las autorizaciones a importar y, por ende, afectando la marcha del nivel de actividad por la falta de insumos y partes. Hacia fines de 2022 se había estimado que las importaciones no energéticas de 2023 podían estar cayendo un 10 % interanual, y todas las novedades ocurridas en los últimos dos meses no alcanzan para modificar ese escenario, que  conlleva un marcado ajuste del nivel de actividad”, advierten.

Según los economistas, cumplir las metas del programa con el FMI ha dejado de ser sinónimo de una macro ordenada, ni tampoco conlleva antídotos suficientes para evitar presiones adicionales en el plano cambiario e inflacionario, como ocurrió a mediados de 2022. El Gobierno acudió a prácticas temporalmente inconsistentes (“Dólar Soja”) y recursos de contabilidad creativa (“rentas financieras” por la reapertura de licitaciones de bonos CER) que permitían cumplir las metas “formalmente” para asegurar los desembolsos, pero que no servían para corregir los desequilibrios y por consiguiente para anclar las expectativas de los agentes económicos. Vasconcelos apunta que el FMI está dispuesto en todo momento a otorgar “waivers” o incluso a rediseñar metas trimestrales y/o anuales, para evitar el default por incumplimientos severos, pero corresponde al gobierno argentino formular un programa que permita revertir el deterioro de las expectativas.

¿Y la devaluación?

Otro de los efectos que el mercado está aguardado es que si que la renegociación de las metas con el FMI, el ministro Sergio Massa avalará una mayor devaluación del peso respecto del dólar, que se mueve casi un 30% por debajo de la inflación anual. Esa es parte de la encrucijada que enfrenta la economía argentina, señala el economista Eduardo Robinson. “La inflación del primer cuatrimestre viene acelerada, en el mejor de los casos será del orden del 6% mensual. Mientras, desde el Banco Central, se trata de llevar el tipo de cambio por debajo de ella”, detalla. Esta maniobra, típica de los años electorales, termina presionando en las expectativas de devaluación en momentos de fuerte restricción de dólares para mantener un ritmo adecuado de las importaciones. “Con una severa sequía que afectará el volumen de exportaciones  de hasta U$S 20.000 millones, eso causará un golpe muy fuerte en pos de reconstruir un nivel de reservas que redunde en una estabilización del tipo de cambio”, alerta. Y es en ese escenario en el que aparece la encrucijada: devaluar, y con ello alimentar las presiones inflacionarias, o seguir con un esquema de retraso cambiario e incrementar las expectativas de devaluación, haciendo que se acelere la suba de los dólares alternativos. Según Robinson, con una inflación mensual que ya empata en sus niveles con las tasas de interés que ofrece un plazo fijo, el Banco Central debería permitir una suba de tasas para evitar una suba brusca del dólar blue. Otra encrucijada: subir las tasas, es más freno al crédito, más emisión para pagar intereses de las Leliq, lo que también impacta en la inflación. “Por ahora el dilema, dólar versus tasa o carry trade (invertir en activos en pesos, captar la ganancia y luego recomprar dólares), está relativamente empatado. Pero, a medida que crezca la incertidumbre electoral y con este nivel de tasas el dólar empezará a ganar la pulseada”, finaliza.