Aplicaciones de citas y redes sociales. Los tucumanos utilizan todo tipo de medios para relacionarse. El psicoanalista Gabriel Artaza Saade, autor de los libros “Una nueva virilidad: y otros ensayos sobre sexo y la época” y “Ni machirulo ni varón deconstruido” habla sobre cómo hoy los dispositivos están potenciando el encuentro entre las personas.

- ¿Creés que una app como Tinder vino en alguna forma a marcar un cambio en el amor y las relaciones?

- Nuestro modo de relacionarnos cambió sustancialmente en los últimos años, cuestión que tiene que ver con la desconfianza que genera el otro. En este sentido las aplicaciones de citas para conocer gente descifraron muy bien este tema y por eso se adecuaron a las exigencias de sus usuarios. Brindar seguridad, validar la identidad y una serie de requisitos que la app hace por nosotros. Entonces, para resumir, lo que considero que cambió es nuestra manera de amar, el excesivo temor que nos genera vincularnos y esto se produjo en el mismo tiempo que el uso de la tecnología se incorporó a nuestras modos de vida.

- ¿Las apps de citas han abierto el mundo para los solteros?

- Quizás a algunas personas les haya facilitado conocer gente por esta vía, sobre todo si sufren alguna inhibición en el encuentro con el otro, punto que es insoslayable cuando finalmente mi cuerpo se pone en relación a un otro. Lo cierto es que muchas veces sucede que las personas reaccionan a fotos, generan interacciones digitales, pero todo se esfuma en el aire ya que nunca llegan al encuentro. Lo que hoy se llama sexting, lo cual refuerza el tiempo que uno pasa con la pantalla en las manos. En cuanto al mundo de los solteros, forma parte de una caracterización de la época, ya que hay una decisión (consciente o inconsciente) de no formar pareja con nadie. Hoy cada vez más personas prefieren estar solos y eso responde a diversos factores. De alguna manera expone el éxito del capitalismo expresado en la explosión de la individualidad pero también, en términos freudianos, manifiesta que en la autosatisfacción hay una ganancia de placer. Lo cual trae aparejado, a nivel de las emociones, una expresión de mayor intolerancia hacia los otros, sentirme frustrado porque las cosas no se dan como yo quiero, y una serie de defensas primitivas en los sujetos.

- ¿En qué creés que se basa el éxito de estos sitios?

- Su éxito se debe a que supieron conjugar el capitalismo con el amor, de ahí que hoy se habla de vínculos poliamorosos, es decir que hicieron del amor un neoliberalismo. Pero también gracias al algoritmo, ya que parte de la inteligencia de Tinder es mostrarte una belleza equivalente, es decir que su éxito se basa en mostrar-nos el reflejo ideal de uno mismo. Es decir, lo que estas aplicaciones logran “reflejar” es el lado amable del otro, con lo cual me devuelven una imagen ideal, que en definitiva, es de mí mismo. No saber si lo que tengo es lo que busco responde a esta excesiva oferta que proporcionan estas aplicaciones. Tinder juega con la ilusión de a mayor cantidad de matchs, mayor posesión de los otros, ¿pero realmente lo quiero poseer? No, porque hoy no está bien visto, se tilda al amor que es posesivo como un vínculo tóxico. Es decir, que muchas veces lo que suena a progresista responde más bien a una lógica neoliberal, en tanto reduzco al otro a las leyes del mercado, que es casi como satisfacer un antojo. Hoy consumar el acto sexual a través de tinder es como comer una pizza rica que compraste por pedidos ya.

- ¿Qué busca hoy la gente en las apps, además de pareja?

- Respondería con la letra de otra canción, en “Promesas sobre el bidet” Charly cantaba “Cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Es decir, que siempre hay una distancia entre lo que uno busca y lo que encuentra. Creo que hoy la pregunta es si las personas están dispuestas a encontrar algo diferente a lo que buscaban y eso es dejarse afectar por lo hetero por excelencia que es el amor, ya que el verdadero amor -si podemos hablar de un verdadero amor- tiene que ver con lo distinto y a su vez comporta un carácter de contingente. Como escribía Cortazar, “andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.”