La palabra psicosomático integra a otras dos, de origen griego: psyké (alma) y soma (cuerpo). En medicina, se refiere a manifestaciones orgánicas que, se cree, tienen un origen psíquico. ¿Todas las enfermedades son psicosomáticas? "Tanto una respuesta afirmativa como una negativa pueden ser reduccionistas. Los pensamientos al respecto son abundantes y disímiles. Lo que sí es unísono, desde la medicina, es que, tras la pandemia de coronavirus, ha habido un incremento de estas patologías", revela la psicóloga Mariana Mencarini, especialista en psicosomática.
Existe una somática positiva. Enamorarse, sentirse motivado o disfrutar de un momento estimulan un neurotransmisor, la dopamina, que genera una sensación de bienestar general. Pero cuando lo que ocurre en el entorno provoca emociones negativas, la activación de nuestro cerebro cambia. "Se liberan otro tipo de neurotransmisores que, si se producen en exceso, pueden acabar alterando nuestro equilibrio", añade la especialista.
- ¿Las enfermedades psicosomáticas aparecen por emociones como la ansiedad, la ira o la angustia?
- Surgen, principalmente, por una desconexión entre la cabeza y el cuerpo. Esto implica que la mente, ante un estímulo negativo y ante la imposibilidad de darle un nombre adecuado a ese estímulo, le envía una señal directa al organismo, que a su vez traduce ese señal en un malestar. Por ejemplo, si durante un determinado tiempo una persona vive distintas situaciones de estrés laboral, ya sea por malos tratos con el jefe o con los compañeros, por incomodidad con la tarea a realizar o por insatisfacción con el pago, en algún momento puede que experimente trastornos como dolor de cabeza; insomnio; acidez estomacal; ansiedad; angustia o tristeza. Por lo general, quienes desarrollan patologías psicosomáticas suelen tener dificultades para poner en palabras el origen o la razón de su sufrimientos. Inclusive, a veces ni siquiera registran tal emoción.
- ¿Las emociones negativas debilitan nuestro sistema inmune?
- Tanto las emociones positivas como las negativas son importantes; no podemos prescindir de ninguna de las dos. Nadie vive todo el tiempo feliz ni tampoco debería estar todo el tiempo triste. Lo importante de las emociones es que sean coherentes con la situación o la experiencia que le antecede. Quien vive muchas situaciones de alegría probablemente termine generando más herramientas y sensaciones de bienestar. Y viceversa.
- ¿La gente competitiva es más propensa a dar salida a su malestar en forma de dolencia?
- Las personas con un alto grado de competitividad, aunque tal vez no lleguen a desarrollar una enfermedad orgánica, probablemente nunca se sientan del todo satisfechas con sus logros. Siempre estarán pendientes de lo que todavía no obtuvieron o de lo que podrían haber hecho mejor. Los excesos no son sanos. Un cierto grado de competencia nos permite ponernos objetivos. Pero si en algún momento el estrés o malestar por obtener ese objetivo es más fuerte que el beneficio del mismo, entonces se debe evaluar el camino.
- ¿La forma en que se viven las situaciones y las emociones dependen de la personalidad?
- Imaginemos que nuestra cabeza es como un abecedario. Desde que nacemos, vamos aprendiendo las letras que luego nos permitirán formar palabras, oraciones y textos. Si a nuestro abecedario le faltan consonantes o vocales, será muy difícil nombrar aquello que nos aqueja y nos hace sufrir. En cambio, si tenemos todas las letras seremos capaces de poner en palabras aquello que estemos sintiendo; tendremos medio camino ganado. La otra mitad consistirá en saber qué hacer con los sentimientos. En estos casos, los espacios terapéuticos suelen resultar ideales para conseguir esas conexiones.
- La vida de numerosas personas ha sufrido cambios debido a la crisis sanitaria. ¿Las enfermedades psicosomáticas han aumentado?
- Debido a la pandemia, se han visto incrementadas todas las somatizaciones en todos sus espectros: físicos, mentales y sociales. Hemos visto demasiados trastornos, fobias, ansiedades y depresiones. Lo primero que aprendemos, de niños, es a tener rutinas; éstas ordenan y organizan la psiquis de los seres humanos; nos permiten anticipar aquello que vendrá. La pandemia vino a borrar todo lo que conocíamos hasta ese momento. Nuestras formas de vivir, de relacionarnos y de trabajar se volvieron inciertas. Inclusive, mucha gente sana y con numerosos recursos psicológicos ha tenido dificultades al momento de adoptar esta nueva normalidad.
- ¿Quiénes no toleran los cambios pueden acabar traduciéndolos en problemas de salud?
- Los individuos más rígidos, con menor capacidad de adaptación a los cambios y que se aferran a sus creencias y modos de pensar y actuar son, en general, quiénes más sufren este tipo de dolencias. Estas personalidades suelen encontrar confort (en una primera instancia) en su modo de ser, ya que les permite anticipar algún resultado. Sin embargo, con el tiempo terminan encontrando mayores dificultades. El mundo nos expone constantemente a los cambios. Un día nos cambian los sentidos de las calles por las que andábamos y algo tan simple como eso, puede generar un conflicto en alguien que solo puede concebir llegar a un determinado lugar por un mismo camino.
Algunas de las patologías psicosomáticas más típicas son las enfermedades de la piel, el colon irritable, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y el asma. "En definitiva, sabemos que las enfermedades del cuerpo tienen causas físicas. Pero a veces, también puede haber factores emocionales", concluye la especialista.