Los jardines del Museo de la Universidad Nacional de Tucumán (San Martín 1.545) servirán de marco para retrotaernos en el tiempo y redescubrir a cuatro mujeres clave en la lucha por la independencia: Juana Moro, Remedios del Valle, Machaca Güemes y María Loreto. Pero pensar que “Estafadas por la historia”, la obra teatral que se estrenará allí hoy a las 21, es injusto, ya que habla del presente y de las construcciones sociales del poder de antes y de ahora.

“Consiste en un ejercicio de memoria con perspectiva de género. Nos retrotraemos a nuestra infancia para pensarnos como aquellas niñas que actuaban en los actos lo que nos habían contado”, define la directora Belén Mercado. El elenco está integrado por Paula Marcoux, Paula Olazo, Constanza Peralta y Mariana Romano, con Carolina Bloise en la producción.

“Las primeras estafadas fueron las cuatro mujeres de las que decidimos hablar, pero pensándonos como colectivo terminamos siendo todas, ya que silenciar lo que les pasó a ellas nos afecta hoy, en la lucha cotidiana que cada una encaramos desde nuestros diferentes roles sociales. Todos los relatos construidos sobre los procesos históricos han sido contados desde una perspectiva que tuvo al hombre, blanco y occidental como su protagonista, no sólo en América Latina. Se decidió anular una parte importante de la sociedad e ignorar el verdadero entramado de los roles de las mujeres en esta ‘victoria’ fundamental de la historia argentina”, agrega.

La obra es una creación colectiva que tuvo como punto de partida las experiencias de las integrantes del grupo en los actos escolares, a los que sumaron los aportes de Peralta como historiadora y de Romano como trabajadora de la Casa Histórica.

“La manualística escolar ha reproducido lo que construyeron los historiadores clásicos sobre las guerras de Independencia. Se pone el foco en los grandes próceres y sus proezas. El recuerdo de esa época fue el punto de partida para preguntarnos sobre el rol de las mujeres y del pueblo en esos momentos. Había una necesidad de priorizar el discurso de género, no solo como la voz de la mujer sino como la recuperación de voces que no tuvieron su lugar”, afirma.

Los personajes que se evocan se entrecruzan en un juego constante con las actrices, en el que el mayor desafío fue definir cómo romper el modo de hablar histórico, desdramatizarlos, jugar, ser irreverentes y reírse con la historia, en la mirada de Mercado: “esta obra responde a una necesidad social, no solo del pasado sino del presente, para interpelar desde el humor cómo construimos el discurso”.

“En las redes sociales, mucha gente que quizás no se acerca tanto al teatro independiente busca acceder a su entrada. Eso nos sorprendió como grupo; saber que la propuesta no es ingenua y convocar a todo aquel que quiera saber un poco más sobre nuestra historia cargada de silencios, oscuridades, complicidades... El concepto de estafa es un guiño para evidenciar el engaño y los efectos que puede tener como sociedad decidir silenciar alguna voz. Como artistas nos vemos obligadas a levantar la voz, pegar un grito y sacudir un poco el polvo y decir ‘acá estamos, acá estuvimos, y acá estaremos siempre, escúchennos’”, concluye.